07

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—¿Tampoco puedes dormir?

Por unos segundos tuvo la sensacion de caer por el borde del edificio ante el susto. Levemente giró su cabeza, sobresaltada por la voz ronca que había irrumpido sus pensamientos. Reconoció al pelinegro como Peter; claro, como no hacerlo cuando se pasa la mayor parte del tiempo molestando.

—No —se removió en el lugar—, ¿Qué haces despierto a esta hora? Deben ser las seis de la mañana.

Volvió la vista al cielo, columpiando con levez sus piernas envueltas en nada más que aire. Si bien bajo sus pies no había ningún soporte, su trasero conectaba con el borde del edificio para evitar caer. No tenía miedo de mirar hacia abajo dado que no le temía a las alturas, así que allí estaba bien, observando el poco paisaje que se permitía ver y sintiendo la suave brisa chocar con su cara.

—No eres la única que madruga para practicar —sus pisadas se acercaron a ella hasta quedar a su lado. Supo entonces que él tampoco le temía a las alturas ya que de lo contrario, se hubiera quedado lejos del precipicio. Además de que era alguien que no reconocería fácilmente sus miedos, porque así era; su orgullo le pesaba bastante y no estaba dispuesto a dejarlo caer.

—Ya veo.

Quedaron un rato en un cómodo silencio, ambos mirando hacia el frente. A Becca le aliviaba ver que Peter, cuando quería, podía ser tranquilo y una persona normal con la cual poder charlar.

De un momento a otro, ella sintió un repentino cambio de aire y miró al muchacho con curiosidad. Éste se percató de su acción e igualmente la miró.

—¿Tengo algo en la cara, enana?

—¿Enana?, ¿No puedes simplemente llamarme por mi nombre?

—No —sonrió, sabiendo que aquello la molestaria y efectivamente estaba en lo cierto al escuchar como pronunciaba un bufido—. ¿Entonces?

Se acercó un poco a él, tan cerca de sus labios que Peter estaba casi convencido de que sus intenciones eran otras.

—¿Qué pretendes?

Antes de responder, se alejó de él y sonrió socarrona.

—Si esperabas otra cosa, tendrás que aguantarte. Y como no ocultes ese olor a alcohol, vas a tener problemas.

Hizo un gesto con la mano, dando a entender que su aliento apestaba. Lo que le hizo entrar en razón; Peter había estado en la fiesta de ayer en la noche, pero su hermano había ocupado la mayor parte de su cabeza como para poder mirar más allá de él.

—No espero mucho de ti, sí que eres difícil —dijo, tomándola por el mentón para fijar su mirada en la de ella—. Y no te preocupes, apenas siento molestia en la cabeza y no estoy para nada mareado. De lo contrario, probablemente ya hubiera tenido una fea caída.

Ella rió suavemente pensando en que lo que decía era cierto. No tendría tanto equilibrio como para mantenerse tan quieto. Se soltó de su agarre, sintiéndose levemente halagada por su dicho de que no era una chica "fácil".

—¿Preocupada?, ¿Por ti? Si fuera por mí, ya habrías caído.

—Tú serás la que pronto caerá por mí —su aliento cálido chocó contra su oído antes de apartarse de su lado y desaparecer por la puerta.

Mordió su labio inferior inconscientemente mientras miraba aún la puerta de la terraza. Sabía a qué se refería y no pudo evitar pensar que aceptaba ese desafío.

Divergente [Peter Hayes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora