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—¿Peter..?, ¿Qué..?

El chico finalmente soltó su agarre para luego trabar la puerta de la misteriosa habitación a la cual habían ingresado. Lo único que sabía es que Peter le había arrastrado por medio edificio para terminar allí encerrados.

—Ya..

—¿Ya qué? Si Eric se entera que nos escapamos..

—Sí que eres pesimista, eh.

Becca estaba por abrir su boca para quejarse de nuevo, pero los labios de Peter fueron más rápidos que los suyos.

Quedó estática por unos segundos antes de darse cuenta de lo que hacían. Su enojo no se hizo esperar teniendo en cuenta que la tomó totalmente desprevenida y se separó de él dándole un leve empujón en el pecho.

—..¿Qué haces? —llevó la manga de su remera a su boca, limpiandosela como si así evitara el hecho de que fue besada a la vez que evitaba su mirada.

—¿Tú que crees?

Peter apoyó ambos brazos a los lados de la cabeza de Becca, logrando acorralarla y que chocara contra la pared en un intento de retroceder.

—¿Acosandome?

Él rió levemente.

—Oh, vamos. No hagas como si tu tampoco quisieras —acercó sus labios nuevamente a los de ella, provocándole.

El aliento de ambos chocaban y se mezclaban, estaban a escasos centímetros de tocarse y cualquier movimiento por parte de alguno haría que se besaran.

—Eso no es.. —paró de hablar al notar como inconscientemente dirigía su mirada a los labios del mayor con soslayo. Para Peter, ese acto no pasó desapercibido y ella lo supo en cuanto éste juntó nuevamente sus bocas.

Antes, por la sorpresa, ni se había dado el placer de sentir como sabían los labios de Peter. Pero ahora, le producía una sensación excitante y desconocida. Ella enredó una de sus manos en su cabello enrulado  mientras sentía el tacto de sus dedos en la piel desnuda de su cintura, provocándole un ligero escalofrío.

Todo parecía ir bien y el beso hasta subía de intensidad. Estaba clara la tensión sexual entre ambos y lo cual era algo que jamás dejarían salir a luz. Sin embargo, un repiqueteo resonó en toda la habitación.

Ambos se sobresaltaron y se vieron obligados a separarse y recuperar un poco tanto la compostura como sus respiraciones jadeantes.

Otro par de golpes impacientes sonaron contra la puerta nuevamente. Era como si supieran que estaban allí, ¿pero quién?

—Joder, que pesado —susurró Peter a la vez que se dirigía a la puerta—. Vale, yo saldré primero y luego vas tú.

Ella rodó los ojos y acomodó un poco su ropa, captando la indirecta.

—Claro, claro. Quieres salvar tu culo primero, ¿eh?

Éste la miró unos instantes antes de dejar salir una sonrisa y tocar con una de sus manos el picaporte.

—Algo así.

—Estúpido. Vete antes de que te mate en este mismo cuarto y le de trabajo doble al conserje —gruñó.

Peter sonrió aún más y salió sin darle la posibilidad de decirle algo más. Menos mal, porque si por ella fuera le gritaría todo tipo de barbaridades.

Fue entonces, cuando estuvo sola por unos momentos, que se dio cuenta de la tremenda estupidez que hizo. Sus labios estaban levemente hinchados e inconscientemente llevó sus dedos a aquella zona.

Había besado a Peter.

¿Cómo cojones se lo había permitido! Se suponía que lo odiaba, que era extremadamente irritante pero.. Por alguna razón inexplicable no pudo rechazar sus labios.

Estúpida. Se había dejado ver como una chica fácil, a pesar de lo que le había dicho él mismo el día anterior.

¿Y él que pretendía haciendo eso? No lo sabía, pero en cuanto tuvo sus ideas más claras, se prometió no volver a caer en su jueguito tan rápidamente.

Estúpido y egoísta Peter.. ¿En qué se había metido ahora?

Divergente [Peter Hayes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora