Hacia la noche, Minho lo sacudió para despertarlo.
–¿Dormiste bien? –le preguntó–. ¿Cómo anda tu hombro?
Thomas se sentó y se restregó los ojos. A pesar de que no podía haber dormido más de tres o cuatro horas, su sueño había sido profundo y tranquilo. Se frotó el hombro para ver cómo estaba y volvió a sorprenderse.
–En realidad, está muy bien. Me molesta un poco, pero no es nada grave. Ahora no puedo creer que me haya dolido tanto.
Minho desvió la vista hacia los Habitantes, que se preparaban para partir, y luego volvió a mirar a su amigo. Por alguna razón, Thomas pensó en Chuck y toda la pena por su muerte regresó de golpe. El odio hacia la gente que se encontraba detrás de todo eso volvió a despertarse en su interior, y recordó la frase que solía escuchar en sueños una vez más.
–No se me ocurre cómo CRUEL pueda ser bueno.
–¿Qué?
–¿Te acuerdas de aquella mujer que me hablaba en sueños en el Área? ¿Te conté sobre eso? Decía CRUEL es bueno. Cada vez me resulta más difícil de creer –exclamó. El sarcasmo que había en su voz no fue para nada sutil.
Minho tenía una sonrisa extraña en el rostro.
–Bueno, ellos acaban de salvarte la vida.
–Claro. Son verdaderos ángeles, ¿no?
–Tranquilo, viejo. Estoy de tu lado. Yo tampoco me trago eso de que CRUEL sea bueno...
Sin embargo, Thomas no podía negar su confusión. Ellos realmente le habían salvado la vida. También sabía que había trabajado para ellos. Pero no tenía la menor idea de lo que significaba todo eso.
Brenda, que había tenido un sueño bastante intranquilo, se incorporó con un gran bostezo.
–Buen día. O buenas noches. Como sea.
–Otro día más vivos –respondió Minho–. Estoy dando por sentado que ustedes ya se conocen. Si no es así, Brenda, este miertero de aquí es Thomas. Thomas, ella es Brenda.
–Sí, ya nos conocemos –Thomas se estiró y le dio la mano a la chica–. Estuvimos hablando un poco antes de que Newt y yo quedáramos atrapados en el Submundo.
Una leve sonrisa se insinuó en el rostro de Brenda.
–El Submundo, un bonito lugar. Lleno de gente muy agradable –comentó con ironía–. Bueno, supongo que no falta mucho para que yo sea como uno de esos psicópatas.
A Thomas no se le ocurrió la forma de responder a ese comentario.
–Nosotros tampoco debemos estar muy lejos de eso –dijo Minho–. Recuerda que...
Brenda no lo dejó terminar.
–Sí, ya sé. Ustedes nos van a llevar hasta la cura mágica –exclamó. Entonces se levantó dando por terminada la conversación.
Thomas le echó una mirada a Minho.
–¿Es idea mía o te gusta la chica Crank? –le preguntó medio en broma.
–¡Qué dices! ¿Tan pronto te está afectando la Llamarada? –respondió Minho, colocándose de pie–. Si estuviese con ella tendría que aguantar todo el tiempo al demente de Jorge.
–¿Entonces...?
–No. No me gusta Brenda –dijo finalmente y luego desapareció sin decir nada más.
Thomas permaneció sentado unos instantes, divertido. Pero por algún motivo, Newt acudió a su mente. Luego la Llamarada. El hecho de que solo tuvieran unos pocos días para cruzar esas montañas. CRUEL. Lo que les esperaba en el refugio y en el futuro.
Demasiado. Todo era demasiado.
Tenía que dejar de pensar. Estaba hambriento y eso sí tenía solución. Se levantó y fue a buscar algo para comer. Y Sartén no lo decepcionó.Cuando el sol se hundió en el horizonte y la tierra anaranjada se volvió púrpura, iniciaron el recorrido. Thomas se sentía cansado y acalambrado. Anhelaba liberar un poco de energía y aflojar los músculos.
Lentamente, los picos de las montañas se iban transformando en sombras de formas irregulares, que aumentaban de tamaño mientras el grupo caminaba. No había pequeñas colinas, solo el valle plano que se extendía hacia adelante hasta que la tierra se lanzaba hacia el cielo formando acantilados escarpados y laderas empinadas. El lugar era árido, sin vida. Thomas esperaba que, una vez que atravesaran la planicie, el sendero a seguir se les revelaría de manera natural.
Durante la marcha, no se escuchaban muchas conversaciones. Newt se mantenía cerca pero en silencio. Ni siquiera hablaba con Minho. Thomas odiaba cómo estaban las cosas en ese momento. De pronto, todo se había vuelto extraño entre ellos, a pesar de lo unidos que estaban en el Laberinto. Y lo que era peor, no se había dado cuenta de ello hasta ahora, cuando la ausencia de Newt se hacía notoria.Cuando los primeros indicios del amanecer pintaron el cielo de azul profundo y las estrellas comenzaron a apagarse, Thomas finalmente juntó valor para acercarse a Newt y hablar de algo. Cualquier cosa. Ya se distinguían los acantilados a lo lejos; los árboles muertos y los trozos de rocas se volvían más nítidos. Estaba seguro de que en cuanto el sol brotara por el horizonte, habrían llegado al pie de las montañas.
–Hey –le dijo–. ¿Cómo está tu tobillo?
–Bien –respondió un poco cortante, pero enseguida volvió a hablar, como tratando de arreglar las cosas–. ¿Y tú? ¿Cómo anda ese hombro?
–Muy bien. Ya casi no me duele.
–Qué bueno.
–Sí.
Newt esbozó una pequeña sonrisa a modo de despedida y comenzó alejarse otra vez. Pero Thomas lo tomó rápidamente del brazo.
–Newt, de verdad lamento lo que dije en la fiesta... Tu confesión me...
Newt no lo dejó terminar de hablar.
–Te dije que lo olvidaras.
–¿Olvidarlo? –exclamó Thomas en voz alta, aprovechando que estaban más alejados del resto del grupo–. ¿Tienes idea de lo difícil que es actuar como si nada hubiera pasado, cuando no me diriges la palabra y te esfuerzas en mantenerte lo más alejado posible de mí? ¿No se te ocurrió pensar que eso solo serviría como recordatorio de lo ocurrido? Ya sé que la he jodido tremendamente, pero no hagas esto, Newt. No te alejes de mí.
Newt lo miró fijamente durante varios segundos y Thomas alcanzó a percibir cierta culpabilidad en sus ojos.
–El único que la ha jodido aquí soy yo, Tommy. Lo último que tienes que hacer es disculparte –y volvió la vista hacia adelante–. Somos distintos, ya sabes. No debería haber tratado de besarte ni nada de eso.
–Acerca de eso...
–Que quede entre nosotros –lo cortó Newt con una sonrisa genuina–. Es mejor así.
–De acuerdo –dijo Thomas. Toda la tensión que se había formado entre ellos durante estos últimos días se esfumó por completo–. Aunque seguramente besas como la mierda.
Newt se rio.
–Como la mierda has de besar tú. Qué suerte tienen las chicas de que te hubieran mandado a nuestro Laberinto y no al suyo.
En el momento en que iba a decir alguna estupidez, se dio cuenta de que los demás Habitantes estaban quietos mirando un punto a lo lejos. De repente, el corazón se le detuvo.
El cielo se había iluminado bastante y la ladera de la montaña estaba solo a unas decenas de metros. A mitad de camino entre la montaña y el lugar donde ellos se encontraban, una chica apareció de la nada, como si hubiera brotado de la tierra. Y marchaba hacia ellos a paso rápido.
Empuñaba en las manos una larga vara de madera con una gran cuchilla de aspecto horrible atada a un extremo. Daba la impresión de estar lista para clavarle la lanza al primero que se le acercara.
Sin tener nada planeado, Thomas avanzó unos pasos adelante, pero luego se detuvo al notar más movimiento.
A ambos lados de la chica, surgieron varias más. Ellas también parecieron brotar de la nada. Thomas se dio vuelta y miró hacia atrás. Estaban rodeados por unas veinte mujeres.
El grupo B.
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Submundo-Newtmas
Fanfiction«Pase lo que pase, aun si tenemos que ir solos, llegaremos hasta el final» ¿Y si hubiese sido Newt quien acompañase y guiase a Thomas a través del Submundo, y no Brenda...? Desde hace tiempo que tenía rondando esta idea por la cabeza, y el otro día...