-¡Tu, maldito hijo de puta!-
Gritaba lanzando cosas de un sorprendente tamaño; mientras el castaño solo gritaba asustado, intentando protegerse de los objetos que le lanzaba su prometido.
Estaba muy enojado ¡El maldito de Dante tocó su diario! Simplemente había perdido el control, algo como su diario era demasiado privado e intimo.
-¡Leonard, aru!-
El chino llegó justo a tiempo, cuando el rubio estaba a punto de lanzarle una enorme mesa a su prometido
-¡Para de una vez! ¡Vas a matar a Dante, aru!-
-¡En el mejor de los casos, si!-
Gritó el rubio alzando la mesa sobre su cabeza, a punto de soltarla contra Dante que se tapaba el rostro con las manos.
Sin embargo, Yao caminó rápidamente hasta Leonard, tomándolo de su brazo para calmarlo. Justo al mismo tiempo los soberanos de Picas y Corazones llegaron a paso rápido por el pasillo.
-¡Leonard! ¿Que clase de comportamiento es ese?-
Lo reprendió su madre, con las manos en las caderas. Mientras tanto, su padre intentaba hablar con los reyes del Reino rojo.
El Jack de Corazones se acercó a Dante y; a sorpresa de Leonard, lo abrazó, acariciando suavemente su cabello. Parecía mirarlo por todas partes, como intentando saber si este estaba herido. El rubio se desconcertó ante esto, pero volvió en si gracias a la mano de Yao en su hombro.
-Leonard ¿que estaba pasando por tu cabeza para atacar a Dante así?-
Preguntó la Reina, arrodillándose frente a su único hijo.
De inmediato el joven príncipe de Picas frunció el ceño. Mirando a Dante con un odio profundo, odio del feo.
-El muy bastardo no solo tocó mi diario ¡Lo destruyó!-
Exclamó el rubio muy molesto. Su madre solo bajó la mirada, sabía lo importante que ese pequeño libro era para su hijo.
-Habrá un castigo por esto y lo sabes-
Dijo firme, dejando sus ojos verdes fijos en el heredero.
-¡Perfecto! ¡No me importa! Cualquier cosa es mejor antes que estar con este estúpido-
Respondió señalando al castaño.
Sin embargo, los dos monarcas se enviaron una mirada cómplice. La mirada fue compartida por la Reina de Corazones, mientras el Rey estaba junto a su jack, reprendiendo a Dante.
-De hecho, ya tenemos algo pensado...-
La habitación estaba vacía a parte de ellos y un par de sillas, la luz era tenue, iluminada por un viejo candelabro ¿Ventanas? Solo una, muy que pequeña que apenas dejaba pasar un as de luz. La puerta estaba totalmente cerrada, ninguna esperanza de escapatoria.
Ese había sido el vil castigo, encerrarlos juntos durante todo un día. El punto era que socializaran y arreglaran sus diferencias, pero el rubio dudaba que eso llegara a pasar, encontraba a su prometido muy irritante. Dante estaba mas bien inquieto, sabía ahora que su futuro esposo era peligroso.
-Lo lamento-
Susurró apenas.
-No vas a arreglar las cosas con un lamento-
Respondió seco, cruzado de piernas y brazos sobre su silla.
-Lo se, pero te juro que no quise manchar tu diario con tinta-
Exclamo en un intento de que su prometido lo perdonara.
El muchacho lo vio de reojo, con sus grandes cejas fruncidas.
-No debiste tocar mis cosas, Dante, era privado-
Volvió a mirar al frente, aburrido. Ni siquiera un libro lo dejaron llevar, aunque de todas formas había muy poca luz como para poder leer algo.
-Si; bien, soy un idiota-
Se insultó a si mismo, ganando la atención del rubio.
-Pero solo quería saber un poco mas de mi futuro esposo ¿eso está mal?-
Leonard se sonrojó un poco, pero no cambió de parecer. En cambio, se acomodó en la silla para estar cara a cara con el príncipe de Corazones. El muchacho parecía nervioso bajo la mirada estricta de su rubio prometido.
-En primera; si, eres un idiota. Y en segunda, esa ni es la manera de buscar información. Tienes que conocer a la persona, hablar con ella y ganar confianza, no puedes solo leer sus sentimientos y pretender entenderlos-
Bajó la mirada azul al suelo, no era un fanático del contacto visual continuo.
El castaño se quedó callado, meditando las palabras del contrario. Había ido muy rápido, lo había arruinado todo, pasó una mano por su nuca, apenado, y se animó a él mismo a estirar su mano hacia Leonard. Este lo miró algo confundido, mirando primero la mano, luego a Dante, y luego la mano también.
-¿Qué te parece si comenzamos de nuevo?-
Preguntó aun con la mano en alto.
-Quiero hacer las cosas bien esta vez-
Le sonrió un poco algo nervioso, sin embargo, para su sorpresa, el rubio estrechó su mano con algo de suavidad, tenía manos algo delicadas.
-Tienes un strike, dos más y puedes ir preparando tu ataúd-
Dijo con una pequeña sonrisa, sin embargo Dante pensó que parecía ir bastante enserio.
-Entonces... Yo soy Dante Beilschmidt, príncipe y heredero de Corazones; también tu prometido-
-Leonard Jones Kirkland, príncipe de Picas, tu futuro esposo-
Lo imitó con los labios fruncidos.
-¿Cuáles son tus pasatiempos?-
Preguntó con una sonrisa, queriendo saber más de Leonard.
El rubio lo miró confundido, pero luego rió un poco bajo y respondió.
-Me gusta leer y cuidar de las flores-
-Suena muy a ti-
Sonrió de vuelta.
-Yo en cambio prefiero cocinar-
No se imaginaba que a Dante le gustara cocinar. Lo había visto comer mucho; era cierto, pero no preparar alimentos. Era extraño, era opuesto a él, que no disfrutaba de la cocina, no era del todo bueno en eso, los genes de su madre no ayudaban mucho después de todo.
Las conversación continuó por mucho tiempo, desviándose por temas triviales. El castaño era un buen conversador, elocuente, pensaba en respuestas ingeniosas rápidamente. Le había sacado mas de una risa a Leonard, y eso era todo un logro tratándose de alguien que maltrató su diario.
El Jack de Picas caminaba por el pasillo camino a la habitación donde los dos adolescentes estaban encerrados. Debía dejarlos salir ya, y encargarse de que no peleen. Las llaves tintineaban al ritmo de su paso lento. No veía como esos dos podrían llevarse bien.
Sin embargo, se llevó una sorpresa al abrir la puerta y ver a los dos muchachos charlando y riendo muy alegremente. El rubio había expresado odiarlo a morir; pero allí estaba, charlando amenamente con aquel joven que decía odiar. No pudo evitar sonreír un poco antes de aclarar su garganta.
-Sus majestades, ya ha acabado el tiempo del castigo, aru-
Leonard se avergonzó un poco por ser encontrado de esa manera, hablando tan bien con Dante horas después de haber intentado matarlo.
-Ah... si, gracias Yao-
Dijo poniéndose de pie, yendo a la puerta con propósito de dirigirse a su cuarto; sin embargo, se giró antes, algo sonrojado y sonriente.
-Fue agradable hablar contigo, Dante-
El castaño le devolvió la sonrisa, definitivamente, era adicto a la bella sonrisa de Leonard.
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Matrimonio arreglado (Cardverse/Dannard)
Hayran KurguLeonard tenía una vida común, común entre lo que le permitía su condición de príncipe.... Pero todo cambio con la noticia de que se tendría que casar con el heredero del reino de corazones.