Doce

4.8K 961 133
                                    

Namjoon iba ser cambiado de área pronto, Kang tenía la sospecha que el enfermero estaba ayudando a Yoongi cada vez que le ocurría algo, pero aún no sospechaba sobre las visitas nocturnas de Hoseok. Jin Ah había descubierto todo pero decidió quedarse callada, aún se sentía culpable por lo ocurrido hace algunos meses en la sala de recuperación.

La lluvia había invadido el lugar, nadie tenía permitido salir a los jardines y las visitas habían sido canceladas, era navidad, la peor de todas. Estaba atardeciendo cuando Jungkook y Hoseok estaban sentados junto a una ventana con una taza de chocolate caliente cortesía de Jin Ah, veían las gotas caer mientras se morían de aburrimiento.

-¿Por qué no me habías contado lo de tu hermano? 

-Me da vergüenza decir que soy hermano de Namjoon, es decir, es irónico que él trabajando en un psiquiátrico tenga un hermano loco- dijo Jungkook dando un sorbo a su chocolate.

-¿Así que decidiste mentir sobre él? 

-Es lo que hago, Hoseok- dijo mirando en otra dirección -Mentir para que mi vida no sea tan miserable.

-No estás loco, Jungkook, solo tuviste una infancia difícil. 

Jungkook miró a Hoseok y sonrió, sacó algo de entre su ropa, era un libro. Le había conseguido la versión completa, limitada y con traducción al coreano de Demian de Hermann Hesse, se la entregó y tomó más chocolate. 

-Feliz Navidad, Hoseok- sonrió.

Hoseok miró su regalo y le dedicó una gran sonrisa a Jungkook para abrazarlo tan fuerte que casi tira todo su chocolate encima de su ropa. 

-Eres genial, Jungkook- dijo Hoseok quien también sacaba algo envuelto en una bolsa de papel.

Jungkook lo abrió y casi grita de emoción al ver la colección de algunos cómics, los sacó eran alrededor de quince cómics, estaba feliz. Abrazó a Hoseok y lloró de alegría.

-Feliz Navidad, Kookie.

-Eres genial, Hoseok, ¿cómo los conseguiste?

-Antes de la última visita de mi madre le pedí que los comprara- sonrió.

-¿Irás a ver a Yoongi ahora? 

-Sí, ¿por qué? 

Jungkook miró a su alrededor revisando si no había una enfermera cerca y susurró algo en su oído. Hoseok asintió y sonrió. 

En la noche, todo transcurría como de rutina, se encontraron frente al área C mientras Namjoon los esperaba. Al entrar en la habitación de Yoongi, Hoseok notó como sus manos se encontraban libres. El pelinegro se levantó y abrazó tan fuerte a Hoseok que parecía que podía quebrarlo. Lo miró y levantó un poco su rostro para poder besarlo. 

-Feliz navidad- dijo Yoongi 

-Feliz navidad, señorito Min- sonrió Hoseok.

-¿Cuál es mi regalo?-preguntó 

Hoseok se acercó a él y comenzó a besarlo, Yoongi tomó un poco de impulso para enrollar sus piernas en la cadera de Hoseok y volver a besarlo. Al separarse por falta de aire sonrieron. Yoongi estaba feliz porque después de tanto tiempo podía tocar a su Hoseok nuevamente. 

-Es hora de irnos- dijo Hoseok.

Yoongi lo miró extrañado pero Hoseok comenzó a caminar mientras cargaba al pelinegro. Namjoon los esperaba, hizo una señal para que guardaran silencio y comenzaron a correr hacia la salida. 

Algunos enfermeros y enfermeras del área de niños y adolescentes miraron a Hoseok sorprendido al notar quien era la persona que cargaba. Los chicos iban sonriendo mientras Jungkook corría hacia la puerta del jardín y la abría completamente. Hoseok dejo en el suelo a Yoongi y comenzaron a correr.

Se encontraban en el jardín del lugar, la lluvia caía sobre ellos mientras corrían tratando de no ser atrapados, sus risas se escuchaban por todo el lugar. Sus compañeros los miraban por las ventanas mientras gritaban palabras de ánimos para que no fuesen atrapados. Se escondieron entre algunos árboles tratando de recuperar aire.

-Feliz navidad, señorito Min.

-Definitivamente estamos locos-sonrió Yoongi con la respiración agitada.

-Estoy loco por ti- sonrió Hoseok

Su sonrisa no había cambiado desde la primera vez que lo vio y eso le encantaba, amaba estar junto a él, tenerlo cerca, sentir su piel. No había dejado de pensar en él y ellos tampoco.Se había convertido en una especie de droga de la que no podía escapar, necesitaba estar junto a él a cada segundo, cada momento que no pasaban juntos, el pelinegro se sentía frío y vacío.

-Prométeme que estaremos juntos- dijo el pelinegro.

-Lo prometo- sonrió el castaño.

-¿Para siempre?

-Para siempre.

Ninguno de los dos sabía, pero esa promesa había sellado un oscuro pacto entre ambos del que ninguno podía renunciar y ellos lo sabían.


Siege 《YoonSeok》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora