La decisión de Carmen 12

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Sara finalmente toma contacto con Vanesa para hacerla pagar el daño que hizo a su sumisa…

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Sara se despertó aquella mañana, como todas, sintiendo una rápida y ágil lengua acariciando su cuerpo. La mujer sonrió cuando notó como la sumisa succionaba su pezón derecho haciéndola gemir de placer, hasta que en un momento de lucidez recordó que su esclava estaba liberada de sus funciones.

-         Creo que te dije que hasta que te recuperases no harías labores de sumisa -le recordó una vez cogió del pelo su esclava y tiró lentamente hasta sacarla de debajo de las sábanas.

-         Lo sé Ama, pero quería hacerlo- dijo la chica- ayer fue muy buena conmigo y me pareció que no le correspondí como debía.

-         No te preocupes por eso- la dijo acercándose sus labios a los de su esclava besándola con pasión.

Carmen, como cada vez que su Ama iniciaba un beso se quedó paralizada, dejando que su Dueña usase su cuerpo como ella desease. La chica confiaba plenamente en ella y si alguna vez le había hecho algo de daño siempre era compensado con creces con el gran placer que le hacía sentir.

La sumisa, como cada mañana, le había preparado un nutritivo desayuno, pero Sara prefería tomar otra cosa antes de salir para la universidad y ver cara a cara a la chica que había humillado a su querida sumisa. La Dominante quería tomar el cuerpo Carmen, la cual no puso ninguna pega.

Después de una larga tanda de besos mutuos por todo el cuerpo en los que los gemidos de las dos no paraban de escucharse, el Ama se levantó para ir a su armario y colocarse su arnés, la sumisa asociaba aquel instrumento a otro de castigo pero en aquella ocasión no llevaba nada más.

Sara echó a Carmen sobre la cama y se subió ella encima, penetrando con su arnés, cercano a los 25 centímetros, el dulce y mojado sexo de su sumisa que lo recibió sin dificultad y profirió un largo gemido cuando llegó al fondo de su ser.

Sara, motivada por el placer que estaba procurando a su esclava, y el que ella misma sentía, comenzó a penetrarla con más dureza hasta que tanto una como otra llegaron al orgasmo.

-         Muchas gracias Ama, de verdad que necesitaba algo así- dijo la sumisa besando los labios de su Señora.

-         Pones una carita encantadora cuando llegar al orgasmo- le dijo la mujer sonriente.

Sara se sintió en el cielo durante unos minutos, hasta que recordó de nuevo la importante tarea que tenía para aquella mañana. La sumisa se sentía eufórica después de desahogarse sexualmente con su Ama después de su percance del día anterior, e incluso le dijo a su Ama que pensaba ir a la universidad, idea de la que Sara tuvo que disuadirla ya que la única que tenía que ir a la universidad aquella mañana era ella.

Carmen, que confiaba plenamente en su Ama, hizo caso de sus consejos y decidió no presentarse en la facultad hasta después del fin de semana.

-         Que pase un buen día Ama- dijo la chica a la que Sara ya no recriminaba por llamarla Ama, pese a haberla liberado de sus funciones el día anterior.

-         No volveré hasta la noche- dijo la mujer mientras le daba un largo beso- hoy tengo muchas cosas que hacer.

Sara llegó a la facultad diez minutos antes que el día anterior cuando acompañó a Carmen. La mujer se acomodó en uno de los bancos cercanos a la entrada de la universidad, era una posición perfecta para ver a su presa y presentarse ante ella en persona.

-         Objetivo divisado- dijo la mujer sonriendo cuando vio aparecer a Vanesa escoltada por cuatro de sus amigas.

Sara se levantó de su asiento con parsimonia y avanzó tranquila hacia el grupo, si se le escapaba en aquel momento tendría otras muchas oportunidades, pero no iba a ser necesario esperar a otra ocasión para hablar con la enemiga de su sumisa, ya que tanto ella como sus compañeras se detuvieron a charlar en otro de los bancos cercanos.

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