La decisión de Carmen 4

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Carmen es llevada por su Ama a su primera fiesta sado, donde contemplará un espectáculo que la dejará impactada…

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El teléfono móvil de Carmen comenzó a sonar una y otra vez. Emitía una canción que últimamente no paraba de sonar por la radio. Sara que era la que estaba más cerca del aparato decidió cogerlo por su sumisa, que estaba ocupada usando su lengua entre sus piernas.

- Dígame- dijo la mujer mientras descolgaba.

- ¿Quién es usted?- preguntó la voz de la madre de la sumisa al otro lado del teléfono.

- Soy Sara, la jefa de Carmen- se presentó- ella no está ahora ha salido a hacer unos recados, pero al ver que era su madre he preferido cogérselo para que no se preocupe.

- Es un placer conocerla, Carmen habla muy bien de usted- dijo la mujer. Sara sonrió y agarró el pelo de su sumisa para hundir su rostro en su sexo.

- ¿De verdad? Me alegro mucho- dijo el Ama- Carmen es una gran chica y muy aplicada, no se puede imaginar lo mucho que me está ayudando.- comentó mientras la lengua de la sumisa pasaba una y otra vez sobre el clítoris de la Dominante.

- Solo la llamaba para ver si Carmen podía venir a cenar esta noche a casa- dijo la madre de Carmen.

- Lo lamento mucho, pero eso va a ser imposible, esta misma noche tenernos que coger un vuelo a Barcelona, pero estaremos de vuelta pasado mañana- mintió Sara, aquella era la noche de la fiesta sado en casa de Eliana.

- Bueno, no pasa nada- dijo la mujer un tanto desilusionada.

- Le diré a Carmen que la llame tan pronto como termine- dijo el Ama.

- Muchas gracias y cuídela bien por favor.

- Descuide, la cuidaré muy bien- dijo Sara antes de colgar- Era tu madre, sumisita, así que en cuanto termines de hacerme correr llámala para que no se preocupe.

- Sí mi Ama- dijo la sumisa metiendo su lengua todo lo profundo que podía y moviendo su rostro lentamente para que el rozamiento de su cara con el clítoris de su Ama la excitase.

Después de unos minutos de continuos lametones sobre el sexo de Sara la mujer acabó por empapar la cara de su sumisa por completo. Carmen había acabado por acostumbrarse a aquella práctica que a su Ama le gustaba tanto, y ya no necesitaba que fuese Sara la que apretase su cara contra su delicioso sexo, Carmen procuraba restregar bien su cara contra él, para disfrute de su Señora.

- Muy bien mi putita, ahora ve a lavarte- le ordenó Sara al ver el rostro de su esclava.

Su Ama llevaba ya unos días llamándola esa clase de cosas (putita, zorrita, esclava, comecoños…). A Carmen le chocó el primer día, pero después de eso lo aceptó e incluso comenzaba a gustarla sin comprender el porque. Pese a aquel nuevo trato dialéctico la sumisa sentía las mismas muestras de cariño por parte de su Señora, que no la maltrataba ni físicamente ni psicológicamente sin un motivo justificado.

Sara llevaba unos días ya empleando aquella actitud para que no se sorprendiese en exceso cuando viese el trato que dispensaban a sus sumisos y sumisas algunos de los Dominantes que encontraría en la fiesta aquella misma noche. También se había encargado de iniciar en el dolor de un modo bastante leve a su sumisa, pinzando sus pezones, azotándola con diferentes látigos y fustas las partes más sensibles de su cuerpo, algunas humillaciones como obligarla durante unas horas a comportarse como una perra (obligándola a ladrar, ir a cuatro patas, mendigar comida a su Ama…)

- Esclava, ven a vestirme- ordenó la mujer a voz en grito, haciendo que la sumisa llegase a la habitación de su Ama, donde estaba totalmente desnuda esperándole.

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