La decisión de Carmen 3

561 5 0
                                    

Tal y como Ama Eliana le dijo antes de salir del baño se encargó de llevarla hasta su casa en el coche de Samuel. Carmen se despidió de la dominante dándola un beso en la mano que esta le ofreció antes de abandonase el vehículo.

-Espero que nos veamos muy pronto Carmen- le dijo con una sonrisa impecable.

-Igualmente Señora, ha sido un placer conocerla- respondió la sumisa tratando de parecer jovial e ignorando el dolor que poco a poco se hacía más punzante en el pezón que llevaba pinzado.

Carmen observó el coche alejarse rápidamente, y comenzó a caminar hacia la casa de su Ama. No tuvo necesidad de abrir la puerta del portal ya que el portero al verla acercarse se encargó de flanquearle el paso y saludarle con educación. Carmen le devolvió el saludo, pero no fingió la alegría de unos instantes con la amiga de su Ama.

Lo primero que hizo al entrar en la vivienda fue quitarse los zapatos, eran unos zapatos con más tacón del que estaba acostumbrada y le dolían los pies. Carmen no había contado con el tiempo extra de la invitación de comer de Ama Eliana antes de salir de casa. Después de eso fue a la habitación de su Dómina y colocó con mimo en el centro de la cama el látigo de cuero negro que había comprado para aquella noche. Una vez lo dejó miro el reloj de la mesilla, aún quedaban más de tres horas para que su Ama regresase y no tenía ninguna tarea por delante.

Aquello no supuso un problema para la muchacha que se dirigió al salón a ver la tele y tratar de desconectar. En la programación no había nada que mereciese la pena así que la dejó en un canal que emitía una comedia romántica. La sumisa trató de centrarse en el argumento con la esperanza de abstraerse de los dos dolores que le acosaban: el de sus pies y el de su pezón.

Después de ver que el argumento de la película era insulso comenzó a tratarse el único dolor para el que tenía permiso, el de los pies. Sin perder un momento apoyó su pie derecho sobre el muslo izquierdo y comenzó a masajearlo con dulzura, hundiendo cada vez un poco más sus pulgares sobre la planta del pie. Casi sin darse cuenta estaba gimiendo de placer. Cambió de pie un par de veces hasta que finalmente quedó del todo relajada.

Pero la sensación de bienestar comenzó a diluirse poco a poco, a cada movimiento que hacía, su sujetador rozaba con la pinza que llevaba en su pezón y aquello hacía sufrir a la chica cada ver más. Carmen interesada por el estado de su pezón se quitó el vestido y luego el sujetador quedando vestida tan solo con sus braguitas blancas.

Carmen agarró su pecho por la base para verlo mejor, no quería tocar la pinza directamente, su pezón estaba demasiado irritado y con solo tocarlo sería suficiente para producirla aún más dolor. La zona donde estaba la pinza estaba adquiriendo un tono rosa oscuro, que la sumisa estaba segura que seguiría oscureciéndose mientras la pinza estuviese allí. Por su mente pasó por un instante la idea de quitársela y ponérsela de nuevo, pero eliminó aquel pensamiento de su cabeza de un plumazo.

Le daba miedo desobedecer a aquella mujer, Carmen aquel día había conocido una faceta amable de Ama Eliana, pero también había podido vislumbrar su personalidad sádica, durante la comida con el trato que le daba a Samuel para hacerle sufrir, y después en el baño cuando le dijo que si por ella fuese le pondría la pinza de un modo que le asegurase que no pudiese quitársela ella misma, de manera más dolorosa. Eso último había sido lo que había impactado a Carmen y por lo que no quería desobedecer, le daba miedo pensar como lo haría la próxima vez si aquella vez no cumplía adecuadamente.

Después de unos minutos soplando su pezón con ternura se dio cuenta de que el dolor iba remitiendo, no por el soplido, sino porque la pinza y la pesa ya no rozaban con nada, con lo que tomó la iniciativa de quedar así hasta que regresase su Ama.Después de aquel descubrimiento la tarde se la hizo mucho más llevadera físicamente, el pezón ya no le dolía tanto y el dolor de pies era tan solo un recuerdo, pero el alejar el dolor de su cuerpo había servido para devolver a su cabeza las dudas sobre el orgasmo que su Ama le había prometido y que le daría esa misma noche. La chica sabía que iba a ser algo muy diferente a todo lo que había sentido hasta entonces.

La decisión de CarmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora