Estoy segura de que nunca, en mis diecisiete años de vida he visto a éste chico. Viste un traje negro uniformemente planchado, y lleva una corbata blanca y lisa. Es guapo. Su cabello negro está perfecto y cuidadosamente despeinado, mientras que sus ojos azules-grisáceos desprenden algo que no identifico ni como amor ni como sinceridad.
Extiende ramo de rosas que sostiene hacia mi. Los pétalos son rojos en un tono cercano al de la sangre. La risa que suelta de sus labios me distrae.
-Tómalas, son para ti -dice, y su sonrisa se torna maliciosa.
-¡Layla! -grita Lucas detrás de mi. Giro rápidamente hacia donde él está.
Se limita a negar tímidamente con la cabeza, como si tuviera miedo. Me vuelvo hacia el chico de las rosas nuevamente.
Indecisa, estiro mi brazo hacia el ramo que me ofrece y lo tomo con el mayor cuidado que me es posible.
Y entonces siento un líquido recorrer mi mano derecha. Lo veo, es espeso y oscuro: Es sangre.
Las espinas parecen ser garras jalando mi piel pero no lo entiendo. No entiendo nada.
Alarmada, volteo a ver a Lucas. Posiblemente me advertía sobre ésto, pero ya no se parece al Lucas que yo conozco. En su lugar, hay un chico tendido en el suelo desangrándose lentamente.
No sé si debería gritar o correr.
-¿Quién eres? -pregunto al chico que me dió las rosas. -¿Qué le hiciste!
-Intenta adivinar, Layla. Ya me conoces... o estás a punto de hacerlo.
-¿Quién eres? -repito, esta vez sonando mas dura.
-Te daré una pista. ¿Recuerdas el día en que naciste? No, por supuesto que no es así, pero tu madre... ella si que me recuerda.
-Ella murió hace 5 años.
No puedo descifrar su expresión por más que intentó. Es fría. Carente de sentimientos o emociones.
-Es una lástima, querida, pero eso no te impide tener alguna pista sobre mi identidad... aunque, pensándolo bien, no eres tan lista como ella. No creo que si quiera me recuerdes después de éste sueño. Al menos, no recordarás todas mis facciónes o mi voz. Mi imagen quedará dentro de tu cabeza, si, pero solo de la misma manera que ha estado éstos diecisiete años.
Empiezo a sentir ligeros empujones en mi brazo y a escuchar una voz hablando algo que no distingo. El chico frente a mí parece darse cuenta de ello.
-Te están despertando. Intenta ser lista y recordarme si quieres descubrir quien soy. ¡Ah! Por cierto, casi lo olvidaba... Feliz cumpleaños, Layla Abernathy.
No tengo tiempo para reclamar que ese, Abernathy, no es mi apellido. Cuando estoy apunto de hacerlo, su sarcástica y arrogante, pero aún hermosa sonrisa, desaparece.
ESTÁS LEYENDO
Rosas y Sangre
Random«—¿Qué harías si te dijera que te he estado observando desde hace un tiempo para saber hasta las más mínimas cosas sobre ti? (…) »—Normalmente, sentiría miedo. Pero... No me deja terminar. »—¿Te daría miedo si te dijera que te amaré hasta el día de...