1. Lucas.

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Layla.

Despierto. Un delicado rayo de sol consigue colarse entre las cortinas cerradas de mi ventana y lástima mis ojos. Mi padre está sentado a mi lado.

-Feliz cumpleaños, Layla -susurra.

-Gracias, papá.

Abre un poco la boca como si fuera a decir algo pero no encontrara las palabras adecuadas. Suspira.

-Lo siento, sabes que no soy muy bueno para ésto de los discursos.

-No te precupes-respondo, aún adormilada-yo tampoco soy buena.

-Bien, entonces levantate, tienes que ir a la escuela. Ya me voy, nos vemos en la tarde.

-¿Kristen vendrá?

-No si no quieres que lo haga.

Kristen es la novia de mi papá. Han estado saliendo por dos años y estoy más que feliz por el. Después de que mi mamá murió, el siempre de veía triste, solo, física emocionalmente cansado. Odiaba verlo sufriendo y cuando empezó a salir con Kristen, note como sus días se habían vuelto mejores.
Pero aunque Kristen puede ser muy linda en cualquier forma, ella nunca podrá remplazar a mi mamá.
La única cosa que odio sobre Kristen, es su extraña y dramática hija Diane.
Mi papa es un piloto, así que viaja mucho. No le gusta dejarme sola en casa si va a estar fuera por un largo periodo de tiempo. Padre sobreprotector, lo se. Algunas veces le pide a Kristen que me deje quedarme en su casa mientras regresa y nos manda dinero para mantenerme en ese tiempo, pero quedarme en la casa de Kristen, es lo peor que podría suceder en la vida de alguien. Ella trabaja hasta tarde. A veces, llega a casa hasta las 2:00 o 3:00 a.m.
Diane, por supuesto, no se queda con los brazos cruzados: invita a un chico nuevo casi cada tres noches. Y las otras dos, al de la noche anterior. Traten de adivinar para qué. Pueden imaginarme con mis audífonos puestos al máximo volumen golpeando su puerta casi rogándoles que se callen de una maldita vez. En una ocasión, un asqueroso chico que invitó a que me les uniera. Así que si, definitivamente es una puta. Lo peor, es que solo tiene quince años.

-No, ella no es el problema. Es su hija quien no me agrada en absoluto -respondo finalmente.

-De acuerdo, entoces solo seremos nosotros dos y tu gato gordo para cenar esta noche.

-Eso suena bien. Adiós.

Tomo una ducha rápida. Cuando termino, me visto con unos jeans trousers grises, una blusa blanca, chaqueta café, y botas del mismo color, y me peino con una trenza de lado. Desayuno rápidamente un plato de cereal, me lavo los dientes y me maquillo un poco. No mucho, solo delineador, rimel y brillo labial. No me gusta tener mucha atención sobre mi como las chicas con toneladas de maquillaje y ropas caras como Diane hacen. Tomo mi mochila y bajo las escaleras. Mi papá trabaja desde temprano así que ya se ha ido.
Estoy a punto de salir de salir de mi casa cuando tocan el timbre.

-¿Quién es? -pregunto antes de abrir mientras me acerco a la puerta principal. Nadie contesta así que me asomo por la ventana discretamente.

No hay nadie. Decido no tomarle importancia.
Cuando abro la puerta para irme a la escuela, veo un sobresito blanco en el que de lee mi nombre escrito con letra manuscrita y una rosa sobre él.
Lo levanto, lo abro y leo:

«¿Aún me recuerdas, preciosa?»

Cuando veo la rosa, me viene a la mente la imagen borrosa de un chico de cabello negro viene a mi mente, pero no consigo reconocerlo.
Me siento observada. Dejo la rosa en mi casa y cierro la puerta con llave para subirme a mi coche lo más rápido que me es posible, pero no corro. Lo arranco y me dirijo a la escuela. No queda lejos, solo son unos diez minutos de camino en coche.
En el camino, creo ver al chico que he estado tratando de recordar desde que ví la rosa caminando en la banqueta. Pisó el acelerador un poco más fuerte y rápidamente lo dejo atrás. Por alguna razón, el me asusta. Aún así, quiero conocerlo.
Llego a la escuela y me estaciono en el primer lugar vacío que encuentro. Unos tres coches más adelante se encuentra la Jeep de Kevin rodeada de varios de nuestros amigos: Marian, Edward, Jenn y Lucas.
Sé lo que pasará a continuación: Los cinco me verán bajar del coche como si fuera alguna especie de bicho raro, luego de unos cinco segundos correran hacia mi, me golpearán y me tirarán al piso y me golpearán como si no hubiera un mañana mientras que el resto de estudiantes del estacionamiento se nos quedarán viendo como si estuviéramos locos. Lo sé porque es lo que siempre hacemos cuando es el cumpleaños de alguno de nosotros. Amo nuestra pequeña tradición siempre y cuando no sea yo la que termine llena de moretones pero como "el que se lleva se aguanta", supongo que tendré que soportarlo. Ya lo he hecho antes. Pensandolo bien, no es un gran problema. En realidad los chicos no nos golpean a las mujeres. Solo pretenden hacerlo y nos dan ligeros empujones para no romper del todo la tradición de nuestro grupo. Son idiotas caballerosos.
Tomo aire y me armo de valor. Camino intentando no reirme ya que se que me estan viendo. Y en algún momento sucede: Todos corren hacia mi y me tiran al suelo. Intento usar mi mochila como protección para los golpes pero no puedo parar de reir. Finalmente, se detienen.
Edward me estrecha su mano y me ayuda a levantarme para después darme un gran abrazo, seguido por el resto.

Rosas y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora