11. Desaparecer.

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Layla.

-¿Qué acaba de pasar? ¿Quién es el?-pregunta Jenn emocionada ya que Ian se ha ido.

No se como le explicare que lo conocí en el bosque hoy mismo un poco antes del amanecer. Creerá que estoy loca.

-Uhm... Yo... Este...

Para mi suerte, justo en este momento llega Marian y empieza a hablar sin despegar la vista de su teléfono.

-Vaya, Layla. ¿Qué demonios le hiciste a Lucas? Está más triste y enfurecido de lo que recuerdo haberlo visto alguna vez.

Luke... Olvidé que había planeado visitarlo por completo. Debe estar odiandome y maldiciéndome internamente.

-Mierda...-murmuro.

Sin decir nada más y sin despedirme, corro hacia mi auto y salgo disparada en dirección a su casa.

Es muy impulsivo y eso me preocupa.

Recuerdo la última vez que Luke se puso así. Tal vez nadie más que yo sepa pero estubo a punto de perder la vida.

Se involucró en una pelea callejera después de que Peter, su hermano, falleció y, aunque es bastante fuerte, no había forma de ganarla. Era él contra otros tres chicos; tenían ventaja. Él mismo lo sabía. Esa pelea no podría ganarla ni por un milagro pero claro, su objetivo era precisamente no salir vivo de ella. Afortunadamente, yo iba pasando por esa calle y me las ingenié para separarlos y sacar a Luke de allí.

Terminó con varias lesiones graves que lo llevaron al hospital.

Me pidió que no contara nada al resto de nuestros amigos y así fue. Nunca se enteraron.

Llego a su edificio y subo las escaleras hasta su departamento antes de darme cuenta y lo primero que noto es que ha dejado la puerta abierta.

Vive solo, así que no pudo haberla abierto alguien más.

Aunque esta abierta, toco la puerta un par de veces. «¿Luke?», lo llamo. Poco después, escucho algo romperse en su habitación. Corro hacia ahí y encuentro a mi amigo tirado en el suelo y recargado en la cama con una mano sangrando. En el marco de la puerta, hay una vieja foto nuestra, con el vidrio que la guarda roto en pedazos.

Eso no es lo único. Hay varias botellas de diferentes bebidas por todas partes en su habitación, algunas de ellas, al igual que el marco de la foto, rotas en el piso.

-Luke...-suspiro al verlo.

Ésto es mi culpa.

Cuando me acerco más, noto que ha estado llorando. Sus ojos y su cara roja lo delatan.

-Luke, ¿estás...?-me interrumpo, ya que me doy cuenta de que preguntarle si está bien sería tan estúpido como pedirle a un sordo que escuche o a un ciego que vea algo.

Sus labios se mueven desesperadamente, como si intentara con todas sus fuerzas decir algo pero no pudiera. «Vete de aquí», finalmente dice.

-Lucas... discúlpame. No pensé lo que dije. Fuí muy egoísta, lo siento.

Escucho a Luke llorar. Su llanto me rompe el corazón.

-Vete, Layla. No quiero hacerte daño.

-No lo harás. Solo déjame ayudarte.

-¿Cómo? Nada de lo que me digas me hará sentir mejor.

Levanta la botella que estaba bebiendo cuando yo llegué y da un largo sorbo.

-Luke, dame eso-digo lo más tiernamente que me es posible-. Te hará daño.

-El daño ya está hecho-grita y avienta la botella hacia mi. Logro esquivarla y da con fuerza contra la pared pero aún así un cristal alcanza a cortarme en la frente. Alguna otra chica estaría moleta pero yo no.

Rosas y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora