Capítulo 17

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Narra Camila

La imagen de Lauren en esa piscina es de las cosas más sexys que yo he visto en mi vida, sé que estaba provocándome y lo estaba consiguiendo. Decidí meterme a la piscina cuanto antes para no parecer una idiota que la mira embobada mientras babea. Me fui acercando a ella poco a poco, hasta que llegué y ella me esperaba con los brazos abiertos. La abracé con mis piernas por sus caderas y ella me agarró con sus brazos. Era increíble la sensación de su piel mojada contra la mía.

- Deberías refrescarte la cabeza, que creo que la tienes un poco caliente – me sugirió ella.

- No te imaginas cuanto – le contesté para provocarla – pero no me quiero mojar el pelo.

No había terminado de decir la frase cuando noté que ya estaba cayendo al fondo de la piscina, Lauren me había hecho una aguadilla mientras se reía. Salí del agua lentamente.

- Esto es la guerra – le dije.

Intenté agarrarla de los hombros para hacerle una zancadilla con la pierna pero Lauren era más fuerte y con el agua todo resbalaba. Después de unos cuantos intentos logré derribarla y calló al agua. Comencé a reír yo también.

- La princesa también sabe pelear – me dijo Lauren provocándome.

- Claro, yo sé hacer muchas cosas, a ver que te crees – le contesté segura de mi misma.

- No me creo nada y me encanta ir conociendo esas cosas poco a poco – me respondió Lauren.

No sé cómo pasamos de estar peleando y bromeando en el agua, a estar abrazadas con nuestros cuerpos pegados y mirándonos a los ojos, pero ahí estábamos.

- Dios Lauren, muero por besar tus labios. Si no te apartas de mi rápido, no respondo de mis actos – le avisé.

- Yo también Camila, pero no creo que sea lo más correcto, hacer un espectáculo lésbico en la piscina de Ally, después de habernos invitado... - me contestó ella.

- Lo sé y por eso estoy poniendo toda mi fuerza de voluntad pero por favor deja de mirarme los labios de esa manera – le supliqué yo.

- No te estoy mirando de ninguna manera nena – me dijo mientras noté como sus manos empezaban a apretar mi trasero suavemente y yo me quería morir ahí mismo.

- Lauren... - le avisé.

- ¿Qué? – me dijo ella con voz inocente, mientras deslizaba sus manos por mis caderas hacia delante, rozando el borde de mi bikini.

- No te atreverías a... - no pude terminar porque noté como su mano se deslizaba por debajo del bikini y rozaba mi punto más sensible, solté un gemido de sorpresa y logré escapar de ella como pude.

- Solo quería saber si estabas mojada – me dijo ella tan tranquila riéndose – te la debía.

- Que rencorosa eres – le dije yo mientras reía también – obvio que estoy mojada, estamos en el agua, que esperas.

Dinah y Normani se acercaron a nosotras, iban a bañarse después de tomar el sol.

- ¡Chicas! Os retamos a una guerra de caballitos – dijo Dinah.

- ¿y que nos jugamos? – preguntó Lauren.

- Las que pierdan invitan a pizza esta noche – propuso Normani.

- En ese caso, vamos a ganar esto Lauren, con pizza no se juega – dije yo y todas rieron.

Yo me subí a los hombros de Lauren mientras que Normani se subió a los de Dinah. Las manos de Lauren en mis muslos para sujetarme no me hacían fácil el concentrarme pero tenía que hacerlo, nos jugábamos pizza. Normani era mucho más grande y fuerte que yo pero eso no tenía por qué ser una desventaja aquí precisamente, yo pesaba menos y podía tener mejor equilibrio. Las dos empezamos a forcejear y estuve a punto de caer. Nos separamos un poco y en un momento en que Normani estaba despistada, la empujé y logré tirarla.

- Sí – exclamé yo, mientras me tiraba al agua.

Salí del agua y fui hacia Lauren, no lo pensé y dejé un suave beso en sus labios.

- Ohhh hemos presenciado el primer beso Camren – dijo Dinah – ya no me importa tanto haber pedido.

- Ya sabéis que tenéis que apostar otra cosa porque con pizza y Camila no se juega – dijo Lauren riendo.

Seguimos un rato más en la piscina y luego nos unimos a los demás que estaban bebiendo mojitos y charlando.

El sol se estaba empezando a ir así que decidimos recoger, ayudamos a Ally en todo lo que pudimos y le agradecimos por la invitación. Después fuimos a nuestra casa, donde Dinah y Normani pagarían la apuesta y comprarían las pizzas. Estábamos todas sentadas en el sofá, viendo la tele y esperando a que las pizzas llegaran.

- Bueno chicas, es el momento en que nos contéis algo más sobre vuestra "relación" – dijo Dinah.

- ¿Qué quieres saber, Di? – le pregunté.

- Pues no sé, todo, para algo soy la capitana del ship – dijo ella y todas reímos.

- No hay mucho que contar – contestó Lauren.

- ¿Qué tal algo como si ayer robaste la virginidad lésbica de mi mejor amiga? – preguntó Dinah.

- Dinah – le regañé yo, riéndome.

- ¿Qué? No nos hemos visto desde ayer y me mata la curiosidad – dijo Dinah.

- No Dinah – respondió Lauren – tu amiga sigue teniendo su virginidad lésbica intacta.

- ¿Y eso por qué, Lauren? Después de la cena de ayer y del vestido que llevaba, hasta yo se la hubiera robado – le dijo Dinah.

Llamaron a la puerta, eran las pizzas por fin, y vinieron en el momento exacto para no tener que profundizar más en el tema. Todas nos pusimos a comer mientras seguíamos charlando.

Acabamos con dos pizzas familiares entre las cuatro, recogimos un poco y Dinah y Normani fueron a la habitación de Dinah a ver videos de Beyoncé. Lauren y yo nos quedamos en el sofá un rato más.

- Lauren hoy es el último día de la semana que podemos dormir juntas, quédate por favor – le pedí yo con mi cara más convincente.

- Quita esa cara que no la necesitas, yo muero por quedarme aquí contigo – me respondió ella.

Esta es una de las ventajas de estar independizada y no tener que dar explicaciones a mis padres de donde duermo o a quién traigo a casa. Ellos aun residen en el pueblo y yo trató de ir cada dos semanas a visitarlos, especialmente por mi hermana pequeña, Sofía, a la que adoro con todo mi corazón.

- Lauren, ¿te puedo pedir algo? – le pregunté.

- Lo que quieras, amor, dime – me contestó ella.

- ¿Me llevas a la playa? – le pedí yo.

- ¿Ahora? – me preguntó Lauren, eran las once de la noche.

- Sí, la playa es un sitio muy especial para mí y ahora mismo tengo la necesidad de ir, no sé por qué – respondí.

- Claro, vamos a aprovechar que hoy tengo el coche – me dijo ella.

Cogimos dos toallas y subimos al coche, en menos de quince minutos ya estábamos en la playa, sentadas en la arena, cogidas de la mano y mirando a la luna que hoy estaba llena. La escena no podía ser más maravillosa, ni en mis mejores sueños habría visualizado una imagen más perfecta que esta.

Choque de trenes (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora