Capítulo 3

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Narra Ashley:

Abro los ojos y miro el reloj de mi mesita de noche, ¡las 11a.m!
A pesar de la hora que era me levanté en dirección al baño a pasos perezosos, no tenía ganas de nada.
Entré al baño, me miré al espejo y ¡DIOS MIO! Tenía los ojos hinchados y rojos, que supongo que era todo de ayer, y de repente noto un dolor en mi cabeza, como si me hubiese emborrachado y al día siguiente tener resaca(pero sin haber bebido).
Bajé las escaleras en dirección a la cocina, cogí un cuenco con cereales y un poco de leche y me senté en la mesa del comedor. Mi hermano ya estaría despierto aunque seguramente llevó a mamá a trabajar.
Encendí la tele y nada, todo lo que salía por la tele me parecía aburrido. Se me hace todo muy raro sin Goofi armando de las suyas nada más que me ve en la cocina. Supongo que este cumpleaños no estaría conmigo.
Cuando acabé fregué el cuenco y fui a mi cuarto a ducharme, supongo que saldría después a dar una vuelta.

Narra Jorge

De la que salía de dejar a mi madre en el trabajo pasé por un atajo para llegar primero a mi auto. De la que pasaba por alli, vi a varios gatos y perros abandonados. Me acordé de Goofi y me preguntaba si estaría allí. Lo llamé y nada, no había respuesta. De pronto note un bulto detrás de mi, giré rápidamente la cabeza en dirección al suelo, era un cachorro de Haski. Con sus patitas delanteras intenta apoyarse en mi rodilla. Yo le intento acariciar y el se asusta un poco pero aún así no se mueve del sitio. Cuando se asustó decidí no tocarlo, no quería asustarlo, a lo que el perrito reaccionó pidiendo caricias. Yo le correspondí acariciándole la cabeza a cuclillas, era muy pequeñito para mi estatura. Se subió encima de mis rodillas y yo seguí jugando con el.
-Quieres venirte conmigo?-dije aún sabiendo que no me iba a responder.
Le tomé en brazos y él me lamió la cara, me reí y me dirigí al auto con el perrito. Le coloqué en el asiento de atrás para que no me molestase al conducir. Paramos en el camino para entrar a la tienda de animales a comprarle pienso, una camita nueva y una correa, ya que cuencos de comida supongo que le valdrían los de Goofi aunque Goofi ya era adulto, pero para cuando crezca este pequeñuelo le servirían perfectamente.
Una vez comprado lo imprescindible volví al auto dejando las compras en el maletero. Monto y giro la cabeza hacia los asientos traseros, se había quedado dormido.
Al llegar a casa antes de sacar nada del coche me aseguré de que no hubiese nadie en ella. Efectivamente estaba vacía.
Tomé al perrito con un brazo(ya que era pequeño) y las bolsas en el otro y me dirigí hacia la casa.
Al posar al perrito en el suelo lo primero que hizo fue quedarse mirándome.
-¿Tienes hambre eh?- le pregunté enseñándole el pienso.
El se relamió así que me lo tomé como un sí.
Fregué el comedero y bebedero de Goofi y le añadí la comida y el agua al nuevo perrito.
El no dudó dos segundos en acercarse a comer. En verdad estaba hambriento.
Subí la cama a el cuarto de Ashley dejando la otra por si le daba pena tirarla.
Subí al perrito a su cuarto cerrando la puerta para darle la sorpresa a Ashley.
Bajé las escaleras y siento la puerta abrirse.

Narra Ashley

Ya de dar una vuelta para tomar aire fresco entro en casa y veo a mi hermano con una sonrisa inmensa en su rostro.
-Hola hermanita-dice animado
-Hola-dije cortante
Paso por la cocina y veo bolsas con cosas de perro, y los comederos de Goofi llenos.
-¿Pretendes deshacerte de todo eso verdad?-dije molesta
-No ¿por qué?-dijo algo molesto
-En serio, parece mentira que seas mi hermano y no me ayudes a intentar sentirme mejor sin mi perro, pero claro eso es imposible porque lo que haces es empeorarlo-dije en voz alta empezando a cabrearme con él porque lo estoy pasando mal ahora mismo y no puedo evitar tomarla con el mundo.
-Yo solo...-
-Tu nada, no estoy de humor-.
Me dirigí a mi cuarto y al abrir la puerta veo a un cachorrito, era super inquieto y vino a darme la bienvenida.
Se me cristalizaron los ojos por todo lo que le dije a mi hermano sin saber todo esto.
-Sorpresa-dice mi hermano en un casi susurro.
Me levanté a darle un fuerte abrazo-lo siento, perdóname, estaba enfadada con el mundo, te quiero muchísimo-dije a punto de llorar.
-No pasa nada, te entiendo-.
-Pero no tuviste que haberte molestado-.
-Es tu cumpleaños ¿qué menos podría hacer?-
-Gracias-dije separándome de él.
El solo me dio una sonrisa.
-¿Y como le llamarás?-pregunta cambiando de tema.
¡El nombre, se me había olvidado el nombre!
-Bueno...Pues...Esto...Yo...-dije dudosa-nose-me rendí.
El se rió. Yo también.
Tomé al perrito entre mis brazos acariciándole le cabeza.
Bajamos a la cocina, dejé al perrito en el suelo, me lavé las manos y me puse a hacer una ensalada.
Mi hermano estaba jugando con él.
Yo sonreía ante la escena, la verdad es que era un perrito adorable.
-¿Donde lo encontraste?-
-En la calle-.
-¡¿En la calle?!- no me importaba que fuese de la calle pero si tenía alguna enfermedad que no supiéramos, nos la podría contagiar
-Si, ¿qué es que lo vas a rechazar después de que el perrito te tenga cariño?-dice algo molesto.
-No, pero ¿las vacunas?-
-Meca es verdad-
-Le llevaremos después de comer¿vale?-
-Está bien-
Ya estaba la ensalada lista así que nos pusimos a comer.
A las 15p.m terminamos y a las 16p.m nos dirigimos al veterinario.
Una vez allí, el perrito se empezó a asustar, mi hermano se acercó a recepción a dar los datos de el animalito. Mira hacia mí y yo me acerco.
-¿Nombre?- pregunta la recepcionista refiriéndose al perro.
-No tiene nombre, la verdad es que me lo acaban de regalar y no le hemos buscado nombre, solo vinimos a ponerle la vacuna-dije un poco incómoda.
-Oh está bien, entonces esta vez la puedo pasar-
La verdad es que era muy maja esa chica.
-Lobo- llama una chica que creo que era enfermera.
Todo el mundo se nos queda mirando, y mi hermano mira para la chica de recepción. Ella asiente con la cabeza.
-Aquí- se levanta mi hermano.
Me levanté con el.
-Solo puede entrar uno de los dos-dice la chica intentando no ofender.
-Pasará ella-dice Jorge.
Yo asentí y tomé al perrito entre mis brazos

Cuando salimos de ponerle las vacunas subimos al auto de Jorge y dejamos al perrito en el asiento trasero.
-¿Le vas a dejar puesto el nombre de lobo?-pregunta mi hermano.
-No, le pondré algo más adecuado para él, pero me hizo gracia que la recepcionista le pusiese el nombre de lobo-dije riéndome
-Si-se rió.
Al llegar a casa, subí con el perrito en brazos a mi cuarto y cerré la puerta, encendí el portátil y me puse a buscar nombres para perros macho.

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