Capítulo VIII

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Después de tanto tiempo, desde esa noche en adelante pude descansar tranquilo. Por lo que restaba del fin de semana recupere el apetito y mi humor había cambiado, podía pensar con más claridad. Sea lo que fuere que haya hecho ese curandero, sin dudas sacó lo que todo lo que me estaba atormentando en mi casa.

Durante el domingo me quedé pensando en todo lo que había pasado. A pesar de que ya me sentía mucho mejor aún tenía ese miedo de que esas personas que me hicieron todo ese mal todavía andaban por ahí sin más, sin dudas eso me tenía frustrado. Recordé al tipo que apareció en la plaza.

En el momento que lo vi, en un principio no sabía si era humano o un espectro, pero luego lo entendí. Cuando tienes ante ti a un ser paranormal o sobrenatural, así como una entidad demoníaca, tienes una sensación diferente a cuando ves un humano o algo que efectivamente sí es de este mundo. Tu cuerpo y tu mente se paralizan, un escalofrío intenso se apodera de todo tu cuerpo, tu cuello se entumece, la mente se nubla por completo y solo sientes pánico. Aunque no lo veas, sientes el frío en todo tu cuerpo, y esa sensación de que algo más está cerca de ti. Si sientes eso recuerda, es seguro y te garantizo por completo que alguien o algo más está contigo; algo malo, así que ten cuidado.

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Era lunes por la mañana, ese día me levanté de muy buen humor, me decidí a preparar un café para estudiar un poco. Cuando pasé por el cuarto de Florencia noté que la puerta estaba abierta y ella estaba muy inquieta, en ese momento no le tome importancia, pero al rato la oí gritar.

ꟷ ¡David! ꟷ Yo fui corriendo a ver que sucedía.

ꟷ¿Que pasó?

ꟷ¿Estuviste tocando mis cosas?

ꟷNo, para nada.

ꟷQue extraño, no encuentro mi muñeca, estoy segura de que la dejé por aquí en el armario.

ꟷEl único que entró fue ese curandero, pero nos hubiéramos dado cuenta si te sacó algo.

ꟷMe estoy volviendo loca. Mira David, si tú me la sacaste y la vendiste o algo por el estilo quiero que me digas. Pero no me hagas buscar como estúpida. ꟷ Era la primera vez que veía así a mi prima, tan enfadada.

ꟷTe juro que no fui yo, es más, ni siquiera sé cómo es tu muñeca.

ꟷEs una muñeca antigua de porcelana, es muy cara, me la regaló mi abuela por parte de mi papá. ꟷ Ahora se había puesto triste.

ꟷBueno si la veo te aviso, pero te juro, no fui yo.

En ese momento recordé todo, esos policías habían entrado hace unos días y habían dado vuelta la habitación de Florencia. Estuve a punto de decirle lo que había pasado, hasta tome aire y abrí un poco la boca, pero luego pensé que me echaría toda la culpa a mí de que se la hayan robado. Y a decir verdad si tenía algo de culpa.

Todo eso hizo que recordara que ese día tenía que presentarme en la fiscalía para declarar, y se me hacía tarde. Eran las nueve, todavía tenía una hora para llegar, pero debía apresurarme. Me cambié de ropa lo más rápido que pude y salí a la calle a buscar un taxi.

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ꟷBuen día señor fiscal. Lamento la demora.

Él solo me miró de reojo sobre sus anteojos delgados, luego bajó la vista hacia sus papeles. Dio un suspiro largo y me respondió.

ꟷBueno, señor... Centeno ¿Sabe por qué esta aquí? ꟷAl otro lado de la pequeña sala se encontraba un joven con una máquina de escribir, anotaba todo lo que decíamos.

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