Señor Konecki, Señorita Adkins

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Bournemouth City
Casa Adkins
(Narra Adele)

Nos quedamos mirando el uno al otro un buen rato hasta que salí del trance en el que había caído y decidí romper el silencio.

-¿Qué haces aquí?-Pregunté atónita debido a la presencia de ese hombre en mi casa. Me di cuenta de lo grosera que había sonado; por lo que agregue rápidamente.- ¿Puedo ayudarte en algo?

(Narra Simon)

No lo podía creer, frente a mí se encontraba el mismo ángel que había conocido tan solo la noche anterior en la playa. Y lucia aún más bella, si es que eso era acaso posible.

Pude notar que ella estaba igual de sorprendida al percatarse que yo era la misma persona de anoche.

Tomé unos segundos admirándola como un tonto antes de aclarar mi garganta y responder a su pregunta.

-Buenos días. Mi nombre es Simon Konecki; me gustaría hablar con la señorita Adele Adkins.-Dije seguro de estar cara a cara con ella, debía serlo.

-Bueno pues, se encuentra frente a ella.-Dijo la hermosa rubia confirmando mis sospechas.

Ahora mi ángel tenia nombre y apellido; Adele Adkins...

(Narra Adele)

Su mirada era tan intensa; y esos ojos... ¿Podrían existir en el mundo ojos más bonitos que los suyos?

-¿Quién toca hija?-Preguntó mi tía Charlotte bajando las escaleras. Agradecí inmensamente su interrupción; ya que mis pensamientos estaban viajando por terrenos peligrosos.

-Simon Konecki señora, encantado.-Replicó el hombre estrechando la mano de mi tía.

-Un placer señor... ¿Konecki dijo?-Preguntó Charlotte algo confundida.

-Así es señora.-Respondió el hombre llamado Simon amablemente.

-¿Acaso es usted pariente de Don Richard Konecki?-Interrogó mi tía en plan de periodista de chismes.

-Soy su hijo.

-¿Hijo?, jamás supe que el señor Konecki  estuviese casado, mucho menos que tuviese un hijo.-Dijo mi tía sorprendida por lo que Simon le acababa de decir.-Bueno, supongo que debo darle mis condolencias. Mi cuñada me comentó que Don Richard falleció, lo siento mucho.

-Gracias señora...

-Oh, qué mal educada ni siquiera me he presentado. Charlotte Adkins, mucho gusto.-Respondió mi tía.

-El gusto es mío señora Adkins.

- ¿Adele porque no invitas a pasar al señor Konecki?, Disculpe a mi sobrina, es un poco atolondrada. Pase, ¿le puedo ofrecer café, té?-Dijo Charlotte amablemente mientras lo dirigía hacia la sala.

Yo estaba paralizada en la entrada sin entender el motivo por el que ese hombre quería hablar conmigo.

-Café está bien señora.-Comentó Konecki tomando asiento en la sala.

-¿Y qué lo trae por aquí?, ¿Necesita hablar con mi hermano?-Cuestionó mi curiosa tía.

-De hecho vine porque me gustaría hablar con la señorita Adele.-Respondió mirando hacia donde yo estaba.

-Ya veo, pues entonces los dejo solos. Iré a la cocina por el cafecito. Anda mijita, atiende al joven.-Fue lo último que dijo mi tía antes de desaparecer por el pasillo.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para ponerme a platicar con este completo desconocido, debía hacer que se fuera de inmediato.

-No sé qué asunto quiera tratar, pero le advierto que no tengo tiempo. Así que le agradecería si me dice qué es lo quiere hablar conmigo de una vez.-Dije colocándome frente a él con los brazos cruzados.

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