Demigods Online {Solangelo AU}

7. Adolescente normal

El corazón de Nico se aceleró.

Will Solace, rubio lindo, animador.

Había muchos chicos que jugaban Demigods Online en su instituto.

¿Will era uno de ellos?

Su fantasía había sido que los dos Will (el que estaba junto a él y MrSunshine) se fusionaran.

Pero ¿Había alguna posibilidad de que fuesen la misma persona?

Lo único que lo hacía verlo era que ambos eran rubios. Trataba de recordar la voz del Will frente a él, pero no sabía si era la suya o la de su amigo de internet.

Tenía que hablar, decir algo.

Pero salió corriendo.

Si ese chico no era MrSunshine, entonces le gustaban dos Will. Debía preguntarle a su Will cuál era su apellido, porque nunca se lo dijo.

Y si el Will animador era su Will entonces sería lo bastante inteligente para saber que el oscuro di Angelo era TheGhostKing.

...

Le dijo a Lou Ellen que sus amigos le incomodaban y prefería hacer el trabajo cuando ellos no estuviesen.

Creía que era lo mejor, además no se podría concentrar con el rubio presente.

También lo evitó. Bueno, no es que Will Solace lo estuviese buscando, pero evitó cruzarse con él y que lo mirase. Y era complicado, ya que el chico estaba en su clase.

Necesitaba con urgencia hablar con su Will para poder aclarar sus pensamientos.

Faltaba poco para que su padre le dejara usar Demigods Online. Pero ahora tenía más razones para entrar rápido.

Trató de meter su cabeza en el libro de latín junto a su compañera y tratar de armar un buen proyecto. Por lo menos se mantuvo así suficiente tiempo hasta que su padre le levantó el castigo.

Esa noche no se despegaría de la pantalla, aunque sus primos quisieran arrastarlo a esas fiestas de viernes en donde todos asistían.

Llegó a su casa y ni se detuvo a saludar a su padre o madrastra. Fue de largo a su habitación para arrojar la mochila a su cama y sentarse frente a la computadora.

Pero algo andaba mal.

Las luces se apagaron y toda la energía dejó de funcionar. Nico entró en pánico. Su padre estaba en la puerta de su habitación.

¿De verdad?

—Estás loco si piensas que te voy a dejar jugar a eso las veinticuatro horas del día.

—Pero...

—Ni lo sueñes. Te levanté el castigo, pero tus primos están organizando una fiesta. Deberías ir.

Su padre debía estar jodiendo.

—¿La fiesta de Percy? No, no puedo ir a esa fiesta. No me llevo bien con nadie. Voy a espantar a todos ahí.

—Hijo, no me hagas reír.

—No podías aunque lo intentaras. Como si a ti te gustaran las fiestas de tus hermanos.