Caítulo 66

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James se fué, llevándose la basura humana con él. Me prometio quedar algún día y charlar comodamente, lejos de los gruñidos celoso de Gabe, claro. Terminé de colocar unas zapatillas deportivas en mis pies y salí de la habitación. No le mire, ni dirigí la palabra a Gabe. Se había comportado como un imbécil con James.

Cuando me vió vestida y lista para salir, frunció el ceño. Yo no le había dicho nada, pero pensaba ir a ver a mis familiares. Termino de hacer la coleta y tomo el pomo de la puerta, pero, una mano impactando fuertemente en la madera fina impidiéndome abrirla. Chasqueo la lengua y ruedo los ojos.

-¿a donde crees que vas? - pregunta con interes tras de mi.

- visitaré a mi familia- espero a que la mano desaparezca pero no lo hace.

- ire contigo

- ¡No! ¡Claro que no!, ¿como se te ocurre? Me niego- exclamo mientras me cruzo de brazos.

- no era una pregunta- toma mi brazo y jala de mi hasta la habitación. Cierra la puerta y se empieza a quitar la ropa.

- ¿¡que haces!? - grito histérica.

- cambiarme- responde con simpleza.

- podías hacerlo mientras te esperaba afuera- ¿cada cuando hace ejercicio? ¿que diría si toco sus abdominales?

- eras capaz de irte, no me arriesgaría- le doy la razón en silencio y lo veo quitarse el pantalon corto que lleva. Observo sus muslos y toda su fornida pierna. Este hombre es hermoso. - si sigues así, no saldremos hasta mañana. - me mira con picardía y una sonrisa socarrona. Aparto mi mirada y vuelvo a cruzarme de brazos. Es un idiota. - no te enojes amor, cuando volvamos caminaré desnudo por toda la casa- abro mi boca indignada y le lanzo una almohada. El se ríe y se coloca unos jeans.

- como si fueras él único hombre en el mundo-giro mi rostro molesta. Siempre que hablo con él, termino igual, molesta.

- soy el único hombre para ti, primor- se acerca y toma mi menton- qué quede claro- impacta sus labios contra los mios en un beso dulce pero con un toque posesivo. Le sigo por unos segundos, luego aparto mi rostro.

- no, estoy enojada, alejate- miro a la pared.

- ¿segura? - no, quedate y besame.

- si, muevete y termina, se me hace tarde. - suelta una pequeña risilla y me da la espalda para colocarse una polo. Aprecio los musculos moverse, insitandome a tocarlos. Me reprimo y miro el suelo.

- Listo, vamos- me toma de la cintura y me lleva hacía fuera de la cabaña. El acto me sorprende un poco y a la vez me alegra. Pero, sigo enojada.

Una vez frente al coche, me abre la puerta y entro. Se está portanto genial, pero sigue siendo un idiota. Cuando cierra la puerta, aprovecho ese pequeño momento para dar un suspiro, demonios, era perfecto. Cuando entra al coche cambio mi cara de boba por una seria y miro por la ventana. Sin embargo logro ver una sonrisilla en su rostro.

El coche empieza a moverse y abrochó mi cinturon. ¿Como estarán Anto y George? ¿Gian? Soy una pesima hija, hermana, nieta, prima, mate, amiga, humana e incluso loba. Soy una completa mierda. Aún mas enojada y entristecida llevo mi pie derecho hasta mi rodilla izquierda y allí lo dejo descansar. Miro las zapatillas deportivas azules y moradas. Eran lindas pero incomodas. La pulsera en mi tobillo llama toda mi atención.

Genial, aun más mierda eres ahora...

El pequeño cristal que Kilian me había dado estaba amarrado a una cinta y enrollado como pulsera en mi pierna. Lo tomo entre mis dedos y lo acaricio. Era suave al toque y parecía iluminarse. Con cuidado lo desabroche de mi pierna y lo tome en mi mano. Era hermoso y me recordaba demasiado a los brujos, más a Yenna. Pues su cabello era morado al igual que el cristal.

¿como funciona esta cosa?

Le di vueltas y bosque algun botón o algo que me diera una pista. Sólo note el símbolo de infinito que ya habia visto. Lo trace con la llena de mis dedos, cuando lo hice, el cristal intensificó su color y brilló. Abrí ligeramente mi boca, sorprendida. Deje el cristal en su lugar y mire por la ventana. No era seguro hablar con Kilian estando Gabe a mi lado.

Lo mire de reojo. Estaba concentrado en la carretera. Suspire y coloque la música. Una canción suave empezo a sonar. Una vez tome el ritmo empece a tararearla.

Estaba aburrida, es más, muerta de aburrimiento. Solo pensaba en mi familia, hubiera deseado haber sido madura para aquel tiempo. Tal vez, esto no estaría ocurriendo. Si tan solo les hubiera avisado, les hubiera ahorrado muchas situaciones lamentables.

Entonces me sentí aun más fatal al no traer conmigo a Evan. El de seguro querría ver a mi hermano. Gruñi y reprimí mis ganas de saltar del auto en movimiento.

- ya calmate- me reprende Gabe.

- ay, tu callate- gruño de mal humor. El coche frena de golpe.

- Kay- gruñe y me mira- no soy Evan ni tampoco Daniel, para que me ordenes y me hables de esa forma. Así qué, por favor, por el bien de los dos, controla tus niñerias. No soy una persona pacífica y no soportaré más de lo necesario- vuelve a acelerar con la mandibula tensa. Yo trago saliva y cierro mis ojos. Su enojo acariciaba mi piel como si fuese hielo.

- Lo siento- mascullo a regaña dientes. Tanta estupidez que hable de madurar, y aún seguía siendo una niñata. Si quería madurar, debía poner de mi parte y evitar este tipo de cosas. ¡Pero diablos! ¡Yo era así! ¿Como podía evitar algo que ya soy?

- Ya- me mira y me sonríe. Bipolar. - debes dejar de pensar en tantas cosas, deja de culparte, solo te estas estresando más de lo debido. Estoy a tu lado para apoyarte y ayudarte, si quieres hablar aquí estoy yo. - sonrío y agacho mi cabeza. Eso había sido hermoso.

- Gracias amor- luego de decir aquella última palabra mis ojos se abren con sorpresa. ¿Yo había dicho aquello? Aclaro mi garganta y bajo del coche. Ya habíamos llegado y además, no quería mirarle despues de lo que dije. No podía.

Camino hasta la cabaña con Gabe siguiendo mis pasos. No quería mirarlo dentro de mucho, si fuera posible, núnca. Había metido la pata.

Entre sin tocar y mi corazón patio agitado. Todos estaban ahí, todos. No solo los vampiros que me habían criado, sino, toda mi familia. Los Dioses tambien.

- ¡sorpresa! - gritaron todos. Una sonrisa cruzo mi rostro.

- sorpresa- susurro Gabe a mi oido, erizando mis vellos. Pasó por mi lado y entró a la casa, dirigiendose con toda confianza hacía Gian.

Mis primos empezaron a aglumerase a mi alrededor, dandome abrazos y besos. Estába feliz, muy, muy feliz.

Gian en la imagen ;)

Tú...mi otra MitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora