Capítulo 2.

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Ella asomó su rostro delicado, gesticulando una sonrisa casi perfecta, casi de ángel, así la miraba Mateo al verla llegar al mismo lugar en el que él se encontraba. Llevaba una camisa blanca, unos jeans gastados color negro, un poco ajustados, que ayudaban a resaltar su esbelta y muy cuidada figura -imaginaba Mateo-, unas sandalias delgadas que dejaban ver sus delicados pies blancos, como las nubes del verano en León -su ciudad natal- y un bolso café, colgado de su delicado brazo derecho.

 Era una muchacha bella, a simple vista, de unos 19, con un aura elegante y sofisticada. Mateo estaba estupefacto y, por un momento, todo sentimiento de infelicidad se borró tanto de su mente como de su rostro.

Nunca había visto tanta belleza, pensó, al tiempo que ella se sentaba en una mesa cerca de la entrada de ese lugar que llevaba un extraño, pero original nombre, Buho's Café.

Pronto el camarero apareció por el umbral de una puerta de vidrio polarizada, con su orden, dando pasos firmes y profesionales; Mateo sintió la profunda e inevitable necesidad de preguntarle por esa chica que acababa de llegar y que ya le había robado más de un suspiro esa tarde.

-Santiago -dijo Mateo en voz baja- ¿es tu nombre, verdad? Lo supe por tu broche.

-Así es, señor -resolvió Santiago sorprendido, ya que ningún cliente lo llamaba por su nombre, salvo sus amigos de confianza que, de vez en cuando, llegaban a tomarse un café, pues lo de ellos eran los bares de "mala copa", como los llamaba él.

Mateo asintió y preguntó sin vacilar, con tono de complicidad tangible: - ¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta?

-Claro, joven -respondió Santiago con el mismo aire de cómplice, lo que contagió a Mateo.

- ¿Quién es la chica que acaba de llegar?

-No me diga que le gustó, joven -dijo Santiago acercándose al oído de Mateo, haciendo un gesto con la mano, indicando que se acercara también. Mateo lo hizo y entonces Santiago habló- Señor, no le aconsejo poner sus ojos en ella.

-Pero, ¿por qué? -replicó Mateo de inmediato.

-Mmm, es algo complicado, de hecho, ella es complicada -soltó Santiago, volteando a ver hacia la mesa de la chica, que le estaba dando un sorbo a lo que seguramente era un café.

-No puede ser tan complicado, por lo menos no para ser imposible.

Santiago mostró rostro serio y soltó: -Créame que imposible es una palabra demasiado permisiva, para lo que realmente representa esa chica para todo chico de su edad. Es una mujer bella, sin duda, y ese es, precisamente, su mejor arma de manipulación, su máximo agente de adicción. Joven, hay tantas chicas con las que usted podría intentarlo, pero ahí perderá su tiempo- sentenció, dándose la vuelta y marchándose sin decir más.

Mateo estaba confundido, no comprendía las palabras ni la actitud del camarero Santiago y pensó que, "nada que esté en el mismo espacio y tiempo puede ser tan imposible, si se le aplica un poco de empeño, aunque yo no estoy para ese tipo de empeños, en este momento..."

Y ahí comenzó, inevitablemente y sin darle permiso de existir, una historia...

Sombras y derivas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora