06.2

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Otabek no podía evitar pensar en lo estúpido que se veía aquella noche con un Yuri borracho cantando una canción llamada History Maker en sus hombros, corriendo el riesgo de recibir vomito en su espalda, y con un gato siguiéndolos por detrás.

Quizás era el alcohol en su sistema que hacia que el kazajo no comprendiera por qué llevaba a su mejor amigo en sus hombros, sosteniéndolo por las piernas. No estaba totalmente borracho, pero sí había tomado lo suficiente como para saber que no sabía nada.

—We were born to make history! —El rubio no estaba cantando, estaba gritando la canción con sentimiento—. Can't stop us now! The moment of cheers!-

—Así no es, Yura —comentó Otabek evitando las ganas de reír fuertemente.

—Tú cállate, mierda. La estrella soy yo. It's JJ style —susurró el rubio arrastrando las palabras, formando dos jotas con los dedos, para luego sisearle al gato—. Ven gatito, gatito, gatito, gatito...

Llegaron al auto del moreno y se subieron en él; o más bien Otabek subió a Yuri en el auto, para de último montarse él mismo.

—¡Beka, no podemos dejar a Willa! —chilló el rubio sacudiendo a su mejor amigo por el brazo, creando un puchero a propósito—. ¡Bokota!

—No podemos llevar al gato en mi auto —dijo Otabek deteniendo las manos del rubio, que empezaron sacudiendo su brazo y terminaron revolviéndole el pelo al kazajo.

—Beka —susurró colocando su palma entera en la cara de su mejor amigo, quien se sentía incómodo por los toques repentinos—. Sube. Al. Gato.

Y así fue como un príncipe kazajo con un auto lleno de vomito, un rubio borracho con olor a vomito y un gato maullador llegaron a casa de los Plisetsky haciendo escándalo.

—¡Voy a cepillarme! —exclamó Yuri desde las escaleras de mármol y madera pulidos, señalando al suelo.

—No hagas tanto ruido, Yura —susurró Otabek con el semblante un poco serio. Lo último que necesitaba era que mamá Plisetsky les gritara por tanto ruido a las 3 de la mañana.

—Mamá está en casa de la abuela, Viktor se fue a su casa, Nikolai está muerto. Sólo estamos el gato, tú y yo —arrastró las palabras subiendo las escaleras—. ¡No me esperes!

—Pues ni modo, tengo que esperarte.

—No te hablaba a ti, le hablaba al gato.

Otabek sonrió negando con la cabeza; pensó en “Nikolai está muerto” y no pudo evitar sentir una pequeña ola de emociones encontradas. «Aún estando borracho, Yuri no se derrumbó ante decir aquello» pensó el kazajo tomando al gato en brazos y saliendo al patio trasero.

Se sentó en el pasto para empezar a jugar con el gato. No era fanático de los felinos, pero éste era muy lindo.

Miró la piscina, la cual estaba siendo iluminada por las luces que estaban en el interior de la misma. Se acordó de Yuri, y de que debía ver si no se había dormido en plena lavada de dientes; pero cuando se volteó para buscarlo, el rubio ya estaba corriendo hacia él, tomándole de la mano y volviendo a correr hacia la piscina.

—¡Yuri, espera, no! —advirtió el moreno tratando de detener a su mejor amigo—. ¡No podemos!

Tenían la ropa de la fiesta aún, estaban borrachos (uno más que el otro) y había un gato siguiéndolos que si se lanzaba a la piscina podría morir ahogado.

—¡Vamos, Beka! Nunca has entrado a la piscina. Vamos a hacerlo esta noche.

Al ver la enorme sonrisa de Yuri, sus ojos brillantes y sus energías al máximo, Otabek entendió que esa noche no había nada de qué arrepentirse. Por algo el castaño se había prestado todo el día para animar a su mejor amigo.

Una sonrisa de lado cruzó la cara de Otabek, y ambos corrieron hacia la piscina, lanzándose en ella de un chapuzón.

Probablemente pescarían un resfriado en la mañana, pero lo que más importaba en ese momento era la genuina felicidad que ambos tenían debido al alcohol.

En ése momento no existían Mila, JJ, la mamá de Yuri, Viktor, Nikolai, o la gata Willa. En ése momento sólo eran Otabek Altin y Yuri Plisetsky.

El rubio y el castaño se acercaron al otro bajo el agua, para al final sacar sus cabezas al aire libre rápidamente.

El kazajo recordó lo que había pasado en la mañana, en el baño de Yuri. Cuando ambos estaban lo suficientemente cerca como para escuchar los latidos del otro. Justo ahí, en la piscina, estaban igual o más cerca que en el baño. Sintió sus mejillas al recordarlo, y Yuri se rió de la escena.

—Te ves estúpido cuando te sonrojas —se burló en un susurro, riéndose vagamente.

No sabía si era el alcohol o la situación, pero Otabek sintió la necesidad de rozar los labios de su mejor amigo. Y lo hizo. Con sus propios labios.

Yuri terminó besándolo encontrándose rápidamente con una respuesta. Y cuando se separó, el kazajo aún pedía por más.

—No, no... —dijo el rubio en voz baja, medio dormido—. Los amigos no hacen eso.

Lo miró a los ojos fijamente, buscando una excepción en aquellas esmeraldas verdes. Pero se rindió.

—Buen chico, Beka —susurró Yuri con sus ojos soltando destellos, sus mejillas rosadas y con los labios formando una sonrisa ligera. Palmeó la mejilla del kazajo, y como última acción recostó su cabeza del hombro del mayor para luego quedarse dormido.

Podría decirse que fue la mejor noche de sus vidas...

♡ ♡ ♡

#rip nikolai who

#RIP LA YO #RIP LA TÚ #RIP YOONGI #RIP OTABEk

corbatas | otayuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora