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DON'T RECALL

Quizás el plan estaba saliéndose un poco de las manos, el tren se estaba descarrilando y el cielo claro empezaba a romper en lluvia. Nada tenía sentido, ni para Yuri, ni para Otabek.

“A la mierda Otabek” bufó al recordarlo. Su tiempo ya no se gastaba en pasar las tardes con Otabek, jugando en el patio trasero, o simplemente escuchando música en su habitación; ya no eran tardes aprendiendo a atar corbatas, o leyendo libros de historia, enviándose textos estando ambos en el mismo cuarto.

¿Quién es Otabek? ¿Por qué importaba tanto? ¿Otabek? ¿Eso se come?

Estaba dolido por saber que ese mismo ser humano se había unido con la vieja bruja en el tipo de unión en el que ambos se llaman “Novio” y “Novia”.

Relación romántica... Sí, así le llaman.

Bueno, no era precisamente el novio de Mila. Al menos no con esas palabras exactas. La mamá de Otabek estaba encantada con Mila, cada día la invitaba a cenar con ellos, y mucho más cuando la familia de Mila y la de Beka se habían “aliado”, hablaban de sus hijos como si fueran una Barbie y un Ken, destinados a estar juntos sin importar el contexto o situación.

A Yuri le molestaba, puesto que la mamá de Otabek nunca lo invitó a comer a él; Beka lo invitaba, encima lo invitó dos veces. ¿Que si estaba celoso? Sí, y lo aceptaba; porque él estuvo con Beka antes que Mila, odiaba admitirlo, pero esa era la verdad. Encima, ¿qué tenía Mila que hacía que la mamá de Otabek la amara tanto? ¿Por qué Yuri no lo tiene? ¿Por qué Beka no se ha aparecido por su balcón en tres semanas y media?

El olvido. A eso le teme Yuri. Por eso siempre anda dejando una marca donde fuera, pero en ése momento no sabía qué hacer. No sabía dónde buscar respuestas a todas sus preguntas.

Fue entonces, en la inmensidad de su alcoba, en la suavidad de su cama, ahí, con los ojos cerrados pacíficamente, que se dio cuenta que estaba perdiendo a su mejor amigo. Abriendo los ojos de golpe entendió que su mejor amiga estaba yéndose con su mejor amigo y ambos cerrarían su cuento de hadas con un chico rubio y de ojos verdes soltando arroz en su boda.

No quería sentirse dependiente de alguien, pero estaba 100% seguro que Otabek y él tenían una amistad especial, algo que ni millones de Milas romperían.

Pero Yuri y Otabek no eran nada más que eso. Mejores amigos. Y el papel que jugaba Yuri en todo ese revoltoso agujero negro era el del mejor amigo que apoya a su compañero; Otabek haría lo mismo por él, ¿no es así?

¿Cierto?

—¿Cierto...? —murmura el rubio aún mirando al techo detrás de una capa de lágrimas que luchaban con querer salir. Su cuerpo sentía pequeñas cargas eléctricas que lo impulsaban a querer correr a buscar a su mejor amigo y robárselo lejos de todas las personas existentes y por haber.

Era egoísta, muy egoísta, odiaba saber muy bien que lo era. No quería sentirse de ese modo, tan basura y despreciable.

Se levantó de la cama con demasiada pereza colgando de su delgado cuerpo; empezaba a sentir la soledad golpeando la ventana abierta, y con ella, el frío colándose. Su madre estaba trabajando, Viktor ya ni pasaba por la casa, Willa se escapó. Suspiró pensando en todas las posibilidades de ahogarse en la bañera. Sí, eso haría.

Miró alrededor, su habitación estaba realmente desordenada, cómics por allá, latas de refresco por acá, y una chaqueta que pertenecía a cierta persona a sus pies. La levantó del suelo y aspiró con la nariz el olor de la tela de cuero, decepcionado de que el olor se había mezclado con el suyo, y que ya no quedara rastro de Otabek en ningún lado de la casa.

No llamaría, ¿para qué? ¿Para que le diga que está ocupado con los exámenes finales, con Mila, con el trabajo de su padre, comprando cosas con su madre, con Mila y sólo con Mila?

Estaba harto, necesitaba hacer algo para ahuyentar ese sentimiento de nada. Porque Yuri no sentía nada. Que era lo peor...

Sacudió su lacio cabello, se colocó la chaqueta encima y se calzó unas botas, salió de la habitación tomando solamente las llaves de la casa. El teléfono lo dejaría en la mesilla de noche, no quería saber nada de nadie ese día.

Estaría fuera, disfrutando de los placeres de la vida sin preocupándose por alguien que no se preocupaba por él. Era joven, hermoso, tenía la actitud aventurera que cualquiera aprovecharía, y terminaría cayendo en brazos de alguien que lo llevaría a algún cuarto oscuro.

Ya no importaba. Sin Otabek cerca para decirle qué hacer y qué no hacer, ¿por qué no?

♡ ♡ ♡

aburrido pero necesario equis dé

corbatas | otayuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora