STAY
El rubio de ojos verdes estaba total y extremadamente cansado. Odiaba la facultad, odiaba a sus compañeros, odiaba a sus profesores, odiaba el café que servían en la facultad, odiaba tener que usar tapabocas para disimular su mal estado.
La ingeniería lo estaba matando lentamente, y más ahora que estaba terminando la tesis para lograr graduarse.
Miraba las fotos en el Instagram de sus ex compañeros de clases de la preparatoria, todos estaban trabajando, casados, embarazados, viviendo su más grande sueño, viajando por el mundo.
Mientras que Yuri dormía, comía, estudiaba y hasta casi iba al baño en aquella silla en la que resolvía la estúpida tesis.
Él quería algo mejor que eso.
Pero de la única persona de la cual no sabía nada de nada era de Otabek Altin. Desde aquel primer y último beso, Yuri se prometió a sí mismo que no le volvería a ver la cara nunca más. Ni en foto.
No sabía si seguía con Mila, si se habían divorciado, si tenían un hijo, si tenían una hija, si adoptaron un perro, si viven en Rusia, si están muertos. No sabía nada de nada, pero tampoco quería saberlo.
Muchas veces recordaba cuando, luego del casamiento, el kazajo trataba de llamarlo mil veces o cuando le enviaba mensajes, todo para tratar de hablar acerca lo sucedido. Yuri no contestó los mensajes, ni devolvió las llamadas. Han pasado nueve años desde la última vez que hablaron.
Cambió de casa, de número telefónico, y si hubiera estado al alcance del rubio, se hubiera cambiado el nombre. Pero hizo todo eso porque no soportaría ver a Otabek nuevamente, no lo quiere en su vida de vuelta, no quiere tener nada con él.
La vida le dio miles de oportunidades, y todas y cada una las desperdició. Ahora pagaba el precio.
Eran las dos de la mañana cuando Yuri decidió salir a comprar comida. Su celular no tenía línea como para ordenar comida por teléfono y el teléfono público estaba más lejos que el mismísimo McDonald's.
Se colocó un suéter totalmente negro, sin felinos o algún estampado descabellado, subió su tapabocas, tomó las llaves del cubículo en el que vivía y salió.
En aquella época del año en Hasetsu, el frío podía dejarte petrificado, sobre todo en las noches, por lo tanto a esa hora no había tanta gente por las calles, así que en el McDonald's no habría tanta gente comprando.
Entró por la puerta de cristal, encontrándose con solamente tres personas en el local: el cajero y lo que parecía una pareja mirando sus celulares. Se acercó al primero, mostrando su peor cara de malhumor.
—Buenas noches, bienvenido a McDonald's, ¿desea ordenar algo para comer aquí o para llevar? —El cajero mostró una sonrisa, parecía auténtica; pero eso era lo que menos le importaba al rubio.
Muchas veces Yuri odiaba la amabilidad que tenían los japoneses. Era “tan desagradable”.
—Una Big Mac y una Coca-Cola para llevar —murmuró sacando la billetera, y con ella la tarjeta de crédito.
—Muy bien, serán unos 2.000 Yenes —comentó el cajero—, su orden estará lista en unos minutos —Pasó la tarjeta y devolviéndosela al rubio de ojos verdes apagados. Yuri no se molestó en decir un “gracias”.

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corbatas | otayuri
Cerita Pendek『 mejores amigos ! au 』 toda su relación se basaba en corbatas mal atadas, trajes elegantes y malhumor. (2017)