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4 WALLS

—Así que así se siente.

Leyó repetidas veces, con la cara mostrando cero expresión. Sentía inconscientemente la mano de su abuelo posarse sobre su hombro, reconfortándolo. Leyó su nombre escrito en letra cursiva en color dorado, la tan elegante invitación quemaba en sus manos tanto como la gran y flamante relación quemaba su corazón.

¿Qué se sentía volver a ser el mejor amigo de Otabek Altin? Era un sentimiento que Yuri dejó de experimentar hace mucho tiempo, dando paso al enigma que sería.

La invitación a la boda olía a un baño de rosas en un castillo en la zona más adinerada de Rusia, rodeada por un jardín de orquídeas. Tan elegante, tan hermoso, tan puro.

Yuri Plisetsky ya no se consideraba el ser más adorado de todos, o el más elegante, o el más hermoso, o el más puro. Por eso, creando una mueca casi tan falsa como su personalidad, dejó la invitación en algún lado del frío suelo. Su gracia y belleza se habían ido por el caño cuando decidió que ya no importaba quién le tocara, quién lo mirara con ojos devoradores, no le importaba siquiera lo que pensaban de él; dejó de preocuparse por él mismo cuando dejaron de prestarle atención.

En cambio, Otabek sentía que en algún momento sería proclamado monja. Los padres de Mila (y prácticamente toda su familia) se encontraban extasiados con la idea de llegar virgen al matrimonio. Por supuesto que Otabek había mentido sobre serlo, pues estaba ciego con la idea de formar una hermosa familia con Mila y vivir felices para siempre.

Patrañas, pensó Yuri dejando la lata de cerveza que probaba gustoso, agarrándose una coleta posteriormente. El “Felices por siempre” no existe; Otabek no me ama, y yo no lo amo a él.

¡Esa era! La maldita primera pared. La que estaba pintada de un rojo fuerte, en donde te recuestas a descargar tu odio, negatividad y furia hacia los demás. En donde negabas todo porque tú debías tener la razón. Una de las paredes más hipócritas.

Yuri estaba recostado de esa pared, deseando la muerte de los demás y soltando humo por las orejas tal cual locomotora de los 50, sin embargo.

Otabek estaba tirado en el suelo, en medio de aquellas cuatro paredes. Se sentía neutro al respecto, sentía de todo un poco, probaba de aquí y de allá. Un poco de rojo, un poco de amarillo, un poco de azul y un poco de blanco.

Es decir, estaba vacío pero a la vez lleno, disfrutaba estar con su novia porque lo distraía de los demás problemas (como la presión de llevar buenas notas a casa para poder graduarse ese año), pero no le gustaba sentirse con ataduras ya que Mila tendía a colgarse de Beka; sentía la necesidad de pasar más tiempo con su mejor amigo Yuri (como aún lo consideraba), pero también le agobiaba el hecho de siquiera tener que entablar una conversación con él.

De todos modos tenía a Mila para que le atara las corbatas, ¿no?

—¡No! —se respondió el rubio jalando de su cabello para evitar soltar lágrimas que nadie oiría ni vería, que nadie besaría hasta que desaparecieran, que nadie quitaría de sus mejillas.

Respiró profundamente, acomodando su atuendo frente al espejo, dejando que un jadeo rebelde se colara por su garganta, pero no dejó salir más. Quemaría más que el ron más fuerte, y le haría más daño que fumar cien cigarrillos.

Saldría a despejar la mente con sus amigos. O más bien sus acompañantes, que iban a donde el rubio quisiera ir, invitándolo unas cuantas copas de más o a quedarse más tiempo en alguna reunión. Quizás a eso se le llamaban las consecuencias de un corazón roto, memorias olvidadas en lo más profundo de su subconsciente.

Se fue con sus perritos falderos a un club moderno, deseando que la noche simplemente se basara en él y comida gratis. Se quedó fuera un rato al ver como uno de sus “amigos” hablaba con un compañero suyo que, al parecer, no veía desde hace tiempo.

Y ahí estaba Otabek en camino a pasar su última noche como soltero, siendo molestado por sus amigos de sus clases en el auto de uno de los mayores.

—¡Será todo perfecto, hermano! —exclamó el individuo hacia el kazajo—. Te casarás con la chica más sexy del instituto, te graduarás con honores, serás aceptado de Yale y ambos se irán a vivir sus melosas vidas de ricachones en alguna playa para ricos!

—Lo que aún no me queda claro es ¿por qué te casarás antes de cumplir 20?

Y Beka lo pensó. No es como si no lo hubiera pensado antes, pero en ése momento estaba pensándolo con más intensidad y profundidad.

¿Por qué carajos iba a casarse?

En fin, no respondió, simplemente se encogió de hombros y todos bajaron del auto.

—Sí... Así se siente —murmura Otabek encontrando la mirada de soldado a un lado del club en el que celebraría su despedida de soltero a la cual Yuri no fue invitado, y mucho menos dicho.

♡ ♡ ♡

perdón por tardar tanto y por taaan aburrido capítulo !! 〒_〒 no quiero andar con excusas, solo diré que voy bien en física y matemática y quiero mantenerme así lmao

gracias por sus comentarios conspirativos, por las amenazas de muerte y por sus likes♡♡♡♡

por cierto, ya pronto subiré deathly in love (y quizás otra fic por ahí también otayuri 👀👀) , gracias por esperar 🙏

ps: ya se acerca el final, ¿tienen alguna predicción? seguro las aciertan todas porque yo soy predecible stop#

corbatas | otayuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora