RUM
PUM PUM PUMLa gente estaba llegando a la hermosa iglesia católica en la que se llevaría acabo el casamiento entre Otabek Altin y Mila Babicheva. La familia de ambos estaban felices por tal unión, hasta Mila lo estaba, pero habían dos almas que no estaban tan emocionados del todo.
Yuri se miró al espejo, acomodando su traje y mirando su cabello fugazmente.
Otabek miraba su reflejo en el gran espejo de cuerpo completo mientras su madre, su hermana y una chica rubia encargada de arreglar al kazajo estaban en la habitación admirándolo.
—Qué suerte debe tener Miss Babicheva —murmuró la rubia, sonriente.
Aún faltaba una hora para que la ceremonia diera inicio oficialmente. Y sólo le bastó veinte minutos a Yuri para que llegara a la iglesia, y lograra escabullirse hacia el cuarto en donde se encontraba su mejor amigo arreglándose sin que los demás se dieran cuenta. El ruso cerró la puerta detrás de él rápidamente, y cuando miró hacia la habitación sólo estaba Otabek, mirando su celular.
—Te ves miserable, Otabek. —Bufó Yuri obteniendo la atención del kazajo rápidamente, haciendo que éste sonriera de manera genuina.
—Pensé que no vendrías. Es todo —admitió el moreno acercándose al menor para abrazarlo; abrazo que Yuri correspondió al instante.
—¿Bromeas? Me perdí una prueba de física cuántica y otra de álgebra avanzada. Espero no habérmelas perdido en vano. —Dicho esto, ambos se separaron con sonrisas en la cara—. No pienso perderme el mejor y más importante día de tu vida, Otabek.
Entonces el kazajo pensó: “¿En qué momento dejó de llamarme Beka?”
Y también recapacitó las palabras de Yuri. “Este no es exactamente el mejor día de mi vida. Mucho menos el más importante”
—Yura...
—Oh, si te preguntas si les compré un regalo de bodas, pues te seré sincero, lo acabo de comprar en McDonald's —interrumpió Yuri sintiendo como el calor de la vergüenza tomaba posesión de su rostro—. Así que... Si la ceremonia termina rápido, tu BigMac no estará tan fría-
—¡Yura! —Otabek alzó la voz para ganar al atención de su amigo, o de su compañero, ya no tenía derecho a llamarle amigo—. No estoy pensando en regalos, ni nada por el estilo-
—¿Aún me llamas Yura? —El rubio rió bajo, agachando un poco la cabeza—. Eso es de niños, Otabek.
Ahí. A ése punto quería llegar el moreno.
—No. No lo es. ¡Para nada! —El kazajo se alejó, abriendo sus brazos y dando una vuelta sobre su propio eje—. Y si es de niños, pues no me importa. Me gusta llamarte Yura y me gusta que me llames Beka.
Tomó la corbata entre sus manos y empezó a desatarla casi violentamente.
—Átala. Por favor.
Por alguna razón el corazón le latía rápidamente, y odiaba esa sensación. Otabek se sentía presionado contra algo, pero no sabía a qué.
Era como tener algo atascado en la garganta, pero que aún así no logras escupir, sino que lo tragas y se queda en tu interior por un largo tiempo.
—Actúas como un niño —murmuró Yuri cruzado de brazos, aún sin dirigirle la mirada al kazajo, quien casi perdía la cabeza.
Luego, ambos dan pasos hasta quedar frente al espejo de cuerpo completo, mirando el reflejo de cada uno, aunque Otabek sabía que Yuri le estaba mirando a él al igual que Otabek le miraba a Yuri. “Sus ojos verdes, tan brillantes, tan relucientes como la primera vez, aún la recuerdo”

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corbatas | otayuri
Short Story『 mejores amigos ! au 』 toda su relación se basaba en corbatas mal atadas, trajes elegantes y malhumor. (2017)