DESLUMBRAMIENTO ESCOLAR

52 5 0
                                    

El Instituto Bíblico de La Puente, California, es pequeño y sin pretensiones. Está situado en un pequeño terreno a corta distancia del pueblo. La mayoría de los setenta estudiantes matriculados allí hablaban español, y la mayoría proviene de modestas circunstancias. 

Steve Morales y yo llegamos de Nueva York por avión. El instituto era muy diferente a lo que yo había experimentado. Las reglas eran muy estrictas y el horario muy disciplinado. Todo estaba muy regimentado con clases todos los días excepto el domingo y el lunes. La mayoría de los estudiantes vivía en dormitorios estilo cuartel en los mismos predios del plantel.

Pasaron varios meses antes de que yo pudiese acostumbrarme al Instituto. Siempre había hecho lo que quería, pero en el Instituto todo se hacía al son de una campana desde la hora de levantarnos a las 6:00 a.m. hasta que se apagaban las luces a las 9:30 p.m. No teníamos tiempo libre casi nunca y teníamos que pasar más de dos horas diarias orando, además de las seis horas de clase. Para mí el problema principal era no tener muchachas con quienes hablar. Estaba prohibido estrictamente y la única oportunidad de hablar con ellas era durante los momentos hurtados antes y después de las clases, o cuando estábamos lavando los platos durante el tiempo que teníamos que trabajar en la cocina.

Sin embargo, la intención de la escuela era enseñar disciplina y obediencia. Ya pesar de que esto era muy difícil para mí, constituía exactamente el tipo de entrenamiento que necesitaba. Menos disciplina me hubiera dado demasiada libertad.

Teníamos bastante que comer pero la comida no era apetitosa. Regularmente el desayuno consistía de una mezcla de harina caliente y pan tostado, pero una vez por semana nos daban un huevo. Sin embargo, esta clase de régimen alimenticio era una parte integral de nuestro entrenamiento, puesto que la mayoría de nosotros íbamos a ser ministros de habla española en las secciones pobres de la nación y nos veríamos obligados a vivir con muy poco.

Los profesores tenían mucha paciencia conmigo. No sabía cómo comportarme y sentía profundamente mi inseguridad. Trataba de disimularlo haciendo travesuras y alardeándome.

Recuerdo una mañana durante el tercer mes del curso, estábamos de pie mientras el profesor decía una larga oración para abrir la clase. Yo había estado observando a una bella muchacha mejicana de pelo negro, muy piadosa frente a mí por algunas semanas pero no había podido atraer su atención. Durante la oración, moví silenciosamente su silla hacia un lado pensando que esta vez me notaría. Pronunciando el «amén», todos nos sentamos. Ella me notó bien. Dio una vuelta de su posición embarazosa en el suelo y me fijó sus ojos que chispeaban fuego. Yo reía a más no poder al inclinarme para ayudarle a pararse. Me miró fijamente y se levantó sin ayuda. No dijo palabra, y por alguna razón ya no parecía cómica. Al mover su silla una vez más en posición, deliberadamente me pegó un puntapié en la espinilla. No creo que nada me haya dolido tanto jamás. Toda la clase se reía. Al fin, pude dominarme y la miré. Me miraba con ojos chispeantes que podían perforar un tanque blindado. Yo me sonreí débilmente, pero sentía que iba a vomitar. Ella dio vuelta y se mantuvo rígida en y la silla mirando hacia el profesor.

El profesor se limpió la garganta y dijo -Ya que hemos terminado la invocación matinal, comenzaremos. El señor Cruz será el primero en comenzar esta mañana.

Yo le eché una mirada inexpresiva. -¡Señor Cruz! dijo-, ¿ha preparado la lección, no es cierto? Traté de decir algo, pero la pierna me dolía tanto que no podía hablar.

-Señor Cruz, usted sabe el castigo por no haber preparado la lección. Sé que tiene gran dificultad con el lenguaje y que no ha disciplinado la mente a pensar en términos académicos. Todos tratamos de tener paciencia pero si usted no presta su cooperación, no tendré más alternativa que darle cero y suspenderle de este curso. Una vez más le pregunto, ¿tiene preparado el material?

CORRE, NICKY, CORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora