El verano en Nueva York transformó mi vida, mi pensar, mi punto de vista. Volví a California determinado a predicar.
Pero no descubrí la bendición más importante hasta regresar al campo en La Puente. Gloria había regresado al instituto. No me había dado cuenta de cuanto le había echado de menos hasta que la vi de nuevo.
Pero la situación en la escuela todavía era imposible. Parecía que todo estaba planeado para mantenernos separados el uno del otro. Las reglas eran exactamente las mismas de dos años antes cuando nos enfrentamos con esta misma frustración. La conversación en la mesa se limitaba a «páseme la sal, por favor», y profesores con ojos de halcón observaban todo movimiento en el campo. A pesar de que odiaba trabajar en la cocina, empecé a ofrecerme voluntariamente a trabajar más de lo necesario, lavando platos para estar cerca de Gloria. La ruidosa cocina no tenía nada de privado, pero descubrí que podíamos conversar de una manera semiprivada cuando estábamos inclinados sobre el fregadero, y yo con los brazos hundidos hasta los codos en el agua jabonosa y caliente, y Gloria enjuagando los platos.
Conforme pasaban los meses me di cuenta de que estaba enamorándome de ella. Mis notas continuaron mejorando y tenía el apetito de un caballo, debido en parte, estoy seguro, a todo el ejercicio extra que hacía trabajando sobre el fregadero. Pero estaba frustrado porque no podría dar expresión a mi amor. Cada vez que teníamos unos pocos minutos a solas alguien nos interrumpía. Trataba de llegar al salón de clase temprano, pero infaliblemente, algunos de los estudiantes entraban al momento que trataba de hablar en serio con Gloria. La frustración me volvía loco. Ya pesar de mi descendencia hispana encontré casi imposible crear una disposición romántica trabajando sobre el fregadero lleno de platos grasientos en una cocina llena de estudiantes que cantaban himnos.
Un jueves por la noche recibí permiso para ir al pueblo. Me detuve en la primera garita de teléfono y llamé al número del dormitorio de Gloria. Cuando el consejero contestó, puse el pañuelo sobre el aparato y dije en voz profunda que deseaba hablar con la señorita Steffani. Hubo un silencio, y entonces oí al consejero susurrar a Gloria: -Creo que es tu padre.
Gloria reía a tontas al oírme balbucear al otro extremo de la línea telefónica. Estaba frustrado. Estaba desesperado. -Necesito estar contigo -murmuré-..
-Nicky, ¿qué estás tratando de decirme? -susurró Gloria-, recordando que el consejero creía que hablaba con su padre.
Traté de contestarle, pero no encontraba palabras apropiadas para expresarme. Todas mis relaciones amorosas habían sido con muchachas de las pandillas y ahora no sabía cómo dirigirme a una muchacha tan pura y dulce como Gloria. -Creo que si pudiese verte cara a cara podría explicártelo mejor -dije-o Quizás sea mejor regresar a mi cuarto y dejar de molestarte.
-¡Nickííí ... ! -le oí gritar-o ¡No te atrevas a colgar! Podía oír a las otras muchachas que reían como tontas en el cuarto. Pero Gloria estaba determinada a forzarme a decirlo.
-¡Sshhhh! Van a saber que soy yo -dije.
-No me importa quién lo sepa. Dime lo que estás tratando de decirme.
Buscaba palabras, y al fin dije. -Creo que sería magnífico si fueras mi compañera durante este año escolar. Lo había dicho. De veras había salido. Quedé sin respirar esperando su reacción.
-¿Ser tu compañera? ¿Que quiere decir eso? -Una vez más Gloria gritó-, y esta vez podía oír las muchachas reírse a carcajadas.
-Exactamente eso -dije muy turbado-o Podía sentir la sangre hirviendo en mis mejillas a pesar de que estaba en una garita de teléfono, a media milla de distancia.
-Simplemente pensé en pedirte que me acompañaras.
Gloria susurró de nuevo -¿Quieres decir que deseas que sea tu amiga?
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CORRE, NICKY, CORRE
EspiritualEsta es la emocionante historia de Nicky Cruz y de como escapó de Los Barrios, bajo una gran y desesperada presión, para encontrar una vida mejor. Esta biografía es la de un joven que ganó la batalla al alcoholismo, escapó de los violento...