CAMINANDO EN EL TERRITORIO DE JESÚS

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La gran oportunidad llegó poco antes de la Navidad cuando recibí una invitación de un grupo de laicos llamados «Confraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo». Fue mediante este grupo de dedicados hombres de negocio que las invitaciones comenzaron a llegar a montones pidiéndome que hablara en colegios y universidades. Durante el año de 1965 viajé a la mayoría de las ciudades principales de la nación. Mis cruzadas, muchas de ellas para iglesias de todas las denominaciones, tenían un éxito maravilloso, y hablé a grupos de hasta diez mil personas.

Daba las gracias diariamente a Dios por su bondad, pero continuaba intranquilo, y tenía un deseo profundo en el corazón. Parecía que no podía adivinar la causa, pero cada día me sentía más intranquilo.

Entonces conocí a Dan Malachuk, un comerciante muy amable de Nueva Jersey, que sin saberlo enfocó la luz sobre el problema. Una noche dijo casualmente que él creía que mi deseo original era trabajar con «los pequeños».

No le respondí en aquel entonces, pero no pude borrar de mi mente aquella idea. 

Recordaba mi propia niñez. Si alguien se hubiese interesado lo bastante para llevarme a Cristo siendo niño, quizás ...

Aquella noche conversé con Gloria. Dios estaba usando mi testimonio en las grandes cruzadas, pero cada vez que veía un artículo en el periódico acerca de algunos niños arrestados por haber inhalado cola o por haber fumado marihuana, me dolía el corazón. Continuábamos orando que Dios abriera un camino para que pudiéramos ayudar a estos niños.

Unos pocos meses más tarde, Dan ayudó a organizar una cruzada de cuatro días en Seattle. Durante todo este tiempo yo hablaba por medio de un intérprete, Jeff Morales. Jeff se había trasladado a California para acompañarme en las cruzadas grandes donde el auditorio tenía dificultad en comprenderme a causa de mi acento. Pero sólo media hora antes de que debiera partir para el aeropuerto, Jeff llamó por teléfono.

- Nicky, estoy en cama con neumonía. El médico rehúsa permitirme acompañarte. Tienes que hacerlo solo.

De pie en la plataforma ante una batería de micrófonos y de cámaras televisaras, observé la enorme muchedumbre. ¿Podrían comprenderme con mi acento puertorriqueño? ¿Se reirían de mi pobre gramática? Inquieto, carraspeé y abrí la boca para hablar. No hubo palabras ... tan sólo unos sonidos sordos. Carraspeé de nuevo y salió algo que se asemejaba a: «uuuugggghhhhllkfg».

La muchedumbre se movía nerviosamente, pero cortésmente. Era inútil. Estaba demasiado acostumbrado a tener a Jeff a mi lado. Incliné la cabeza y pedí poder. «Querido Señor, si puedes darme una lengua desconocida para alabar tu nombre, entonces confío en Ti para darme una lengua conocida y hablarles a estos muchachos de Ti».

Levanté la cabeza y comencé a hablar. Las palabras eran perfectas y salían de mi boca con poder sobrenatural. Jeff había sido reemplazado por Jesús, y desde aquel momento supe que mientras hablase por Él, no necesitaría más intérprete.

Después del servicio final, Dan pasó por mi cuarto en el hotel.

- Nicky, Dios está bendiciendo de una manera maravillosa. Recogimos una ofrenda de amor de $3.000.00 para tu ministerio.

-Dan, no puedo aceptar ese dinero.

- Nicky -dijo Dan tendiéndose en el sofá y quitándose los zapatos-, el dinero no es para ti. Es para la obra de Dios por medio de ti.

- ¿Y puedo usarlo de la manera que crea que le gustaría a Dios? -pregunté.

- Eso es -dijo Dan.

-Entonces lo usaré para «los pequeños». Quiero establecer un centro para ministrarlos a ellos.

-¡Maravilloso! -repuso Dan, estirándose en el sofá- Llámalo «Outreach for Youth», (Alcance Para la Juventud).

CORRE, NICKY, CORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora