MI PROBLEMA CON LA VIDA

LA SONRISA DE LA DESDICHA

Con orgullo presume su corazón de cristal,
ese que una vez problemas le causó,
pero ya no más, ya lo supo manejar,
camina algo mareado por la acera de alado,
tropezará con sus tontos pies,
y el suelo romperá aquel bello corazón encerrado.

Va lanzando carcajadas al viento,
admira el clima contaminado,
el ruido congestionado,
ama todo y a todos, aquel hombre había enloquecido,
los demás lo miran con enfado,
esperando que el sujeto de elangate vestir,
se una a ellos y comience a maldecir.

Parece un figura desarmable,
cada pieza suya es tan delicada,
que con solo parpadear parece que se fuese a desmayar,
admiro su manera de reír,
se siente tan sincera y pura,
no como toda la basura,
esas que toman tu mano sólo si quieren algo.

Su gigantesca sonrisa intacta,
contagia un poco a cada desdichada alma,
desde lejos veo como mendigos y abandonados,
hacen de su vida menos miserable,
se levantan del duro y frío pavimento,
y recuperan la esperanza y el aliento,
vuelven a imaginar que mañana la desdicha acabará.

Nadie puede mantenerse optimista siempre,
cada momento pensamos en algo pasado,
algo que nos hace encoger los hombros,
cerrar los ojos y desear no habernos acordado,
las lágrimas brotan sin ningún reparo,
sale de nosotros lo que por años guardamos,
pero el bello rostro de grandes dientes,
no lloraba, ni se inmutaba.

Él sonreía siempre,
entonces no se sabía si estaba feliz o sólo fingía,
si alguna pena por dentro lo oprimía,
esa blanca dentadura nos mentía,
detrás de esos ojos claros de expresión calmada,
se ocultaba un pena incurable,
una de esas que pudren el alma lento,
tan lento que es como morir por dentro.

Camina ergido pero afligido,
la sonrisa se le borra por un momento,
eleva su mano izquierda a su mejilla,
y lanza una lágrima al viento,
la mira con detenimiento,
y hulle del lugar,
oculta su rostro detrás de sus anchas manos,
pero es en vano, la gente sabe que está llorando.

El hombre de buen vestir había cambiado,
su rostro tenía al dolor marcado,
veía como cada parte de él se marchitaba,
se secaba la tierna sonrisa que mostraba,
todos le gritában que reaccionará,
pero el infeliz hombre falleció,
por sonreírle a la vida sin ninguna razón.