MANICOMIO

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Aún ni amanece y debemos despertar,
cada gota fría que nos baña por la mañana,
es aún más cálida que el abrazo de quien nos viene a visitar,
ya ni recuerdo mi nombre y por eso me han de castigar,
sólo puedo pronunciar piedad, piedad.

Camino sólo con alguien vigilandome pero con repudio,
siento como murmura de mi existir,
burlándose incluso del porque estoy aquí,
no puedo decir que mañana mejorará,
porque es una ruleta de nunca acabar.

Tomo un papel reciclado, y un lápiz desgastado,
y escribo, le cuento a mi madre de mis días aqui,
le ruego que venga por mí,
jurándole que soy muy infeliz,
terminó, la rompo en pedazos,
porque sé que nunca la leería.

Comemos como cerdos, e incluso peor,
¡Dios! que es lo viscoso que ingresa a mi boca,
maldigo la comida y me vuelven a castigar,
aún sigo siendo una persona,
O ya lo han olvidado.

Nos forman en filas largas,
sólo para la descarga diaria,
se supone que debe hacernos efecto,
debo volver al mundo de los cuerdos,
ese mundo idiota que todos dicen que es el correcto.

El día para nosotros da pasos lentos,
cada minuto es un calvario interno,
no puedo ver más allá de las paredes blancas,
el ruido de la autopista, el cielo gris contamidado,
sería mejor lugar que estar aquí encerrado.

El sol ni se ha ocultado y debemos acostarnos,
hacemos caso, ya no queremos ser castigados,
llego a una cama rota y mal tendida,
aplasto mi rostro en la vieja almohada de plumas,
y no hago nada más que llorar.

Quienes son ellos para llamarme demente,
como saben que lo estoy,
si yo me siento a gusto siendo como soy,
¿Porqué quieren cambiarme?
no heri a nadie, no mate a nadie,
pero terminé en este lugar.

Y levanto la cabeza e imagino,
mis pies libres tocando el césped,
una sonrisa brotando en mí,
duermo imaginando eso,
para mañana soportar otro día aquí.

MI PROBLEMA CON LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora