Día 4 tras despertar

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Día 4 tras despertar

...

Despertó sobresaltado, de un sueño con rostros vacíos y voces desconocidas. ¿Quiénes eran? ¿Dónde estaba? Bueno. El lugar le sonaba de algo, pero no sabía de qué. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

Encendió la luz y se frotó los ojos, aturdido. Vio hacia el reloj, el cual marcaba las diez. El calendario tenía una equis en el once del mes abril. En la mesilla había una nota. "Todo va a estar bien". Era su propia letra, así que quiso confiar en sí mismo y quedarse en cama, sin saber exactamente qué esperaba. Tras unos minutos sin moverse, se levantó. Tenía apuntado en su mano algo, pero no consiguió leerlo correctamente. "Lo…no", o algo así. Algo importante debía ser, sino, no tendría sentido haberlo escrito.

Dio un par de vueltas por la habitación, tratando de encontrar más pistas, alguna que quizás le ayudara a entender lo que ocurría. Alguien llamó a la puerta, por lo que se fue a sentar rápidamente en la cama. Pudo escuchar los ruidosos gritos de alguien fuera del lugar.

–¡¿Crees que estará despierto?!

–Seguramente sí… y media España también sólo por tu tono. Baja la voz.

–¡Nadie manda callar al asombroso Gilbert!

–¡Cierra la boca, bastardo!– Chilló una tercera voz en la sala. Esa se le hizo levemente conocida– ¡No quiero que le molestes!

Mon Dieu… ¿Desde cuándo necesitáis gritar para comunicaros?

–¡Ha empezado el patatero de mierda!

–¿Patatero de…? ¡No metas a las patatas en esto!

La puerta se abrió. El primero que Antonio pudo ver fue a un rubio con aires de finura, el cual no apartó la mirada de él.

–¿Te han despertado?

El español asintió, aturdido. No se acordaba exactamente de si ellos habían sido los causantes o no, pero… El francés se giró hacia los otros dos, los cuales se habían asomado levemente.

–Os lo dije.

–Mi gran persona se disculpa– Soltó el albino, el cual estaba sujetando la muñeca de un tercero. Parecía que el otro intentaba darle un puñetazo o algo–. Es culpa de este.

–¿Qué…?– El moreno estaba demasiado confundido como para saber qué estaba pasando– ¿Quiénes sois?

–Vaya… Parece que el hermano de Feliciano iba a estar en lo cierto y todo.

–No te jode. Si te parece, voy y os miento– Lovino se soltó bruscamente.

–Podrías pensar que te librarías de nosotros si lo decías– Susurró el francés, mostrando una sonrisa con soberbia mientras negaba con la cabeza.

–¿Hola?– El español fue ignorado.

–¡Por favor! Si sois peores que el herpes genital. Una vez que os engancháis a alguien, no se libra de vosotros en la vida.

Antonio miró algo incrédulo al más bajo de los tres. Con lo mono que parecía… y las pocas frases que había dicho hasta ese momento habían estado llenas de insultos.

–Toño. Soy Francis, tu mejor amigo, y este de aquí es Gilbert, tu otro amigo.

–Que realmente es su mejor amigo ya que soy mucho más asombroso que tú.

–Tú sigue pensando eso… Ya verás el chasco que te llevas.

–Confirmo que Francis es mejor amigo que tú– El italiano guardó las manos en los bolsillos–. Se lo tengo escuchado.

–Chicos…-–El de ojos verdes estaba empezando a cansarse de tanta tontería– Sabéis que en unos minutos voy a olvidar todo, ¿verdad?

Permanecieron en silencio unos segundos, hasta que el rubio decidió volver a hablar.

–Y este de aquí es Lovino.

¿Lovino? ¿Había escuchado ese nombre en algún sitio?

–Es… Es un placer– Sonrió el español amistosamente.

–Es la primera vez que venimos a verte, pero este pequeñín…

–Eh. No te pases– Susurró en voz baja el menor de los cuatro.

–…lleva visitándote todo estos días. Es un buen novio, ¿eh?

–¿Qué?– Antonio abrió los ojos en señal de sorpresa– ¿Novio?

–Francis…– El italiano se llevó una mano a la frente– ¿Recuerdas lo de la sutileza?

–Sutileza es mi segundo nombre.

–Pues úsala bien.

Antonio se dio por rendido y decidió escuchar a los desconocidos hablar. Ni se acordaba de cuál era el tema de conversación. Al menos los comentarios que hacían eran graciosos.

…o…o…o...
Ay. Siento no haber actualizado ayer. Se me fue completamente. Hoy actualizo doble

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