Día 19 tras nuevos sentimientos
...
Por primera vez en un tiempo, Lovino no despertó por culpa de los desagradables sonidos de las obras. Dejó que las dulces caricias en su cabello lo sacaran poco a poco de su trance y abrió los ojos lentamente, comprobando que quien había sido era Antonio, sonriéndole dulcemente y con una bandeja sobre el regazo. Estaba sentado en el colchón, cerca de donde el ítalo descansaba. Lovino bostezó ruidosamente y abriendo la boca tanto que incluso escuchó el sonido de ésta saliendo del sitio por un momento.
-¿Qué hora es...?
-Las ocho y media.
-Te mataría, pero estoy demasiado cansado y lesionado para ello.
El español se rio y dejó la bandeja sobre la mesilla de noche, para volver a acariciar el lacio y desordenado pelo del menor.
-No podía entregarte el desayuno más tarde, y lo sabes. Hoy tengo trabajo.
-Pf... Gracias, Toño... -Sonrió un poco y dejó que Antonio se levantara- Podría haber bajado yo a por él.
-Dijeron que no deberías moverte de cama hasta el cuarto día, además, te tropezarías en las escaleras. Nos conocemos.
Lovino frunció el ceño e infló las mejillas en señal de protesta.
-Ahora bébete la leche antes de que se enfríe. Yo tengo que irme ya o no me dará tiempo a llegar a la parada de autobús.
-¿Leche? ¿Qué te crees que soy, un niño de cinco años...?
-Era por si querías dormir más tiempo. El café te espabilaría- Sonrió, orgulloso consigo mismo por ese razonamiento-. De todas formas, nos vemos Lovi.
Cerró la puerta tras de sí, dejando al inválido temporal solo de nuevo, aunque todavía con la calidez de sus caricias sobre la piel de Lovino.
Éste se dejó caer sobre el colchón y comenzó a rodar, completamente ilusionado y sin poder mantener la felicidad que le embargaba al ver al moreno tan dulce con él. Se detuvo al sentir dolor en su pie y gruñó por lo bajo. Cuando volvió a incorporarse, prestó atención a la bandeja a su lado. Olía realmente bien, incluso para ser un simple plato con un par de tostadas con mermelada de melocotón y un tazón de leche y al lado...
Lovino frunció el ceño. Eso le había dolido, por supuesto que lo había hecho. ¿ColaCao? Como si él fuera tan estúpido como el español para preferir éste al Nesquik. Suspiró pesadamente y sonrió, recordando que esas estupideces habían ocasionado más de un debate realmente serio entre ambos, y todo por saber cuál era mejor. Al final siempre terminaban en empate y bebiendo chocolate caliente sentados en el sofá, pues el chocolate ganaba a ambos por diferencia. El ítalo se llevó la taza a los labios y bebió, tratando de mentalizarse de que, seguramente y no dentro de mucho, volvería a vivir momentos como aquellos... o quizás Antonio tendría dos dedos de frente y decidiría aceptar que su opción era la peor.
Despertó al cabo de tres horas, sintiendo el estómago mareado y mal sabor de boca. Iba a levantarse, mas al apoyar el pie en el suelo tan sólo un segundo ya se arrepintió. Hizo un quejido agudo de dolor y se dejó caer en el colchón de nuevo. Estúpido esguince, estúpido resbalón, estúpido Antonio por no estar ahí para traerle el hielo tan necesario. Dejó su tobillo sobre un montón de cojines y decidió matar el tiempo en internet.
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Antonio llegó cerca de la hora de siempre, mas Lovino estaba tan absorto en el juego de su móvil que ni cuenta se dio de que acababa de entrar en su habitación hasta que lo escuchó caminar.
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¿Lo recuerdas?
RomanceLa vida de Lovino era simplemente maravillosa. Puede que no tuviera muchos amigos, ni un buen trabajo, pero no podía ser más feliz al lado de su prometido. No obstante, ¿qué pasaría si de un día para el otro esa persona tan especial ni se acordara d...