Día 3 tras nuevos sentimientos

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Día 3 tras nuevos sentimientos

...

Lovino maldijo por decimoquinta vez en ese minuto. No se explicaba cómo aquel pegote de harina no salía ni echándole aguarrás. Su indignación era tal que había puesto a esa mancha en su lista de cosas y personas que odiaba.

Terminó por rendirse al minuto y medio. Tampoco es que llevara mucho más intentando terminar de limpiar la cocina. Mucho ya había sido que no hubiera roto más cosas al manejar la fregona como si se tratara de una serpiente venenosa.

Se dio la vuelta, dispuesto a rendirse, cuando prácticamente pudo escuchar las burlas de esa mancha, esa mancha de masa reseca que se había negado a salir, y decidió ir a coger algo más potente que detergente. Tras volver, miró a su enemiga, y esta obviamente no le devolvió la mirada ya que no tenía ojos. Encendió el mechero y se dispuso a atacarla.

–Buenos días, Lo... ¿Lovi?

El español sonaba somnoliento al comienzo de la frase, pero al ver las intenciones de su compañero, se despertó un poco.

– ¿Q-qué estás haciendo? Dime que no vas a usar el desodorante y el mechero para hacer un lanzallamas...

El menor arrojó las pruebas hacia un lado, tratando de ocultarlas.

–¡No digas tonterías! ¿Por qué iba a hacer algo así?

Antonio se cruzó de brazos y alzó una ceja, mostrando una sonrisa... ¿burlona?

–Ya. Déjame a mí...

Cogió un trapo y trató de quitarla, aunque lo único que consiguió fue decepción.

– ¿Qué pasa, señor perfecto? ¿Acaso un pegote de harina puede contigo?– Preguntó el ítalo con sorna.

– ¿Estás seguro que usaste harina y no cemento de la obra de al lado?

Al final tuvieron que usar una espátula.

Lovino observó en silencio cómo el mayor se entretenía tratando de quitar aquello del suelo. Con cierta duda, decidió retomar una conversación.

– ¿Has pensado en volver a estudiar?– Preguntó, viendo a la espalda del moreno. Quizás bajara un poco la vista, pasando de largo esa zona precisamente.

El español se giró hacia él y le prestó atención. Se encogió de hombros y siguió a lo suyo.

–No sé. No lo había pensado. Quizás se me ha pasado un par de veces por la cabeza el tratar de volver a mi antiguo trabajo, pero, no sé. De momento no estoy seguro de muchas cosas.

El menor se sentó en el suelo se cruzó de brazos, todavía algo pensativo.

– ¿Por qué lo preguntas, Lovi?– Añadió, tras acabar su propósito y sentirse realizado.

–Yo lo he pensado un par de veces, pero en mi caso, quiero decir. Como tenía trabajo, no estaba seguro.

–¿Qué estudiarías?

–Tengo medio ciclo de repostería hecho, y me gustaba más que la puta cocina, pero tuve que dejarlo por problemas.

Antonio lo miró con un deje de confusión.

–¿Problemas?

–Digamos que "alguien" se llevó un "golpe" "accidentalmente" por una "pequeña" "discusión" porque tenía un día "malo".

Tanta comilla le había freído el cerebro a Antonio.

–Entonces... ¿Qué le hiciste exactamente a esa persona?

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