Capitulo 6

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Miedo.

Exactamente, ¿A qué le llamamos miedo?

Puede ser un sentimiento de terror, angustia, que es provocado por la presencia de algo peligroso, algo que nos puede dañar, algo que dañaría a los que nos rodean.

O tal vez, le décimos miedo a todo aquello que se sale de nuestro control, que no podemos sobrellevar y que en cierto modo, nos asusta el no tener el dominio de la situación.

Yo especialmente, le temía a lo que estaba fuera de mi alcance, que saliera de mi zona de confort, algo que no pudiera controlar y que destruyera todo lo que está a mi alcance.

Mi gran miedo ahora, tiene color, y mi subconsciente se encarga de hacerme ver ese color todo el tiempo, impidiéndome tener tranquilidad en mis pensamientos, esa peculiar tonalidad carmesí que me detiene la respiración, de la que ahora dependo completamente, que mantiene mi vida activa, o al menos ahora lo hará.

Le tengo miedo a esto que soy, a esto que desconozco, a no saber controlarme y acabar con todos, con todo, si esta ciudad estaba rodeada de lo sobrenatural, y era atrayente, no era la única vampiro, tal vez había más, tal vez no solo había vampiros, mi madre dijo que la ciudad no es lo que yo creo, así que debe haber más seres fuera de este mundo, y algo en el fondo me decía que corría riesgo ahora.

Si, era un vampiro, el depredador sobrenatural más temido de todos los tiempos, pero había algo más, algo que no sabía y que era relevante para mí ya que dependía de ello. Tenía la idea de que al ser vampiro sería como las películas, o los libros, tendría súper fuerza, mucha velocidad, hasta podría leer mentes, era de las pocas cosas que me emocionaba, me tenía ansiosa el hecho de saber que puedo ser superior a muchas personas.

Mi cuarto se encontraba en un profundo silencio, sólo se escuchaba mi cansada respiración, todo este tiempo no pude dormir, una presión en mi pecho no me lo permitía, estaba cansada, débil, mi piel había tomado un color muy pálido, tal vez era parte de la transformación.

No sentía los latidos de mi corazón, mi cuerpo estaba completamente frío, mi boca estaba seca, mis venas se marcaban de un color oscuro resaltando en mi pálida piel.

-Necesito... Agua- dije para mí misma.

Me levante de mi cama, sintiéndome algo mareada al levantarme, y a pasos torpes fui hacia la puerta tomándome de todo lo que me encontraba en el camino para sostenerme y no caer. Las escaleras fueron todo un reto, y los barandales de los lados me parecían muy pequeños, cada paso que daba mis piernas flaqueaban más y más. Al tocar el suelo del primer piso, en la sala, me tomaba de las paredes para ir a la cocina, ya ahí me recosté en la isla y respiré varias veces buscando que el cansancio acabara.

Tomé una botella del refrigerador y la bebí toda de un solo trago, desesperada por quitarle lo seco a mi boca y calmar esta sed insaciable que tenía. Sin embargo, nada pasó, seguía igual, con sed, la boca extremadamente seca y constantes mareos, además mis venas quemaban y sentía palpitaciones de estas.

La puerta principal se abrió lentamente y enseguida de esta entro mi madre con una bolsa negra en su mano derecha, entrando a hurtadillas a la casa, imaginaba que no quería que nadie la viera, al cerrar la puerta se giró y se apoyó en esta, suspiró entrecortadamente, como si hubiera corrido mucho. Me vio como si supiera que ya estaba ahí y corrió muy rápido conmigo para abrazarme.

No me sorprendí, pero no podía corresponderle, mi mente se encontraba en otro lugar y en el momento en el que se me acercó mis venas comenzaron a quemar más que antes, mi cabeza comenzó a palpitar y empecé a sentir mucho dolor en esta, separé a mi madre de mi empujándola levemente y me tomé la cabeza entre las manos, mi respiración se comenzaba a entrecortar y ya empezaba a entrar en la inconsciencia.

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