V: Cuidados

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•Gareth•

Aún no me creía lo que le acaba de hacer a ese pobre chico, es decir, si lo disfruté y todo —Cassidy tenía razón cuando dijo que era el mejor— pero no esperaba hacerle daño.

Debido a eso tuve que llamar a Marcus, ya que el pequeño dijo que no quería ir a un hospital, normal, no conocía a nadie a quien le gustara ir a un hospital.

Llevaba esperando como media hora a que Marcus saliera del cuarto, si, me echó de mi propio cuarto y por eso tuve que esperar en la sala. Él era mi amigo desde que estábamos en primaria, recuerdo que su sueño era convertirse en un gran doctor, y lo había logrado, era uno de los mejores doctores privados que pudieran existir, lo bueno es que a mí me consultaba gratis, aunque algo me decía que está vez no lo haría.

— He terminado — dijo de repente saliendo de la habitación y cerrando con cuidado la puerta a su paso.

— ¿Cómo está? — pregunté con clara preocupación.

Él solo me dirigió una fulminante mirada y después empezó a hablar.

— ¿Te das cuenta de la hipocresía con la que hablas Gareth Moyer? Primero lo dejas así, ¿¡y ahora te preocupas por él!? — gritó en susurros, supongo que para no despertarlo mientras yo seguía procesando sus palabras y tratando de encontrar la respuesta correcta a sus preguntas.

— Te juro que no le quise hacer daño, me dejé llevar, lo sé, fue un grave error pero...

— Pero de todas formas no te importó, el chico en verdad está mal, las heridas que le causaste solo abrieron otras que ya estaban antes, eso quiere decir que no es la primera vez que le ocurre algo así — dijo con la preocupación clavada en su rostro, ¿así que no era la primera vez que le pasaba esto? ¿Y por qué no le informó a Cassidy?

— ¿Y cómo sigue?

— Por ahora bien, lo he anestesiado un poco y le he dado un par de medicamentos para que se recupere más fácil, pero lo mejor será que descanse — dijo viéndome mal.

— Está bien, ya entendí, lo dejaré descansar y cuidaré de él hasta que se recupere — hablé como niño regañado y rodando los ojos.

— ¿No es mejor devolverlo? — preguntó, si, le había contado toda la historia desde el principio porque era un gran amigo de confianza y sabía que no diría nada a nadie, además, ya sabía de mis gustos, así que fue más fácil.

— Me lo dio por una semana, así que creo que lo cuidaré hasta entonces y luego lo dejaré en paz — respondí un tanto pensativo, la verdad me agradaba ese chico, y el solo hecho de pensar a otro hombre tocándolo y haciéndole lo mismo que yo, incluso dañándolo, me provocaba algo que no podía explicar.

— Está bien, bueno, me retiro, ya sabes cualquier cosa me llamas y estaré aquí en seguida, cuida mucho de él y dale de comer bien, está muy delgado y así será más fácil su recuperación.

— De acuerdo, te acompaño — dije dirigiéndolo a la salida del departamento. Lo despedí y en seguida fui a ver cómo estaba Dallen.

Abrí la puerta de mi cuarto y al entrar lo vi acostado, durmiendo plácidamente, su rostro sin preocupaciones se veía tan hermoso, en verdad que este chico era una joya, una que había sido explotada al máximo y ya no brillaba como antes. Me preguntaba cómo debía de haber sido antes de meterse a ese negocio y por qué escogió eso y no otra cosa algo más... ¿sana? No tengo idea, pero cuando despierte tendré que preguntarle.

Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, Marcus había dicho que debía comer bien, y no era por presumir pero era un excelente cocinero, bueno, por lo menos podía sobrevivir así que eso ya era algo, aunque siempre me gustó la cocina por lo que aprendí muchas recetas de mi mamá y abuela.

Temporalmente Mío (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora