Prólogo

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— ¡Niños, vengan rápido si no quieren ser castigados! — gritó una de las cuidadoras desde fuera de nuestro cuarto.

— ¡Ya vamos! — respondí por los dos mientras terminaba de acomodar nuestra maleta lo más rápido que podía.

— Dallen, ¿cómo crees que serán nuestros padres? — preguntó Erick, mi compañero de cuarto y mejor amigo, balanceando sus pies que colgaban desde la cama superior de la litera.

— No lo sé, pero estoy seguro que nos darán de comer todos los días — respondí terminando por fin la maleta de los dos, no teníamos demasiada ropa por lo que cabía todo en una pequeña y descuidada maleta.

— ¡Si! Y además estaremos juntos, ¿no es genial? — exclamó entusiasmado, de los dos creo que él era el más emocionado por tener una familia, además de que seguiríamos juntos como siempre lo hemos estado.

— ¡Lo sé! ¿Crees que tengamos más hermanos? — al final me había contagiado su emoción.

— No tengo idea, ¡¿por qué no vamos a averiguarlo?! — dijo saltando de la cama y cayendo justo a mi lado.

— ¡Vamos!

Salimos de la habitación sin siquiera despedirnos de ella, no es como si la fuéramos a extrañar, corrimos por los pasillos mientras la maleta hacía mucho ruido logrando así atraer las curiosas miradas de los niños que se encontraban alrededor, íbamos tomados de la mano para así llegar y ver al mismo tiempo a nuestros nuevos padres, por mi cabeza pasaban muchas preguntas, ¿cómo serían? ¿Nuestra mamá sería linda? ¿Nuestro papá sería trabajador? ¿Serían amables? ¿Nos amarían? Todas esas dudas quedaron contestadas en el momento en que nos detuvimos frente a una mujer seria, tenía ojos color miel muy hermosos y cabello castaño, llevaba una blusa de botones blanca, una falda rosa pastel que llegaba abajo de las rodillas, unos tacones negros y un gran bolso del mismo color, a su lado había un hombre de traje, un poco más alto que ella y con lentes por lo que no podía apreciar su rostros, tenía el cabello negro y bien peinado, su presencia intimidaba hasta a la cuidadora que estaba a nuestro lado pero estaba seguro que detrás de esa apariencia había un hombre amable.

— Chicos — habló la cuidadora un poco nerviosa — ellos serán sus nuevos padres, preséntense.

— H-hola, mi nombre es Erick y tengo diez años — se presentó mi mejor amigo apretando más mi mano la cual no había soltado desde que llegamos.

— Mi nombre es Dallen y tengo diez años, un gusto — traté de sonar seguro aunque creo no haberlo logrado.

— ¡Qué lindos niños son! Les prometemos — dijo aquella mujer tomando la mano del hombre a su lado — que los vamos a cuidar muy bien — finalizó con una sonrisa.

— ¡Si! — respondimos al unísono con una sonrisa llena de inocencia, tal vez la última que tendríamos.

— Bien, él los llevará al auto para dejar la maleta, síganlo ya los alcanzo — dijo la que sería nuestra nueva madre.

Obedecimos y seguimos al hombre de traje negro que nos guiaba hacia la salida de aquel espantoso lugar, cuando Erick iba a tomarle la mano él la apartó rápidamente sin dignarse a vernos, mi amigo hizo una mueca pero yo lo tranquilicé con una sonrisa a lo que él también sonrió, finalmente llegamos y delante nuestro había una camioneta negra muy elegante y grande, se notaba que tenían dinero.

— Suban — por fin escuchamos la voz de aquel hombre, era grave, profunda y para nada agradable pero no le tomé importancia, subimos, yo aún con la maleta, el interior era espacioso y cómodo, al terminar de subir el hombre cerró la puerta e inmediatamente le puso seguro, estaba algo impresionado, creí que serían más amables.

Después de un rato esperando en silencio solo Erick y yo dentro, se escuchó como abrían la puerta del piloto y seguidamente la del copiloto para luego ser cerradas con fuerza.

— Escuchen mocosos — habló la mujer mientras se daba vuelta en su asiento para observarnos — ustedes no van a a ir a ninguna casa nueva, ni los vamos a cuidar, ustedes trabajarán para mí y harán lo que yo diga, de ahora en adelante me llamaran señorita Cassidy, ¿entendido? — ordenó la "señorita Cassidy", no sabía por qué nos hablaba de esa forma si antes nos había tratado tan bien.

— Pero... — trató de hablar Erick en un hilo de voz.

— ¡Sin peros! Ésta será su vida de ahora en adelante y no pueden renunciar a ella, dentro de poco verán a sus primeros clientes, quiero que se comporten o las consecuencias serán graves, ¿quedó claro?

— Espere, ¿cómo que clientes?

— Ya te lo había dicho niño, ¡pon atención! Van a trabajar para mí y dentro de poco tendrán a su primer cliente, al llegar a los departamentos les daré instrucciones, no más preguntas por ahora y no quiero escuchar ni un ruido hasta que lleguemos — finalizó regresando su vista al frente mientras el hombre que supuestamente tendría que ser nuestro "padre" manejaba por rumbos para nosotros desconocidos.

— Dallen — susurró mi amigo — tengo miedo.

— No te preocupes, estaremos bien — susurré igual para calmarlo, lo abracé y nos mantuvimos así durante todo el trayecto.

Quién diría que nuestra peor pesadilla estaba por comenzar...

Temporalmente Mío (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora