XIII: Dos pájaros de un tiro (parte 2/2)

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•Erick•

Me encontraba sentado con Steve y Keith en la mesa que habíamos separado para cenar juntos, pero tenía un pequeño dilema...

No tenía a mi pretendiente para el plan de Steve.

El caso fue que el pelirrojo me arrastró — literalmente — hasta el comedor para no quedarnos con las sobras de la cena y así poder tomar cuanta comida quisiéramos, una ventaja muy favorable.

Pero al muy idiota no se le ocurrió que no me dio tiempo de pensar en quién me podría ayudar con su absurdo plan.

Aunque tal vez...

— Hey Steve — hablé entre susurros de manera que sólo él y yo pudiéramos escuchar, Keith estaba muy concentrado comiendo su cena como para prestarnos atención — ¿podrías tú ayudarme a darle celos a Keith? — pregunté casi rogándole.

Obtuve una exagerada tos como respuesta, a lo que rodé los ojos y le di unas palmadas en su espalda para que dejara de toser. Bebió un poco de su jugo de manzana y procedió a responderme.

— ¿Estás loco? ¿Y si deja de hablarme porque piensa que tenemos algo? No podría vivir con eso — susurró de igual forma aunque con algo de sarcasmo en lo último, le di un pequeño golpe en la cabeza obteniendo un quejido de su parte.

— Tú eres el loco, ahora te aguantas que es tu propio plan — le respondí gritando en susurros. Rodó los ojos y sin verme, asintió repetidas veces dándome a entender que estaba de acuerdo, aunque no era como si tuviera otra opción.

El plan estaba a punto de comenzar.

— Sigo teniendo hambre pero ya no queda nada, los animales de nuestros compañeros siempre arrasan con todo — hablé en voz alta con un pequeño puchero al final, llamando la atención de el castaño y del pelirrojo, al cual le guiñé un ojo disimuladamente esperando que captara el mensaje.

— Tú siempre tienes hambre Erick, ten, toma un poco de mi carne — Steve comenzó a partir a la mitad el pedazo de carne que le quedaba para ponerlo en mi plato.

— Wow ¿de qué me perdí? Steve tú amas la comida y aunque te ruegue y te diga que me estoy muriendo de hambre, tú siempre me dices que no, ¿desde cuándo son tan cercanos? — preguntó Keith alternando su mirada de Steve a mi y así sucesivamente.

— Tal vez desde que pasas más tiempo trabajando que aquí, además, él es un niño en pleno desarrollo, tú ya tienes veintiuno, o ¿acaso te molesta que sea yo y no tú quien lo consienta? — dijo con tono burlón, haciendo que el castaño le dirigiera una mirada de advertencia.

La tensión era tanta que podía tocarla, una silenciosa batalla se estaba llevando a cabo entre los ojos miel de Keith y los verdes claro de Steve, la cual podía pasar fácilmente desapercibida, pero para mí desgracia, me encontraba en medio de ella.

Hasta que una voz nos sacó de nuestros pensamientos.

Y a todos los presentes.

«Erick y Keith favor de pasar a la oficina central, repito, Erick y Keith favor de pasar a la oficina central»

El miedo que sentí en ese momento fue inimaginable. Esa voz pertenecía a Cassidy, al igual que esa oficina, y esa mujer nunca llamaba a los chicos para cosas buenas, estaba temblando.

Keith no se quedaba atrás, su rostro pálido lo hacía parecer enfermo, y su mirada se perdía en algún punto que no terminaba de comprender.

Nos levantamos casi al mismo tiempo para ir a la oficina, di un rápido vistazo a Steve que aún seguía en nuestra mesa, en sus labios puede leer la palabra "suerte" y yo le respondí igualmente "gracias".

Temporalmente Mío (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora