XIV: Riesgos

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•Erick•

Después de lo sucedido con Keith, fui a mi habitación para descansar un poco antes de tener que dejar esas comodidades. A la mañana siguiente, a primera hora, recibí un llamado de Cassidy para que me alistara y ordenara lo que necesitara esa semana que estaría fuera en una pequeña maleta.

Cuando bajé a la recepción, Mathew, el tipo que había causado todo el problema, se encontraba más que ansioso por llevarme con él, podía notarlo en sus pantalones y en la sonrisa maliciosa que me dirigió una vez estuve frente a él. A su vez, Cassidy estaba esperándome a su lado, hablado por su celular último modelo sobre quién-sabe-qué cosa.

Al notarme, dijo unas últimas palabras a la persona al otro lado de la línea y colgó para darme una sonrisa, una que significaba "no hagas nada estúpido o lo sabré".

Si hubiera sabido lo que haría...

— ¿Ya tienes todo listo Erick? El caballero tiene asuntos pendientes que necesita terminar ahora y tú has tardado mucho en prepararte — habló con su irritante voz.

Caballero no era un adjetivo que podía calificar a ese hombre, musculoso a más no poder, la palabra "sádico" le quedaba corta, no conocía el término piedad ni tampoco tenía algo de vergüenza o remordimiento, pero me limité a asentir en su dirección.

Tenía que portarme bien, tan sólo unos momentos.

— Si es así, entonces ya puedes llevártelo Mathew, espero y lo disfrutes tanto como la última vez — volteó a verlo con una alegre sonrisa, como si estuviera vendiendo un producto bastante caro a un comprador que ofreció más de lo que costaba.

— Pero si a penas han pasado dos días desde que lo tuve en mi cama — rió como si contara el chiste más bueno de la historia — créeme que no he olvidado absolutamente nada sobre él — y la mirada que me dedicó fue de pura lujuria. Asco total.

Seguido de esto, hizo un gesto para que me acercara, lo cual hice tratando de dibujar una sonrisa en mi rostro.

Tomó mi pequeña maleta y con su mano restante me sujetó por el hombro para indicarme el camino hacia una camioneta azul marino, en la cual ya había subido anteriormente.

Si mal no recordaba, la primera vez que estuvimos juntos me llevó a un hotel, pero no cualquiera, sino uno muy lujoso. Con un poco de suerte, esperaba que me llevara al mismo lugar, ya que no estaba tan lejos del edificio y podía ubicarme un poco en esos rumbos.

— No estés tan nervioso cariño, prometo tratarte bien — podía percibir el cinismo en su voz. Me miraba por el retrovisor, ya que me negué a sentarme a su lado. Volví a sonreírle y pareció satisfecho con eso.

Efectivamente, llegamos al hotel de esa vez, lo recordaba perfectamente ya que sus puertas y el lobby eran exageradamente grandes. Por veces deseaba que Cassidy utilizara parte del dinero que ganaba para mejorar el edificio y convertirlo en algo así.

Pidió una habitación, pero esta vez para toda la semana. Pensaba aprovecharme al máximo.

Iluso.

Al parecer no especulaba en gastos, ya que la habitación a la cual me llevó era extremadamente lujosa. Contaba primero con una no tan pequeña sala, con sillones blancos que se veían muy suaves, a un lado se encontraba una isla y una pequeña cocina que contaba con un refrigerador y una estufa rodeada de algunos gabinetes. Y al frente de la sala había una puerta por la que entramos a la que sería la habitación principal, donde arrojó mi maleta a un lado para sentarse en la inmensa cama para admirarme. No me quejaba, la disfrutaría lo que durara.

— Así que... ¿podemos empezar ya? Mi cuerpo te reclama, lindo — empezó por quitarse la camisa, para después palmear sus muslos, en señal de que me sentara sobre él.

Temporalmente Mío (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora