EL MAESTRO DEL SEXO

LA CARRETERA

Mis papás no estaban de acuerdo con que pasará las vacaciones fuera de mi casa con un extaño para ellos. Mi mamá gritaba que era una pésima idea, y mi papá simplemente no estaba dispuesto a darme algún centavo para el viaje.
—Mamá, quizá suene muy estúpido... pero, en serio necesito este viaje, y si esto te pone nerviosa; te juro escribir, llamar y contestar cada vez que se requiera. —Mi madre negaba con la cabeza, pero su rostro mostraba preocupación
—tengo miedo a que algo malo llegará a pasarte.
—Mami —Toqué sus mejillas —ya  no soy un bebé para no saber que está mal y bien. Puedo tomar mis propias decisiones y también puedo cuidarme por mi mismo. No deberías preocuparte... Además, este viaje me ayudará a convivir más con mis compañeros y no sólo amargarme la vida. —Despues de quince minutos, mi madre aceptó.

Ross había guardado varias cosas a la cajuela, incluyendo mis maletas. Yo no tenía idea de a donde íbamos, pero me emocionaba la idea de conocer a Ross desde otra perspectiva.
—¿Estás listo? —Ross cerró la cajuela y subió al auto
—Listo.
Mentiría al decir que no estoy asustado, pero es mas mi emoción que esta logra terminar con cualquier señal de temor.
Prendo el radio y suena una de mis canciones favoritas de *Hamilton*.
—Vaya, es raro escuchar una canción de hamilton en la radio. —Ross muestra una sonrisa sin despegar los ojos del camino. —Sabes, siento que esa canción es muy poderosa. Me gustaría que sonara cuando esté frente al altar a punto de casarme. —Ross no deja de sonreír y me voltea a ver con mucha precaución ,y suelta una estrofa de la canción.
—¡Helpless!, look into your eyes, and the sky's the limit... ¡I'm helpless! down for the count, and I'm drownin' in 'em —Vuelve a ver al frente.
—¿Conoces Hamilton? —Intento no perder los estribos.
—Claro, y también amo esa canción. —Me guiña un ojo.

Pasamos horas en la carretera, y en cuanto vamos dejando nuestras vidas atrás, el sol comienza a ocultarse tras las montañas.
—Ross, hace frío... ¿Podrias subir el vidrio?
—Claro. —En seguida lo subió, y comenzó a estacionar el carro frente a un local que bien podía pasar por un restauran de alta categoría.
—¿No tienes hambre? —Cuando termina de decir esa ultima frase, el estómago empieza a rugir.
—sí, creo que es una buena idea el comer algo y después continuar.

Al entrar al lugar, todo era completamente rustico y él servicio, era de categoría.
—Ross, creo que esto costará un ojo de la cara. —Ross ignoró mi comentario y fue a sentarse a la mesa mas sercana y disponible que encontró.
—Descuida, contamos con lo suficiente para comer esta noche.
Ross comenzó a ver el menu, y sin decir nada al respecto, también hice lo mismo que él. Los precios eran exagerados, y las bebidas costaban mas que en cualquier sitio.
Ross pidió un plato de arroz con sopa y una platillo que constaba de carne y ensalada. Por mi parte, pedí lo mas económico que encontré en el menú, y lo mismo hice con la bebida.
Mientras traían nuestra comida, Ross no dejaba de mirarme a los ojos
—¿Qué? —Pregunté mientras soltaba una risa —¿Soy o me parezco? —No dejé de sonreír para que supiera que solo estaba jugando.
—Eres —Contestó — y estoy feliz de que seas justamente la persona que me está haciendo feliz en estos momentos. —Sentí las mejillas coloradas. —Amo cuando te sonrojas.
—Basta, harás que me de un coma diabético con tanta dulzura —Trate de calmarme para que las mejillas volvieran a mi tono natural.
El mesero traía la charola con los platillos que habíamos pedido, y en seguida nos traían nuestras bebidas que habíamos pedido.
—Refresco de cola para el joven y agua de horchata para el caballero.
—¡Gracias! —Ross le mostró una sonrisa al mesero mientras este se alejaba de la mesa.—Bien, pues a disfrutar la comida, joven —Ross soltó una pequeña carcajada y se llevo un bocado a la boca.
Al final, pedimos la cuenta y dejamos un poco de propina para el mesero que nos atendió en esta magnífica noche.
—Todo estuvo de maravilla —Mencionaba Ross mientras subíamos al auto.
—Sí, el único problema, Ross... es; ¿en donde vamos a dormir?
—Descuida, está noche podemos descansar en el auto. Ross se encargó de acostar el sillón de atrás como si fuera un colchón y colocó una cobija que tenia en la cajuela. Cuando encontramos una gasolinera, ambos termiamos acostados en la parte trasera del auto, abrazandonos, mientras que el calor de nuestros cuerpos, nos calentaban en esta velada tan helada.

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Bueno, muchas gracias por estar leyendo mi novela,  capítulo tras capítulo.
También les quiero agradecer a aquellos que comentan y dejan sus estrellitas en cada uno de los capítulos.
Gracias a los que me siguen y sobre todo... Gracias a los que siguen mi novela día con día.
Nos vemos en la siguiente actualización.