EL DESPERTAR DE LOS CAÍDOS

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ACTO III “Yo no estoy solo…” 

El muchacho comía presuroso. Luca lo observaba con una sonrisa. 

-¿Dónde vives jovencito?- preguntó el cura. El chico subió el rostro en una ráfaga y le espetó con algo de indignación: 

-¡Soy una chica!- Luca abrió bien los ojos y solo atinó a decir: 

-Disculpa… yo no…- pero a la muchacha ya no parecía importarle mucho todo aquello, y siguió comiendo. El joven cura pestañeó. 

-Mi nombre es Cristina.- Luca la miró asombrado… parecería ser que el hielo había empezado a derretirse un poco. Sonrió con dulzura, y le dijo: 

-Yo soy el padre Luca, mucho gusto… -aprovechó entonces para averiguar más acerca de su salvadora… de alguna forma se sentía conectado a ella.:-¿Dónde vives?- Cristina volvió a mirarlo, fueron solo dos segundos, los suficientes para que el sacerdote notara bondad en ella. La muchacha desvió los ojos hacia un lado: 

-Por ahí…-le respondió, casi con un hilo de voz. Luca no quiso incomodarla más, pagó la comida y salieron juntos a la calle. 

-¿Puedo preguntarte una última cosa, Cristina?- Ella se paró algo erguida frente a él. Luca sintió que de alguna forma mantenía el respeto hacia la investidura. 

-Diga Padre.- le dijo. 

-¿Sabes dónde queda el Santuario de La Santísima Trinidad?-La muchacha asintió, y con un dedo le marcó hacia el final de aquella gigante avenida en donde había sido salvado. 

-Tiene que bajar quince cuadras.- 
-Muy bien. Un placer… espero verte pronto.-le sonrió el presbítero. Ella le mostró una mueca que denotaba algo de preocupación y fastidio: 

-Pero trate de no ir como tonto y fíjese bien cuando vaya a cruzar las calles.- Él pegó un respingo, volteó como para querer golpearle la cabeza, pero luego respiró hondo: 

-Bien, trataré.-dijo, ella rió al darse cuenta que el padre había estado a punto de mostrar su lado humano. 

-Se molestó, ¿no es así? JAJAJAJAJAJA-rió luego:-No es tan santo después de todo. -Y Luca sonrió mientras veía alejarse a la muchacha, pensando:

 -“Si me hubieses conocido a tu edad… te aseguro… que era la piel deJudas"-

Luca podía sentir que cada paso que daba le pesaba más y más. Pronto se dio cuenta de que por el tiempo transcurrido… y la distancia… ya debía haber llegado al Santuario… algo allí no andaba bien. Detuvo su marcha… no se había percatado de que la calle de pronto se había vuelto desierta… ni un alma… ni un animal…, las luces comenzaron a titilar. Luca tragó con dificultad… nuevamente aquella sensación en su estómago. Dejó su equipaje y abrazó su abdomen, el dolor se hacía cada vez más intenso. Todo comenzaba a darle vueltas, a los lejos se veían cuatro sujetos que venían riéndose a carcajadas. Debió alegrarse de ver gente… pero algo le decía que aquello no era buen augurio… Las risotadas se oían cada vez más y más fuertes. Los cuatro sujetos notaron la presencia del sacerdote: 

-¡Miren que me encontré!- vociferó el primero. Ahora el dolor se había convertido en un calambre horroroso, que impedía que se moviera con facilidad. El joven cura subió el rostro hacia los recién llegados, sus voces le taladraban los oídos, decían palabras groseras y se burlaban de su apariencia. Y entonces vio… en la mirada de aquellos hombres, la maldad. 

-¡Justo que nos estábamos aburriendo! Nos envían este cura… a ver muchachos… quién quiere comenzar.- Invitó el que parecía ser el líder. Luca vio que uno se preparaba a patearlo en la cabeza, entonces tomó con dificultad el rosario de su bolsillo, y comenzó a invocar: 

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