El Despertar de los Caídos

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Acto XIII
EL ROSTRO DE DIOS

Gianni llegó a una habitación obscura, cerró la puerta, y se quedó parado frente a la ventana. Sabía que él estaba allí.

-Gianni… ¿qué pasa?-resonó la voz, proveniente desde la oscuridad.-Otra vez has dejado solo a uno de mis
hijos.- -Tus hijos son unos idiotas… no recibiré en mi cuerpo más daño por ellos. Se pierden en su ego y olvidan que están peleando contra guerreros del cielo.-dijo el Ministro, haciendo una mueca de fastidio.

-¿Conoces la idea que he puesto en grandes líderes mundiales… “Divide y vencerás”?-volvió a resonar la voz,
Gianni arqueó las cejas perplejo.

-Sí, la conozco… pero… ¿qué quieres decir con eso?-

-Ellos han vencido a mis hijos estando unidos… y ese sacerdote siempre metido en medio. Si logramos dividir
sus fuerzas… será fácil ganar.-

-Vas a hacer que los tres caídos se enfrenten a cada uno de ellos. ¿No es así?-

-Así es, Ministro. Y tú… matarás a tu hermano.-Gianni abrió los ojos asombrado con el pedido de Satanás.
Luego dirigió su mirada hacia la ventana. Y dijo: -Y entonces… habrá acabado todo.-

-Te equivocas Gianni… será el inicio de mi nuevo reinado.-Una risa horrendamente electrizante hizo temblar el lugar.

Los ángeles habían estado durmiendo todo el día, Luca era el único que no estaba exhausto. El poder redentor
de Suriel había sanado todas sus heridas. Realmente eran muy fuertes.
Pero Luca sabía que todo eso aún no había terminado. Sentía que el enemigo no se quedaría tranquilo con dos batallas perdidas. Y lo que se traerían entre manos sería aún más terrible.

-¿Qué sucede Ministro?-preguntó el Cardenal, Luca se vio como despertando de sus pensamientos.

-No es nada, Cardenal… estaba pensando… que el Maligno tomará nuevas estrategias… y temo por la
inexperiencia de estos jóvenes.-

-Sin embargo…-dijo el Sumo Pontífice:-Lo han hecho bastante bien hasta ahora, ¿no lo cree?-Luca sonrió:

-Eso es porque han trabajado en equipo.-

-Además…-agregó el Cardenal:-En la última batalla han desplegado sus alas, ¿no es así?-la sonrisa de Luca se
hizo aún más amplia, y asintió en silencio. -Entonces ya no hay nada más que temer. Confiemos en que Dios les dará las fuerzas necesarias para vencer.-
terminó diciendo el Cardenal. Pero había algo en el corazón de Luca que hacía que se sintiera inquieto.

El sonido del mar se apoderaba de los sentidos de Damián, su plácido sueño reparador se había convertido en
pesadilla. Oscuras manchas se apoderaban de la imagen del mar que se teñía ahora de negro. A lo lejos un
muelle, y tres figuras que le parecía conocidas.

El joven médico se despertó sudoroso, sus compañeros despertaron junto a él, al verlo tan alterado le
preguntaron:

-¿Qué sucede, Damián?-

-Están llamándonos… en el muelle…-dijo el joven, Cristina y Pablo se pusieron de pie.

-Hay que avisarle al curita.-dijo Pablo, Damián los detuvo:

-Esta vez eran tres.-

-Quieren terminar con esto pronto.-observó Cristina.

-Sí, nosotros también. Vamos.-ordenó Pablo, y los tres salieron de la habitación.

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Una vez notificado Luca, se prepararon para marchar rumbo al muelle. Esta vez el joven Ministro tenía un mal
presentimiento. Al llegar, entraron en un inmenso galpón abandonado. Era una mañana fría y gris, y el aroma a agua salada estaba en todo el sitio. De pronto salieron de entre unas pilas de cajas metálicas, tres personas de vestimentas llamativas. Y por
detrás, Gianni, con una sonrisa extrañamente triunfadora.

EL DESPERTAR DE LOS CAÍDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora