El Despertar de los Caídos

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ACTO VIII Débil e Inútil 

La mañana llegó en un suspiro. Luca acababa de bañarse, se vistió con su sotana negra, se colocó la boina negra… se acercó a su mesa de luz y tomó sus armas: la Biblia y el Rosario. Las besó. Respiró profundo. Con lentitud se acercó a la ventana, corrió la cortina para contemplar la ciudad. Los rayos del sol no se apreciaban muy bien en esa gran jungla de cemento. Sonrió con un deje de tristeza, y salió de su cuarto. 

-¿Dónde aprendiste demonología?-preguntó Damián a Pablo, éste lo miró, y al instante bostezó, en medio del bostezo contestó rascándose la cabeza: 

-Pues… siempre me llamó la atención… leí mucho sobre eso y mitología… y esas cosas…-Los tres guerreros caminaban por un pasillo hacia un cuarto, estaban siguiendo al grupo de clérigos, y por detrás de estos jóvenes, iba Luca… meditabundo… con un deje de preocupación en su rostro. Ni bien hubieron llegado al sitio, los tres ángeles quedaron petrificados… frente a ellos se alzaban tres inmensas cruces de madera, que rodeaban una plataforma en cuyo centro yacía inerte un reclinatorio. 

-¿Qué es esto?-preguntó Cristina.

El Cardenal se puso en frente de ellos y dijo: 

-Es la Sala de los Santos. En donde se lleva a cabo el rito de Moritur et Orbitur, que significa morir y renacer. Aquí es donde ustedes recobrarán su memoria.- 

-Y… nosotros… ¿debemos subir a esas cruces?-preguntó Pablo, que en realidad era lo único que le estaba preocupando. 

-Así es…-sentenció el cardenal. 

-Pero no van a clavarnos como a Cristo, ¿o sí?-preguntó Damián, en sus ojos se denotaban un deje de espanto. 

-No, no… no es así como funciona…-trató de calmarlo el sacerdote de mayor jerarquía. Fue entonces cuando Luca habló por primera vez en el día. 

-Para recobrar la memoria… deberán enfrentarse con Satanás en persona. Subirán a la cruz, e inmediatamente comenzarán a luchar contra él. Sólo si vuelven a enfrentarlo… a verlo… a sentirlo… solo de esa manera… recordarán quiénes son y a qué han venido a este mundo, pero recuerden…-les advirtió Luca, subiendo su dedo índice:-Que él toma varias formas…- 

Los tres muchachos tragaron con dificultad, ¿a caso ese cura había enloquecido más de lo que estaba? 

-¿Y si nos mata?-preguntó entonces Cristina, cruzándose de brazos. 

-Eso no sucederá, te lo aseguro…-afirmó Luca, bajando la mirada. 

-¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?-le espetó el policía, ya había empezado a perder la paciencia. Entonces el cardenal volvió a hablar. 

-Para eso está el Ministro del Cielo… él los mantendrá vivos… ¿ven ese reclinatorio en el centro?-dijo luego señalando el objeto, todos miraron hacia allí:-Pues bien…-continuó:-Ése es el lugar del Ministro… permanecerá en oración y en lucha contra el Maligno, y cuidará de sus almas y sus cuerpos mientras ustedes luchen contra Satanás…- 

-Tengan cuidado, la bestia es astuta… conoce la debilidad de cada uno… y utilizará esas armas para doblegarlos.-les dijo Luca, mirándolos a los ojos con determinación. Los tres ya no tenían nada que refutar. Jamás habían visto a Luca mirarlos así, en ese poco tiempo que lo conocían. Instintivamente confiaban ciegamente en ese cura. Los tres jóvenes subieron ayudados por unas escaleras rústicas a las cruces, se colocaron en posición, como si hubiesen sido crucificados. 

-¿Listos?-preguntó Luca, ya frente al reclinatorio. 

-¡Sí!-respondieron al unísono. Entonces Luca se arrodilló, tomó su rosario, y pronunció:

EL DESPERTAR DE LOS CAÍDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora