El despertar de los caídos

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ACTO II “Él te los señalará uno por uno con su dedo.” 

La mente de Luca volvía una y otra vez a aquella noche en la que vio irse a su hermano. Desde aquel día se obsesionó por encontrarlo. Sabía quién había sido aquel príncipe que se lo había llevado. Sabía que era un enemigo demasiado fuerte. Y debía prepararse para combatirlo. Por quince años había estudiado en el seminario de San Gabriel. Pero sus estudios habían sido distintos al del resto de los sacerdotes. El Padre Victorio se había encargado de entrenarlo en el oficio al que solo unos pocos sacerdotes habían llegado a conocer, el de la guerra. Desde que el Padre Victorio había visto esa marca en la ventana lo supo: los caídos volverían a despertar. Como lo hacían en cada milenio, desde que la humanidad había empezado a deambular sobre la tierra. Cinco ángeles caídos, los comandantes más fuertes del Infierno, despertarían nuevamente. Victorio sabía que llegaría ese día. Y sabía que Dios le señalaría con el dedo al hombre elegido para hacerle frente en la batalla más antigua que existe: LA BATALLA ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA, por el dominio de las almas. Nunca se hubiese imaginado que aquel niño desobediente, travieso y escurridizo, sería el elegido para aquella tarea… pero así lo había dispuesto el Todopoderoso. Aquel muchacho al que siempre había rechazado, era ahora pieza fundamental en los planes de Dios. El Padre Victorio entró en la vieja capilla del convento de las Hermanas del Sagrado Corazón. De todos los templos a los que había entrado en su vida, éste era el que más paz le transmitía. No era muy vistoso en cuanto a arquitectura, pero algo había en ese lugar que hacía que su piel se erizara. Caminó con la lentitud y ligera inseguridad que los años le habían traído a su cuerpo, llegó junto al sagrario y clavó sus ojos azules en él. Con cuidado se arrodilló, las molestias de su artrosis no impedía que siguiera haciéndolo de la manera más solemne y respetuosa. Juntó sus manos tan fuerte, que se podían observar la tensión en la anatomía de sus tendones. Y susurró: -Aquí estoy, Señor. Para hacer lo que me dictes…- y luego continuó:-Lo he entrenado todos estos años, y enseñado las escrituras… ahora queda en tus manos… te lo entrego para que lo guíes en la búsqueda de tus soldados celestiales…- De pronto se oyó la puerta abrirse, Victorio se volvió para ver quién era. Con paso seguro y fuerte, se acercaba un joven sacerdote de cabellos castaños y ojos color miel, la sotana se asía a su esbelta figura. Lo miró con respeto, y un deje de ansiedad… que no pasó desapercibido a la vista del viejo cura. Le dijo:

-Padre… ya estoy listo. ¿La ceremonia será aquí o en el seminario de San Gabriel?-

Victorio sonrió, y al ver el muchacho que éste intentó ponerse de pie, lo ayudó sin titubear. Victorio lo miró de reojo, aún sonriendo, y le susurró: 

-En ninguno de los dos lados, Luca.-El joven abrió los ojos intrigado. El sacerdote agregó:-Ven. Ya es hora.- Habían caminado por más de dos horas por los bosques. Luca se preguntaba como era que aquel viejo cura podía resistir. “Su espíritu es realmente fuerte…” pensó. Llegaron a una cueva que casi desaparecía detrás de los arbustos. Luca se adelantó solo un poco, lo suficiente para reconocer con asombro un signo que yacía plasmado en la parte superior de la entrada a la cueva. Era el dibujo sencillo, hecho en un solo trazo, de un pez. 

-ICHTHUS.- Pronunció el muchacho.:-Un refugio cristiano de la época de Nerón…- Victorio sonrió, y entrando dijo casi en un susurro: 

- San Pedro dio aquí su última misa…- Luca abrió sus ojos tan grande que parecía salírsele: 

- ¡¡¡¿¿¿San Pedro???!!!-exclamó, entrando presuroso detrás de su maestro. El lugar no podía ser más rústico. Pero Luca lo sintió apenas puso un pie adentro… estaba lleno de poder. 

-Luca… acércate… voy a ungirte para que te conviertas en sacerdote de Dios… por toda la eternidad…-El joven miró al Padre Victorio que lo aguardaba ya revestido, se acercó a él y arrodillándose, dejó que el viejo cura iniciara la antiquísima ceremonia. 

EL DESPERTAR DE LOS CAÍDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora