El Despertar de los Caídos

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ACTO IX Ismael y Ammiel 

-Presión irregistrable-anunciaba una enfermera en el shockroom de la guardia. ¿Hacía cuánto tiempo Damián había estado comprimiendo aquél pecho? ¿Veinte? ¿Quizás treinta minutos? 

-¡Enfermera! ¡Cargue otra ampolla de adrenalina!-gritó Tarelli, el sudor en su frente comenzaba a molestarle la visión. Aquella muchacha había llegado hipotensa y con graves lesiones. Según el informe su marido había llegado borracho a la casa, y le había propinado una sarta de golpes fuertes, que le habían provocado un paro respiratorio. Era joven, hermosa… y estaba embarazada… 

-Doctor, no está respondiendo.- anunció un residente. 

-¡Carguen el desfibrilador!-pidió Tarelli, cuando lo hubo tenido en sus manos, apoyó las paletas sobre el pecho de la muchacha. Era la tercera vez que había realizado esa maniobra. Luego continuó con los masajes… pero la pantalla de los signos vitales mostró la línea temida… 

-Asistolia…-susurró el residente…:-Es en vano…- 

-No…-murmuró Tarelli, entonces el Residente lo miró a los ojos con sonrisa burlona: 

-¿No? ¿A caso crees poder parar esto? –Damián lo miró con asombro… las voces de las enfermeras iban apagándose a lo lejos… el residente comenzó a reír en forma socarrona, él lo miraba sin comprender… y ahora lo único que se oía era aquella risa:-¡Tanto estudio y sacrificio! ¿Para qué? ¡Termina ganándote la muerte! ¡Nada puedes hacer! ¡NADA!¡SIEMPRE GANO YO!-La voz sonó como un trueno, Tarelli sintió gritos detrás de él, volteó para ver como la policía intentaba parar a un sujeto corpulento, que llevaba un instrumento cortante quirúrgico en su mano, y se acercaba amenazante a él, con los ojos enrojecidos, gritando: 

-¡HA MATADO A MI ESPOSAAAAA! ¡MALDITO!-Damián no hizo a tiempo a esquivar aquél golpe, el hombre clavó aquél objeto en su hombro… 

-¡AAAAAAHHHH!-gritó Luca, tomándose el hombro, que comenzaba a sangrarle, la risa de Satanás retumbó en el recinto. Luca estaba sudando, pudo ver como el cuerpo del joven doctor se retorcía en la cruz, estaba pálido y sudoroso, y había una expresión de terror en su rostro… miedo… era miedo a morir:-No decaiga doc…-murmuró Luca, tomando el rosario, el demonio volvió a reír, y esta vez habló: 

-Éste es fácil, sacerdote… ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!- 

-No te lo creas…-susurró Luca, con una sonrisa torcida, la sangre no dejaba de brotar de su hombro, tomó con fuerza la Biblia, y gritó clavando sus ojos en el cuerpo de Damián:- ¡LUX SIT! (que haya luz)- 

El hombre intentó clavarle aquello en el estómago, pero Damián logró esquivarlo esta vez. Su rostro se había deformado… había espuma brotando de sus labios, y sus ojos eran los de una bestia: 

-¿Te crees bueno? ¿Te crees que salvas a las personas? ¿CREES A CASO TENER UN CORAZÓN BONDADOSO? ¿¡EH!?-le gritaba aquél hombre, Damián estaba cansado, y su cuerpo comenzó a pesarle. 

-No… solo trato de hacer lo mejor por los pacientes…-murmuró, tratando de no perder el equilibrio. El hombre jugaba ahora con aquel bisturí, pasándoselo de mano en mano. Su risa se hacía estruendosa… no había nada más alrededor… y todo estaba oscuro. 

-En vano… doc…-reía aquel sujeto:-Usted es egoísta… es un tonto egoísta… solo quiere la aprobación de sus colegas… solo quiere que la gente se quite el sombrero cada vez que dice: SOY UN DOCTOR. Pero la realidad es que… ¡USTED NO ES NADIE! ¡NADIE!- El hombre se abalanzó sobre él. Y fue entonces cuando una luz surgió en la mente de Damián, como una brisa fresca…, que lo obligó a cerrar los ojos por un segundo, y al hacerlo contempló un rostro conocido que hizo que una sonrisa decidida se dibujara en sus labios. Miró entonces a su enemigo, y detuvo con su mano en el aire el golpe que aquél intentó propinarle. El hombre lo miró asombrado: 

-Sí que eres estúpido, Satanás… mira que meterte conmigo otra vez… sabiendo que no podrás ganarme, porque yo soy portador de la luz.-Una luz blanca y poderosa comenzó a invadir el lugar, con su otra mano libre Damián golpeó el estómago de aquel sujeto, haciéndolo volar por los aires, al punto en que quedó consumido por la luz, desintegrándose en un grito aterrador. Damián sintió su cuerpo muy liviano, una manos lo tomaron suavemente por detrás. 

-He regresado… -susurró sonriente. 

-Bienvenido… Ismael…-se oyó decir a una voz que venía de la profundidad de la luz. Luca respiraba agitado… miró exhausto hacia la cruz de Pablo. Su cuerpo se veía inquieto, sabía que el demonio iba a ir tras él ahora… el triunfo estaba cerca… dos ángeles ya habían despertado. Sin más tomó con fuerza el rosario y la Biblia nuevamente, respiró hondo, y comenzó rezar… el olor en aquel sitio era nauseabundo… se sentía la presencia de Satanás recorriendo la sala, cada tanto reía, y propinaba insultos al sacerdote para hacerlo declinar… pero el alma de Luca era fuerte… 

Pablo respiraba agitadamente. La persecución había terminado con aquel delincuente entrando en aquella casa. Había tomado dos rehenes. Una anciana y su nieta. Años había estado tras la pista de este tipo… no iba a dejar que se escapara. 

-Sargento Luciani, ¿qué hacemos? ¿Aguardamos al mediador?-preguntó un policía, con terror en los ojos. Pablo odiaba trabajar con novatos. De pronto se oyeron disparos y llantos. Pablo dio la orden. Entraron agitados, pateando la puerta, el lugar estaba silencioso, solo se oían los pasos lentos que daban Pablo y sus hombres, de pronto llegaron al cuarto… y el espectáculo era desgarrador… en el piso yacía ensangrentado el cuerpo de la anciana. El asesino sostenía a la niña, tapándole la boca, y apuntándole en las sienes con el arma. 

-Deja a la niña, Miguel… vamos…-pidió Pablo, el delincuente estaba aterrorizado, la niña lloraba sin consuelo. Tantos hombres uniformados lo ponían nervioso. Lucani lo supo, dio la orden para que se alejaran, a pesar de las advertencias de sus subordinados. Ni bien hubo estado solo con el delincuente y la niña se animó a acercarse solo unos pasos, a lo que Miguel respondió retrocediendo y haciendo que la niña llorara aún más. 

-Baja el arma, policía… o le vuelo los sesos…-dijo Miguel, preparando el arma para disparar. Pablo bajó lentamente hasta dejar el arma en el suelo, entonces vio como la expresión en el rostro de Miguel cambió, su sonrisa era sarcástica… un aroma a putrefacción comenzó a sentirse en el ambiente…:-Sí que eres tonto… Pablo Luciani… ¿no recuerdas como termina todo esto? ¿o a caso crees que existen las segundas oportunidades?- entonces Pablo miró horrorizado como en el suelo yacía el cuerpo de la niña sin vida, con un tiro en la cabeza… en medio de un charco de sangre. Comenzó a sollozar, arrodillándose frente a la escena. Ahora lo había recordado… la niña había muerto por su error… Miguel lanzó una carcajada que retumbó el lugar:-¡NO EXISTEN LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES POLICÍA! ¡NO EXISTEN! ¡ERES UN FRACASO!-Las lágrimas corrían por las mejillas de Pablo. Entonces aquel sujeto se acercó a su oído y le susurró con ironía:-¿Y tú qué quieres protegerlos a todos…? Mírate… no puedes ni protegerte a ti mismo…- Pablo no podía con él mismo, una inmensa tristeza le invadía todos los sentidos… Miguel lo tomó por los cabellos y lo levantó, cuando lo tuvo frente a frente le dio un cabezazo, que hizo que su boca sangrara, y que cayera hacia atrás… El cuerpo de Luca salió despedido hacia atrás, de su nariz y su boca brotaba sangre, arrastrándose por el dolor trató de acercarse al reclinatorio… el demonio seguía riendo… pero Luca confiaba en esos chicos… logró arrodillarse y elevando sus ojos al cielo recitó: 

-SIC LUCEAT LUX VESTRA (que brille Tu Luz)- y así continuó rezando. Pablo sentía los pasos de aquel sujeto acercándose a él… el cuerpo le dolía… ya no quería estar allí… estaba cansado…. De pronto recordó… 

-El demonio toma muchas formas…-murmuró… el tipo lo escuchó. 

-¿Uh?-dijo burlón:-¿Y qué con eso?-Pablo le clavó la mirada con decisión. 

-Yo sí puedo… protegerlos a todos de Ti… príncipe de las bestias…- Aquel sujeto se hizo hacia atrás, con odio en su mirada, y un deje de frustración. Pablo se puso de pie, y su cuerpo comenzó a brillar:-¿Has venido por más? Voy a disfrutar patearte tu trasero otra vez…-terminó diciendo el joven policía en tono burlón. El rostro del delincuente se deformó, mostrando la cara de una bestia, gritó con tanta fuerza que de su garganta brotaba fuego. Pablo sonrió triunfante, al tiempo que se dejaba llevar por unos brazos que lo llenaban de paz. Entonces aquella dulce voz volvió a resonar diciendo: 

-Despierta… Ammiel… y reúnete con tus hermanos… la hora de la batalla… ha llegado…- 

EL DESPERTAR DE LOS CAÍDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora