†❝Demon 01#❞†

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Al ser proveniente de una familia religiosa contemplábamos la verdad y la pureza en un altar ante los dioses. El pecado y la lujuria eran una de las cosas que la mayoría de mi familia esquivaba. Mi madre al haberme dado a luz había hecho un pacto con dios, para que así yo a partir de mis nuevos días de vida caminara junto con la palabra del Señor. Las únicas personas en nuestro entorno eramos nosotras dos junto con la iglesia. Mi madre era una Monja de nivel superior, sus palabras y su forma de ver la vida me hacían querer seguir su camino y entregarme por completo a dios, como lo hizo ella. 

Teníamos una familia extensa de diversas razas al igual que culturas, era algo de ver ya que nuestra familia era la gente de la iglesia. Tenía tanto madres como hermanos, todos siguiendo el camino de nuestro salvador...

Pero aquel camino para mi se fue haciendo mas lejano a medida que comenzaba a experimentar sucesos pocos dignos de confesar. Los sueños que presenciaba ni siquiera estaban cerca de la pureza o la luz, al contrario, sentía que cada vez más me hundía entre la negrura del pecado. No podía entender como a mis diecisiete años aquellos encuentros sexuales con un hombre de apariencia mayor llegaban a mí, escurriéndose entre mis sueños y dejándome pensativa por las mañanas al despertar. 

No lograba entender con exactitud quien era aquel hombre mayor, pues, jamás lo había llegado a ver en la iglesia ni en ningún otro lugar. Tampoco sabía porque presenciaba esos sueños tan detallados y casi realistas que si no supiera que los soñaba podría jurar que eran reales.

Durante los primeros días en los que comenzaron aquellos sueños eróticos no podía sentirme bien conmigo misma, me incomodaba el ir a las misas—las cuales nunca me perdía.—o estar escuchando la palabra de mi madre al decir que nuestra pureza e inocencia eran la clave para estar aun más cerca de dios. Un alma pura era capaz de llegar hasta los cielos y mirar desde las nubes el mundo que dejaba atrás, pero de lo contrario si presumías de una alma pecaminosa lo único que podías llegar a ver eran las llamas del infierno ardiendo a tu alrededor. Sin duda aquellas palabras eran intimidan tes ya sea para cualquier tipo de religión, por ese motivo no tuve el valor de pedir ayuda a mi madre, sentía que si le confesaba lo que me estaba sucediendo ella sería capaz de tacharme como impura y declararme como una persona no digna de alabar a dios. Bueno, eso era lo que creía yo que sucedería. 

Así que sin poder correr en busca de ayuda de mis otras madres y hermanas, recurrí a mi mejor amigo Jungkook. La confianza que plantaba en él era mucho mayor que cualquier otra, Jeon Jungkook era uno de mis hermanos de la iglesia, era un chico sumamente religioso y tímido,  siempre lo podía encontrar ayudando con las ofrendas en las misas o cuidando a los huérfanos de la casa hogar. Su madre había muerto hace algunos años atrás,  había sufrido un infarto en pleno exorcismo al intentar extraer un demonio del cuerpo de una chica atrapada por el horror y la desgracia. Desde entonces Jungkook se comprometió aun más a cumplir el sueño que su madre tenía sobre él; ella quería que aquel chico pelinegro fuera un sacerdote digno de admirar. Y sin dudas él iba por ese camino. 

Las muecas de pena y asombro que su cara expresaba me daban a entender que esto era algo serio y peligroso, Jungkook se había ofrecido a aconsejarme con respecto a mi problema de calibre mayor. Había prometido no decir nada a ninguna de las demás monjas de la iglesia por el mismo motivo que el mío; el también creía que me tacharían de impura. 

En definitiva había intentado todo lo que estaba a mi alcance, rezaba a nuestro Señor todas la noches antes de dormir mientras colocaba un crucifijo bañado en agua bendita sobre la cabecera de mi cama, asistía a absolutamente todas las misas que hacían y en varías ocasiones a la media noche comenzaba a orar ante la cruz de madera de nuestra iglesia con la presencia de Jungkook conmigo; quien en todo momento me apoyaba. Pero no sirvió de nada, los sueños eróticos con aquel hombre de porte atractivo seguían apareciendo. Y las cosas estaban comenzando a empeorar a medida en que ponía resistencia a los sueños. 

Jamás olvidaría aquella noche en la que sentí un par de ojos observarme desde la cabecera de mi cama y como el calor de la habitación subía notoriamente para luego mostrar a aquel hombre de mis fantasías prohibidas antes mis ojos.

Dios... socórreme... Amen.

「incubus」 ;+k. thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora