La fiebre seguía en aumento mientras podía sentir como el sudor viscoso y frió se posaba sobre mi frente y pecho. La habitación se encontraba vacía pero aun así, percibía que después de todo el aire denso no era por casualidad. Me sentía cansada, vulnerable como ningún otro día, quería simplemente permanecer empotrada en una cama por el resto de mi vida.
Luego de aquella noche, en la iglesia, no podía dejar de pensar en Taehyung. Después de anoche, me desperté cansada en una cama sin ánimos ni de respirar, era como si se hubiera robado toda mi energía, mi alma pura dejándome como un frasco vació el cual se debía desechar.
La puerta se abrió de golpe dando paso a una de las monjas de la parroquia, cargaba entre sus níveas manos un recipiente con agua y enrollada en su brazo se imponía un pañuelo blanco. Camino hacia mi, regalándome una sonrisa cálida mientras cerraba con su pie la puerta de mi habitación. La atmósfera cambio dramáticamente por una mas calmada y blanda, podía sentir como el frió hacia de las suyas y ya el calor inminente se marchaba.
—Espero que con esto se te baje un poco la fiebre, mi niña.—murmuro tierna mientras recostaba su trasero en mi cama, mojo el paño y sin mucho escándalo lo deslizo por mi frente—La madre superior me ha informado que hoy no te encontrabas dispuesta.
—Gracias.
—Para eso estamos las hermanas, cariño.—sonrió.
Pasaron las horas ya haciéndose tarde, varias hermanas entraban de una en una cuidándome de la mejor manera posible. Pero, ya de por si tenía muy en claro que aquellos cuidados serían en vano. Lo que me pasaba no era algo pasajero, ni mucho menos una enfermedad...
Me estaba pudriendo lentamente en el infierno...
La posible cura se veía casi inexistente, ya en mis manos no se encontraba mi vida, mas bien se derramaba de poco a poco entre los níveos dedos de aquel ser imponente. Solo quedaba rezar por el perdón y la resurrección; porque mi cuerpo fuera salvado y alejado de las llamas del infierno, pero ¿A quién demonios engañaba? Yo sola había dejado que aquello que me consumía sucediera como si nada, era algo hipócrita de mi parte rezar cuando ya me encontraba entre las escaleras descendiendo lentamente y sin retorno a lo mas bajo.
Y aún así, yo lo permitía miles y miles de veces.
Ya siendo las seis de la tarde, estando completamente sola en mi recamara escuche unas voces suaves detrás de la puerta, hincándome en mi cama, recibí al invitado sorpresa.
Jungkook se encontraba entrando torpemente con una charola entre sus manos y una sonrisa apenada en su rostro.
—¿Cómo estas, Sorah?
—De maravilla, ¿No ves?
Su sonrisa burlona ataco su rostro al momento de detectar mi sarcasmo. Suspire viendo un poco confundida la bandeja que traía en mano.
—¿Eso?—pregunte señalando sin escrúpulos con mi dedo.
—Tu cena—contesto al instante y tomando asiento cerca de mi quito la tapa.—Venía a visitarte sin la mirada de las hermanas, pero cuando llegue a la puerta venía la hermana Jhun con tu comida—la dejo entre mis muslos cubiertos por la fina sabana blanca de mi juego de fundas.—Le rogué para poder dártela yo y así poder verte.
—No tenías porque, Jeon.—murmure observando la avena caliente, vaya que rico...
—No es nada, lo quise hacer por mi cuenta—sonrió—Y bien, me he enterado que estas enfermas...—su tono de voz hizo que sospechara, lleve la cuchara humeante a mis labios y mientras soplaba con pesadez lo mire, su mirada ya estaba sobre mi.—También se que estuviste anoche en la iglesia, Sorah...—metí de una la cuchara sin esperar mas, al instante me arrepentí al notar como mi garganta se quemaba, fingí que todo estaba bien mientras sus ojos buscaban respuestas, que de seguro conseguiría.
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「incubus」 ;+k. th
Espiritual❝Padre, perdóname, porque he pecado.❞ ✧Actualizaciones lentas. ✧Historia 100% mía. ✧mintaeung.