—¿Segura?—pregunto por milésima vez mientras pasaba sus manos sudorosas por la tela de su pantalón holgado. Asentí lentamente.—Esto...—callo por unos segundos dejándome en completó suspenso. Frunció sus cejas pensativo ¿Qué estará pensando?—Lo siento Sorah, pero creo que lo mejor que podemos hacer es contarle a tu madre.—negué en desaprobación al momento de escuchar el nombramiento de mi progenitora.
—No.—objete decidida.—No podemos y no puedes ir y confesarle todo esto a ella.—lo mire.—Jungkook no quiero que le digas a nadie.
—Entonces no puedo ayudarte, Sorah—se levanto del sofá café que se encontraba en el cuarto dispuesto a largarse. Lo detuve llevando mis manos nerviosas a su brazo.
—Eso significa que me dejarás sola.—no era una pregunta.
—Bien sabes que nosotros no podemos esconder secretos como esos.—volteo y sus ojos marrones chocaron con los míos.—Ni siquiera podemos esconder hasta los mas irrelevantes.
Y estaba en lo cierto, eramos jóvenes en práctica para ser admiradores del Señor, era algo incoherente esconder secretos. No podíamos, estaba prohibido.
Y yo manteniendo esto conmigo e intentando hundir a Jungkook, me daban a ver que estaba cada vez mas lejos de las palabras del Señor.
Solté su mano dejando que se fuera de mi habitación, no quería seguir hundiéndome en el pecado, y mucho menos llevándome a alguien inocente conmigo.
Eran exactamente las diez de la noche de un domingo desolado, la mayoría de mis madres y hermanas se encontraban en las habitaciones de la iglesia durmiendo. Mis suaves pasos eran enmascarados por la alfombra rojo vino que se encontraba extendida por toda la entrada de la iglesia, el lugar estaba desolado y sin nadie merodeando así que camine mas rápido sosteniendo mi crucifijo en mano. Levante un poco mi mirada observando la cruz enorme adherida a la pared, a los lados se hallaban los demás santos y miles de objetos mas, propios de una iglesia.
Los asientos que se encontraban a los lados de la alfombra estaban vacíos y sumamente limpios a simple vista. El lugar estaba iluminado por unas cuantas velas ya que se supone que esta cerrada y que nadie estaría aquí.
Llegue al final de la alfombra quedando de pie a la cruz imponente y dispuesta a purificar mi alma, lleve mis rodillas al suelo mientras me percinaba. Quería ser libre de todo lo que me estaba atormentando, no sabía cuando había cambiado todo. Las llamas de las velas se movían al compás de la pequeña brisa que merodeaba por el lugar solitario haciendo que las figuras frente a mis ojos tomaran un aspecto aterrador a medida que sus sombras se movían.
Después de la pequeña discusión que tuve con Jungkook decidí que lo mejor que podía hacer era confesarle todo a Dios. Decirle directamente que me estaba convirtiendo en una pecadora y que necesitaba de su misericordia para que me ayudara a salir de está.
Y que por supuesto si esto era una prueba que me lo dijera para así tomar valor y superarla.
Ya lista con mi collar en mano solté algunas oraciones para luego comenzar a confesarme. Pero cuando ya estaba a punto de soltar la sopa una voz melodiosa y dulce comenzó a hacerse oír por todo el lugar, pero su idioma no me dejaba entender que decía, era casi audible por lo que supuse que la tonada estaba lejos de mí. Confundida por lo sucedido lleve mi mirada a los lados recorriendo el extenso lugar casi iluminado en busca de algo fuera de lo normal.
No había nada, concluí para mi misma porfiandome de que a lo mejor tenia sueño y que mi cerebro me estaba jugando una broma de mal gusto, así que volví a regresar mi vista hacía la cruz pero otra vez aquella canción volvía a envolver mis oídos, era diferente, ahora su voz era mas gruesa y llena de algo que no podría estar segura pero que en definitiva no era buena; Inspiraba sensualidad. Se escuchaba mas cerca, mi corazón comenzó a acelerarse al reconocer aquella voz y darse cuenta de que era la misma canción que había cantado aquel demonio en mi alcoba.
El lugar cayó en una atmósfera caliente y pesada, y no precisamente era producto de las velas encendidas, esto era diferente. La música calló haciendo que todo a mi alrededor se inundara de completo silencio y haciendo que el menor de los ruidos fuera audible. A los segundos sentí como algo atravesaba mi espalda y se incrustaba en mi piel, algo o alguien me estaba mirando desde atrás. No estaba sola.
Con el corazón en la boca y los nervios invadiendo mi cuerpo volví a escuchar aquella canción conocida, pero esta vez estaba cerca, demasiado cerca, como si la estuvieran cantando justo a centímetros de mi oreja. Aterrada gire lentamente mi cabeza intentando buscar con la mirada que era lo que me observaba desde la oscuridad. Sentí mi cuerpo desvanecer cuando vi a aquel ser sentado en uno de los asientos de la iglesia observándome fijamente con sus ojos completamente negros debido a la poca iluminación de las velas mientras su cabello rojo oscuro caían sobre ellos.
Sus brazos se encontraban descansando sobre las cabeceras de los asientos rojizos mientras sus piernas se hallaban a lo que mis ojos me permitían ver; enroscadas. Como si tuviera su tobillo derecho sobre su muslo izquierdo. El aire me falto al ver cómo ladeaba la cabeza y comenzaba a cantar.
Se hallaba en la cuarta fila de los asientos a mi izquierda, pero podía jurar que en cualquier momento estaría a solo un centímetro de mí. Tenía miedo, horror y miles de cosas más que no podía simplemente decir. A pesar de la distancia su voz gruesa y ronca llegaba a mis oídos ¿Que era aquello que cantaba?
Quise levantarme y salir corriendo despavorida pero mis rodillas se encontraban clavadas en la alfombra y por mas presión que hiciera no podía liberarme. Cerré mis ojos con fuerza mientras apretaba el crucifijo en mis manos en un intento de hacer que se fuera y me dejara tranquila, pero desgraciadamente en el momento en el que los abrí mi cabeza dolió al ver que aún se mantenía sentado con la misma posición de antes y con su mirada enterrada en mí. Mordió su labio superior lentamente mientras su mirada recorría mi postura y detallaba mi cuerpo, su cuerpo no se encontraba adornado de aquellas prendas con las que lo había visto la ultima vez, ahora usaba una camisa roja como el vino adornada de botones en el frente, de estos solo dos de los primeros se encontraban abiertos mostrando su piel bronceada ante mis ojos, las mangas se encontraban desacomodadas y con los botones abiertos igualmente y sus pantalones eran de un negro intenso algo holgados.
Sonrió con burla dejando ver sus dientes blancos ante la oscuridad y de un movimiento volvió a cantar aquella canción familiar. Quede hipnotizada al llevar mi vista hacía sus labios carnosos y rojizos los cuales se movían tentadoramente a medida que cantaba, su lengua se asomo en varías ocasiones haciendo que miles de escalofríos recorrieran mi cuerpo y me dejaran atontada.
Se colocó de pie haciendo que mi corazón en ese momento pegara contra mi pecho en un intento de huir, las velas a nuestro alrededor comenzaban a moverse aún más rápido haciendo que todo se viera aún más tétrico. Llevé mi mirada a la cruz con el credo en la boca suplicando que si era una prueba que la detuviera, aterrada por alejar mi mirada de el volví a observarlo, esta vez caminaba lentamente hacia mi con sus manos en sus bolsillos y sus zapatos negros sobre la alfombra, su mirada a pesar de estar tapada por su cabello y la sombra de este, sabia que se fijaban en mí.
—¡Detente!—grite sin importarme que alguien me escuchara y descubriera que estoy aquí a estas horas. Solo quería que se fuera, cerré los ojos al momento de terminar mi frase y rogando por que me halla escuchado, los abrí.
Una especie de alivió recorrió mi cuerpo al ver que ya no se encontraba caminando hacia mí y que ya no estaba, mi cuello dolía por la postura de tenerlo girado hacia atrás pero no me importo al sentir como el ambiente iba cambiando para bien. Las velas volvieron a bailar tranquilamente mientras un suspiro salia de mis labios. Ya dispuesta a largarme lleve mi cabeza hacía el frente para persignarme e irme a dormir, pero tuve que alejar mi cabeza llevándola un poco hacía atrás al momento de ver como unos pantalones negros tapaban mi vista y se plantaban a solo unos dos centímetros de mi cuerpo.
Llevé mi mirada lentamentehacíaa arriba observando la camisa rojo vino hasta llegar a su mandibula pronunciada y luego estrellar mis ojos sobre su cara poco iluminada. Su sonrisa capto mi atención mientras mi corazón saltó del miedo. Lo tenía justo frente a mí.
Y antes de poder gritar, las velas se debilitaron para luego sentir como su mirada caliente era la única llamara encendida.
Dios, librarnos del mal... Amén.
ESTÁS LEYENDO
「incubus」 ;+k. th
Spiritual❝Padre, perdóname, porque he pecado.❞ ✧Actualizaciones lentas. ✧Historia 100% mía. ✧mintaeung.