Sus ojos negros me observaban desde las sombras, su mirada pérdida como la de un náufrago sin tierra contrastaba con el aura oscura que ahora lo consumía. A simple vista no era reconocible, se mantenía lejos; sumido entre la negrura, donde la luz no lo podía tocar, pero, aún así podía sentir como su aliento frío rozaba mi nua.
—Jungkook...—traté de llamarlo, aunque sentía que en aquellos momentos él no estaba. Su mirada clavada sobre mi, luego la suave canción conocida me hicieron darme cuenta de la eminente situación.
Jungkook, estaba poseído...
Con el alma en un hilo, observé como desde lejos sonreía, sus dientes enormes y afilados provocaron que llamarones de lágrimas patalearan por surcar mis ojos. Estaba dispuesta a morir como su venganza, era mi culpa, todo era mi culpa...
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa...
Estaba siendo dominado por el ser de mis pecados. Era lo mínimo que podía hacer luego de haberlo arrastrado al infierno.
Se acercó a mí, con pasos suaves pero alarmantes. Traté, ante el miedo, correr, huir, pero simplemente en medio de esa nube negra que mos cubría, no podía moverme.
Sentía que respiraba, como si emergiera del agua hacía la superficie con tan solo un brinco. Mis ojos se abrieron aterrados al tiempo en que tocaba mi cara sudada y escuchaba como mi respiración se apaciguaba.
Todo era un sueño.
Contuve mis ganas de gritar mientras a duras penas me levantaba, necesitaba respuestas, pero a medida que las sabanas destapaban mi piel me di cuenta de mis rotundos moretones, cubrían ambos brazos y partes del cuello. Cada vez mas me estaba hundiendo en mi abismo personal.
Ya abajo, observé a las hermanas tomando el desayuno sobre las barras de la cocina, me acerque cuidadosa intentando localizar a Jeon, pero, no lo encontré.
—Buenos días, hermanas.—saludé sin intenciones de sentarme y mucho menos de quedarme. No esperé respuestas y continúe—¿No sabrán en donde esta Jungkook?
La hermana Junh me miró con algo de confusión, pero rápidamente cambió su reacción.
—¿No tienes hambre, querida?—negué amablemente—El hermano Jeon esta en el cementerio, no se encontraba dispuesto esta mañana así que fue a visitar a su madre.
—Gracias.—sin importarme mucho dejé atrás la cocina mientras frotaba mis manos contra mis brazos, el frío era calante, traspasaba mi suéter sin mucho problema, pero aún así, no tenía tiempo que perder.
Tras haber caminado unos cuantos minutos, llegué. Mis ojos rápidamente detectaron a Jungkook arrodillado ante una lapida forrada de hermosas piedras y ofrendas de flores, aprovechando que me daba la espalda, me acerqué calmadamente intentando tolerar las lágrimas.
Jungkook solo venía aquí cuando se encontraba perdido, sentado ante la lápida esperando a que su madre lo abrace diciéndole que todo estará bien...
—Nunca llegaré a ser como ella...—murmuró al sentir mis pisadas sobre la grama y mi respiración acelerada—Llegabas a ella en busca de ayuda y lo primero que hacía era recibirte con una enorme sonrisa.—suspiró— no importaba si te conocía o no, ella estaba dispuesta a regalar su ayuda a los mas necesitados sin esperar nada a cambio.—se levantó, soltó la flor que yacía reposando en su mano y me miró. —Le he fallado a mi madre, a la iglesia, pero mi decisión ya está tomada. Ya no quiero ser sacerdote, no puedo serlo; no soy digno de que me halaben y pidan mi ayuda.—sea alejó lentamente mientras respiraba con cautela.—Mi nueva vida esta contigo...
—Jungkook.—corté sus palabras con el corazón en la boca, sus palabras eran borrosas para mí, ya que lo único que atormentaba mi mente era mi pregunta. Mi duda. Me miró como si fuera lo mas hermoso que podía ver en esta tierra—Lo que paso ayer... ¿Eras tú o él?
Se quedó en silencio, su mirada era serena pero aún así, jamás podré borrar aquellos ojos negros que por primera vez habían hecho que le temiera.
Al parecer mi pregunta no lo tomó por sorpresa como yo esperaba, al contrario, pareciera que lo anhelaba.
—Era yo, Sorah.—sus ojos se mantuvieron sobre los míos mientras se acercaba, por inercia di un paso hacía atrás.—Ten en cuenta que te amo, que soy capaz de todo por ti, la primera vez que aquella bestia fetida se apoderó de mí, quise morir, pero me abrió mas los ojos, porque me mostró que estar contigo es como tocar el cielo, y si así se siente el infierno pues bienvenido sea.—suspiró tranquilo y continuo. Estoy deseando la carne que me condena, pero nunca un pecado había sido tan maravilloso.
—Estas mal, Jungkook.—negué lamentandome por lo que había ocasionado.—Ya no hay cura existente para mi. Me estoy muriendo lentamente.
—Si la hay, pero aún no la hemos encontrado, Sorah.
Y mientras la brisa sacudía las hojas secas, Jungkook creyó que aún había un rayo de esperanza, que atravesaria aquella espesa nube negra que poco a poco consumía mi mundo.
Si solo supiera que Taehyung se estaba conviertiendo en mi demonio favorito... Ahora si me estaba ahogando por completo en las llamas del infierno, pero, por demonios como esos habían pecados tragicamente hermosos... y ese era uno de los míos.
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「incubus」 ;+k. th
Espiritual❝Padre, perdóname, porque he pecado.❞ ✧Actualizaciones lentas. ✧Historia 100% mía. ✧mintaeung.