Capítulo 1: Nuevo traje de persona

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El calor de ese día se colaba por las cortinas del despacho que tenía en La Galería Real de Lion. Trabajaba como historiador y consultor para el museo principal de la cuidad, reconocido mundialmente como uno de los más grandes de Europa. Bajo el alias de Edmond Ferrers, el astuto caníbal seguía regodeándose en la opulencia de la élite francesa, haciendo sus cenas y galas junto a Chijoh (cuyo nombre cambiaron a Mikko Okawura), acudiendo a la ópera y volviendo a su rutina. Habían transcurrido ya tres meses desde la perdida de Will, todos daban por muertos a ambos hombres y eso le daba más libertad a la hora de buscar los ingredientes de sus comidas. Y, en esos momentos, estudiaba un pasaje en armenio que acababa de llegar para su evaluación.

Tan sumido estaba en su investigación, que no pudo notar a tiempo las pisadas calmadas de un visitante. Cuando finalmente levanto el rostro se topó de lleno con Simon Plaggliar, el actual director ejecutivo de La Opera de París y con quien se había relacionado las últimas semanas. Sin dejar notar su sorpresa ante tan abrupta aparición, dejo sus utensilios sobre la mesa y le dio la vuelta al escritorio para estrechar manos con el visitante.

—Es un placer tenerlo aquí, señor Plaggliar ¿A qué se debe tal honor?

—Sr. Ferrers, es un gusto conocerlo. Me han hablado de su trabajo y su contribución con la ópera.

—Es uno de mis mayores placeres.

—En ese caso, le traigo buenas noticias.

—Por favor —le dijo, señalando unos sillones junto a la mesita del té.

—Gracias —Hannibal sirvió dos tasas y extendió una hacia el invitado, tomando la suya procedió a sentarse—. Delicioso.

—Muchas gracias, yo mismo lo prepare.

—¿Acaso percibo un toque de alelí?

—Ciertamente.

—¡Vaya dotes, mi buen amigo!

—Gracias

—Bueno, como estaba diciendo al inicio, tengo una buena noticia: el patrocinador principal del Palacio ha llegado tras varios meses fuera del país. Aparte de ser el principal administrador en promover nuestros actos es también mi amigo de toda la vida, cercano a todos los artistas principales del Garnier y hemos pensado en hacer una gala en pos de su regreso. Y ya que usted es bien visto en organizar banquetes y que, además, es nuestro más acérrimo visitante y contribuidor, queremos invitarlo formalmente a la gala que se realizara esta noche.

Mientras soltaba esta última oración extrajo un sobre rojo, adornado con un lazo dorado, que extendió a su interlocutor.

—Es un placer recibir tal privilegio, con mucho gusto estaré allí esta noche.

—Gracias, será un honor contar con su presencia. Lamento que no pudiera avisar con más tiempo, tampoco nosotros esperábamos este repentino regreso.

—Aun así, se le ve muy contento.

—Así es, Richard Harris es mi amigo de la infancia. Su madre falleció hace unos cuantos meses (salió en los periódicos) y viajo hasta Rusia (su tierra natal) a esparcir sus cenizas. Según su tío, con quien hable en estos meses, estaba muy triste y ansioso de regresar a casa.

—¿Acaso su madre es la cantante Fabiolla Rivanofk?

—Ella misma.

—Lamente su muerte, ella era sin duda de mis favoritas.

—Ciertamente su voz es una que se extrañara. —el joven Simón se levantó, dejo la taza sobre la mesilla y extendió sus manos—. En fin, será mejor que me apresure o no tendré listo todo.

Hannibal estrecho la mano del hombre de cabellos rojizos y sonrió en acuerdo. Ya que también tenía que prepararse, así que tras una cordial despedida ambos dejaron el recinto.


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La invitación de élite se extendía también a un acompañante, así que Hannibal se llevó a Chijoh con él. Se vistió con un traje elegante de color vino y ella escogió un vestido azul oscuro con escote en v. Llegaron puntual y vieron desfilar a muchos magnates y celebridades antes de poder entrar a la Opera. Simón estaba acompañado de su esposa, su prima y su suegra recibiendo a los invitados, como anfitrión que era. La elegante decoración y la ostentosa orquesta, lograban embelesar a Hannibal haciendo que se preguntara que hubiese pasado si su acompañante hubiese sido Will, su amado y torturado Will. Seguramente habría lucido hermoso en medio de todo el esplendor de la Opera.

Unos cuantos minutos después la música ya estaba sonando, las conversaciones iban y venían, cuando el anfitrión dio con su invitado especial.

—Sr. Ferrers ¡que gusto verlo!

—Lo mismo digo Sr. Plaggliar.

—Me gustaría presentarlo a unas personas, si no es mucha molestia.

—Para nada. —dejo a Chiyoh ablando cálidamente con unas conocidas y siguió al caballero.

Caminaron hasta el otro lado del salón, justo donde empezaban las escaleras de entrada. Había un gran grupo de gente, entre ellos la familia del hombre frente a él.

—Amigos, les presento al señor Edmond Ferrers. Ella es mi esposa, Katrina —la susodicha le sonrió amablemente, —a su lado mi prima Camille Di'Gregh— la mujer solo asintió, — mi suegra Verona Highberd, los directores Stephan McGregor y Saul Duncan, la soprano Marinnett Franwithe y las señoras Margot y Alana Velger, quienes han contribuido en las fundaciones benéficas de las cuales es dueña mi mujer.

Si las mujeres en algún momento se plantearon que las muertes sin resolver tenían o no que ver con el caníbal, eso ya no era relevante. Aún estaba presente en sus memorias la amenaza que el, por entonces apresado, psicópata había soltado contra sus vidas y la de su hijo. Hannibal no esperaba encontrarse con ellas, pero eso no quito la satisfacción de verlas aterradas por saberlo vivo.

—¿Chicas, se encuentran bien? Parece que han visto a un fantasma —se preocupó la mujer de mayor edad.

—Es-estamos bien, gracias. —artículo primero la doctora, quien, con un vistazo a su mujer, dejo en claro que no podían armar revuelo en plana gala.

—Es un placer conocerlos, damas y caballeros. Espero que pronto podamos llevarnos bien. —expreso muy amablemente el ex psiquiatra.

—Seguramente que sí, solo eh oído maravillas de usted. —comento alegre la soprano.

Hannibal estaba por responder, cuando la música dejo de sonar y un emocionado Simón Plaggliar dejaba soltar un entusiasta ¡Ya era hora! De pronto, todos aplaudieron y miraron hacia la entrada, saludando a coro al recién llegado. Margot, Alana y Hannibal interrumpieron su batalla de miradas para voltear a ver.

Y entonces la respiración les fallo. La palidez de sus rostros, no fue percibida por nadie. Pues allí, enfrente de todo el mundo, un regio (y rejuvenecido) Will Graham hacia su majestuosa aparición.

Que la última función de comienzo.

Become the Beast -Hannigram-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora