Richard Harris era un hombre que siempre lograba salirse con la suya, sin que importara nada ni nadie más. Y, ahora, deseaba tener para sí mismo al famoso asesino caníbal Hannibal Lecter; lo cual no sería la excepción, o así era como lo veía el enigmático músico y compositor.
Erik Hellstone era alguien que había cambiado mucho a través de los años, gracias a su pareja actual y a su buen amigo logró aumentar su autoestima y ser feliz. Ahora era alguien seguro de sí, fuerte y con trato cordial, pues consiguió aplacar la ira y el dolor que su versión más joven (aquella época cuando se había enamorado locamente de la hermosa voz de Christine Daae) arrastraba encima. Era un hombre nuevo, renovado y con mucho para dar al mundo, libre de sus miedos e inseguridades.
Y el músico conocía bien a su viejo amigo, los juegos que llevaba a cabo para su diversión y su insaciable sed de curiosidad. Esperaba que el apodado Edmund Ferrers no se quebrará antes de poder conocer la verdad, Erik intuía que eso lastimaría a Richard hasta un punto que le daba algo de miedo descubrir.
El hombre se ajustó la corbata mejor, observando su reflejo. Su cicatriz ya no portaba ninguna máscara que la ocultase, lo que había favorecido a la misma en gran medida: se veía más sana y curada. Y eso era gracias a que su pareja le ayudó a no tener ningún complejo con ella. Era libre de su peor tormento, de su vergüenza, de su debilidad: una de las tantas cosas que lo hicieron enamorarse de ese ser tan único que era su pareja.
—¡Erik, se te va a hacer tarde amor! —vino el grito desde la cocina.
—¡Si, voy! ¡Nos vemos por la noche!
—¡Éxitos!
Y, con una suave sonrisa, Erik dejó su hogar.
Edmund estaba charlando amenamente con Simón antes de que sea llamado por Alana. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a ella, estaba preparado. Se apartaron un poco, con Margot distrayendo a los comensales para poder hablar tranquilos.
—Bien, no esperábamos encontrarte aquí. Aunque si esperábamos que Will... —su cara dio una suave mueca—, estuviera contigo. No planeo poner en peligro a mi familia, dime ¿tengo que preocuparme?
La cara de Alana tenía los ojos aguados, pero la mirada seria. Edmund (o Hannibal) sopesó sus opciones y sus deseos, observó por unos pocos segundos el rostro de Harris (del retrato que posaba sobre la majestuosa chimenea) y se decidió: dejaría ir a las mujeres, pero jugaría con sus mentes todo lo que pudiera.
—Si me das cortesía, te la devolveré Alana. Siempre me caíste muy bien, no veo necesidad alguna de ser tan maleducado contigo.
—Pero también, siempre cumples tus promesas.
—Verdad, pero puedo ser flexible si la situación lo amerita.
La mujer asintió con la cabeza y, ambos, volvieron con los demás. Ella no terminaba de fiarse del caníbal pero no tenia muchas mas opciones, de cualquier manera con Margot armarían un escape fortuito en caso de suceder lo peor. Y, como Jack estaba allí, podría tratar de este atrapara, de una buena vez, al doctor Lecter (aunque sinceramente no entendía porque no lo había notado). En ese momento, la puerta se abrió dando paso al imponente músico junto a Richard.
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Become the Beast -Hannigram-
FanfictionHannibal cree que perdió a su querido Will tras caer del acantilado. Se marcha a Francia para un nuevo comienzo a pesar del vacío que siente. Pero un evento inesperado lo lleva hasta el apuesto Richard Harris ¿Cómo es posible ese parecido casi calc...