Capítulo 9: El Fantasma de la Opera

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Hannibal durmió, por primera vez en años, sin soñar con nada. Un descanso completo de mente y cuerpo.

Y se levantó tarde, cortesía de su pareja.

Misma que le trajo un delicioso y abundante desayuno al lecho.

—Bueno, bueno ¿no me estas mimando demasiado? —los ojos de color carmesí brillaban adornando la sonrisa blanca del ex psiquiatra.

—Tengo todo el derecho de hacerlo y no vas a disuadirme. —El jovial rostro se arrugo un poco al carcajearse después de la frase.

Hannibal no se había sentido así de feliz desde que era un niño, estaba por tomar la bandeja y empezar a comer, cuando una visión del pasado nublo su mente. Con parsimonia, Richard dejo la bandeja a un costado y observo la mirada vacía del lituano a la espera de que el trance terminara.

***


—Entonces, Alexandre Rochefort ¿últimas palabras?

La jocosa sonrisa de su amante resuena en la alcoba, logrando excitarlo con facilidad. El impertinente jovencito lo volvía loco, derritiendo su frío corazón hasta el punto de hacer que lata acelerado y enamorado.

—Solo tengo una pregunta: ¿Qué planeas hacerme, Sylvain D'Artagnan?

—Voy a lograr que te olvides hasta de tu nombre... —las piernas desnudas de su pareja encierra sus caderas, mientras su miembro desaparece en el interior del más joven.

—Esa es una promesa muy importante ¿crees que tienes tal resistencia?

—Oh, ya verás... te haré gozar, amor mío.

Y el solo sonríe, sabe que lo conseguirá... siempre lo consigue, sin importar nada más. Después de todo era su amante jovial y entregado.

La escena se ve abruptamente cambiada, dándole un fuerte dolor en la sien. Que se agrava cuando las nuevas figuras, ya en otro contexto, empiezan a discutir en un tono más elevado de voz.

—¡No, de ninguna manera! ¡Eres un mocoso ingrato! ¡¿cómo se te ocurre hacer tal cosa?!

—No necesito tu permiso, soy un adulto después de todo.

—Pero soy tu amante... y ahora tu superior ¿te das cuenta de lo inmoral del asunto?

—Nadie sabe...

—Se darán cuenta y nos enviaran a la horca ¿eso es lo que quieres?

El rostro dolido del menor le da un pequeño momento de vacilación, pero el mayor tiene que hacérselo entender: Se jugaban la vida en ello.


***


Tras unos pocos minutos, el rubio volvió en sí. Le costo enfocar su mirada de regreso a su pareja, pero lo consiguió. Se sentía muy frustrado y vulnerable, no quería que Richard supiera de esas visiones que ahora lo asaltaban incluso en la vigilia.

—Yo...

Pero no tenía nada que decir. No esperaba exponerse de esa manera ni nada parecido y aquel dolor que apareció durante el suceso se reanudo de pronto, incapaz de sostener la mirada ajena. Insólito, todo era impropio de él y eso lo estaba enojando gradualmente.

—Tranquilo, mi querido... ¿te has acordado de pronto que has dejado a tu amiga sola tantas horas?

La sonrisa amable del dueño de casa, despejo la ira en el asesino. Suspiro hondo y se calmó, tratando de reanudar la actitud despreocupada de minutos atrás.

Become the Beast -Hannigram-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora