Epílogo

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Caminé a mi habitación, me senté en la cama y gruñí al darme cuenta de que no me había sacado los zapatos. Y el abrigo que llevaba puesto era realmente incómodo.

«Esto pasa cuando te envían a la compras de tu propio cumpleaños» pensé.

«Caca»

Batallé con mis pies para quitarme los zapatos, pero se atascaron justo en mi talón. Emití otro gruñido y comencé a sacarlo, enojada. No poder sacarme los zapatos me estresaba. No tener con quien desquitarme me estresaba más.

Mike y Lean estaban en su estúpida luna de miel, tan lindos. Se habían ido hacia un mes a Italia —o no sé dónde— y habían dejado sus teléfonos bajo mi almohada.

Cuando intenté llamarlos la primera noche que llevaban fuera, quedé pegada al techo.

Un zapato salió volando y suspiré, derrotada, como si sacarse un zapato fuera un deporte olímpico. Estaba segura de que sí lo era; me había hecho sudar.

— Ahora el otro — murmuré, volviendo a la guerra.

Mientras me lo sacaba, el abrigo comenzó a ser tan molesto que pegué un grito, me lo quité, lo hice una bola y lo aventé lo más lejos posible de mi espacio vital. Cuando lo vi en el suelo, gruñí de nuevo y me levanté para patearlo y pisarlo.

En serio odiaba esa cosa ¿Por qué? Había llegado hacía tres días por correspondencia ¿De quién? De la maravillosa Lydia Smith, mi adorable madre.

Era tanto el sarcasmo que estaba segura de que no respiraba oxígeno, sino sarcasmo.

Sólo por eso odiaba mi cumpleaños. El pastel de chocolate lo solucionaba.

Como mis amigos eran tan imbéciles, no me habían llamado. Nadie me había llamado, pero eso me reconfortaba porque las únicas personas que podían llamarme me provocarían un paro cardiaco si lo hacían.

No había sabido nada de Taylor después de su llamada de despedida, pero deseaba con todas mis fuerzas que estuviera progresando en el encuentro con una vida normal.

El zapato salió volando y sonreí, victoriosa.

Me levanté de mi cama y caminé hacia mi ventanal. Lo quedé mirando un rato y luego lo abrí.

Miré el bosque un momento y evité pensar en que no sabía nada de los chicos. En su misión de la cosa negra y blanca.

Se sentía muy raro no tener su presencia cerca.

Dirigí mi vista hacia abajo y encontré a Toby colgando de la ventana como si estuviese a punto de caerse y morirse.

— Hablé muy pronto — susurré, sin saber qué hacer.

— ¡Oy—

Entré a mi habitación y empujé la ventana, pero, por la fuera, rebotó en el marco y se abrió. Gruñí y corrí hacia la puerta para salir corriendo: suponía que sólo podía existir una razón por la que se aparecieran tan de repente. Y no quería ser egocéntrica al pensarlo.

Alguien me agarró el brazo y me retuvo. Iba a gritar, pero Hoddie apareció de la nada y se interpuso entre mi y mi libertad.

— Cállate o te mueres — dijo alguien en mi oído. Entorné los ojos y bufé.

Comencé a sacudirme para poder zafarme, pero, en vez de conseguir liberarme, pateé mi escritorio, haciendo que se cayeran algunas cosas. Gruñí.

No Les Tengo Miedo - Fan Fic creepypasta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora